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Estado

En la ciudad

Suman mil 600 migrantes en dos campamentos

Ayer llegaron otros 400 migrantes al Juan Pablo II, en tanto se abrió un segundo asentamiento al norte de la ciudad de Chihuahua

Francisco Córdova
El Diario de Chihuahua

jueves, 28 marzo 2024 | 11:26

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Chihuahua, Chih.- Cerca de mil 600 migrantes son los que, hasta ayer, seguían detenidos en esta ciudad en espera de poder continuar su viaje hasta la frontera para buscar ingresar a los Estados Unidos.

Unos 400 más llegaron ayer durante la mañana al campamento del bulevar Juan Pablo II donde había ya alrededor de mil personas, mientras que en la Deportiva Pistolas Meneses, entre 150 y 200 permanecen en un asentamiento recién instalado hace un par de días.

“Yo le calculo que veníamos unos 400, nos bajamos del tren, ni media hora hace apenas. Nos venimos para acá porque aquí están todos, quién sabe si montemos tienda, pero ahorita echamos una cobija y a dormir”, platicó el día de ayer una migrante venezolana recién llegada al campamento instalado en el bulevar Juan Pablo II.

Ella llegó con un grupo de mujeres quienes, tras su arribo, empezaron a reunir información, a tantear el terreno; hablaron con migrantes que tienen ahí más de un mes, buscaron a la gente de su país, hay más confianza con quienes se comparte nacionalidad, pero todos coinciden en el mismo destino: Estados Unidos.

En la Pistolas Meneses hay alrededor de 100 personas En la Pistolas Meneses hay alrededor de 100 personas

Entre ellos hablan también con la policía, que ayer tenía presencia con tres patrullas por un reporte de riña. Las recién llegadas miran para todos lados con las cabezas cubiertas, y las embarradas de protector solar y cremas para cubrirse la piel muerta de un intenso sol, polvo, tierra, aire y frío, y todas las inclemencias que se les reflejan en la piel.

Comentan las mujeres (que viajan con familias completas, con sus hijos, niños muy pequeños) que no saben qué harán, “qué está muy rudo ahorita en la frontera”; dicen, que “a mí me platicó una hermana que está allá que no están pasando”.

“Entonces, si nos quedamos, ahorita subimos al tren”, dice alguna de las ahí reunidas. “No, al tren ya no te subes”, le contesta otra, “no los están dejando”, “patitas para que las quiero”, responde entonces.

Y así de buenas a primeras la decisión es quedarse en el campamento, buscar algo de comida, y saber qué paso dar y cómo darlo, pues saben que ya casi completan el viaje. Están ya casi en la frontera con Estados Unidos.

Con esta llegada cobra más vida el campamento, las decenas de tiendas se multiplican en la zona al sur de la ciudad, al frente de edificios abandonados, que fueran negocios, ahí se instalan para huir de la tierra que el aire levanta sobre ellos y se los deja sobre la comida.

“Estas son las famosas arepas”, “sí”, responde otro venezolano con más tiempo en el lugar. Prepara este platillo típico de su país friendo en un sartén negro y sin lavar sobre un fogón que encendió con ramas que ha encontrado por la zona. Por eso cada casa de acampar tiene a las afueras algunas que han ido juntando. También basura quemada es otro de los vestigios que abundan por la zona.

Los migrantes rechazan pago por regresar a sus países

Al lugar llegan paleteros, vendedores de raspados, carros con burritos también para vender a quienes, en los cruceros han ido a juntar algún dinero, mientras desde la tienda Oxxo los atienden desde las ventanillas, como la familia que, a un costado de la Terminal Sur del Vivebús, en la glorieta se para junto a sus hijos en medio de los carriles para vender paletas.

A otros, dicen, les mandan el dinero sus familias que tienen ya en Estados Unidos. Sin embargo, rechazan el dinero que les ofrece el gobierno federal. “Nooo”, gritan al unísono los entrevistados.

“Hemos sufrido mucho”, “Cuánto venimos arriesgando, pasando la selva, con la familia. Cien dólares gasta uno acá comiendo. Un padre que tenga cuatro hijos y su mujer gasta eso en un día; mañana, tarde y noche”, expresa uno de los migrantes, mientras otro añade que ese dinero ya se lo dieron ellos al narcotráfico para poder seguir adelante, y que de regresar a sus países irán presos y ese dinero se lo queda el gobierno.

Es así que los migrantes prefieren permanecer en este campamento improvisado que, a finales de enero, se componía apenas de unas casas pero ya empieza a tomar otra forma, “parece una colonia”, dicen ciudadanos chihuahuenses. Ahora esta “colonia” ya cuenta con agua potable, pero sólo por medio de un depósito de más de mil litros que ciudadanos facilitaron, según comentaron los migrantes, pero que debieron encadenar a su sitio por el riesgo a que se lo llevaran. En él los viajeros que habían manifestado esta necesidad prioritaria acarrean agua en botes y envases hasta sus casas de acampar, también para usarlo en la fosa séptica que instalaron hace días.

Y es que el agua era una de las necesidades más sentidas, pero en estas condiciones es lógico pensar que los problemas de salud se hagan presentes. “Necesitamos que nos traigan atención médica”, expresa un colombiano que se acerca a la concurrencia sobándose su mano. “Más que todo es medicina. A mí me salió un brote, como un grano que se madura y necesito un antibiótico”.

El colombiano platica que una señora se la llevó la ambulancia luego de sufrir un desmayo, pero son los niños quienes, expresa, necesitan más esta atención.

El sur no es el único lugar donde los migrantes han encontrado “asilo”. Más al norte hay otros asentamientos. Específicamente la Secretaría General de Gobierno ha detectado en la Unidad Deportiva Pistolas Meneses, y al pasar la Caseta Sacramento.

Esto ya que la migración se ve estancada en esta ciudad mientras deciden cómo seguirán su viaje, que sin otra opción deberá ser a pie hasta Ciudad Juárez.

En la Deportiva Pistolas Meneses la cantidad de personas fluctúa, pero no son nunca menos de 100 los migrantes que colocaron ya cartones y cobijas para hacer sus casas de campaña donde dormir. Ayer eran unos 150 o 200, pero estiman la llegada de más.

Actualmente, se estima que son más de mil 600 los migrantes instalados en este campamento que pasó de ocupar una tienda, a varias calles a la redonda. Como el día de ayer, los migrantes llegan en oleadas de cientos de personas, familias, mujeres y niños sin que reciban ningún tipo de atención de alguna autoridad.

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