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Estado

Cercos de piedra en Chihuahua

Asombran megalíticos

'En mi tierra no los conocemos', insiste el turista venido de Mexicali, a su paso por la Sierra del Ojito, en la carretera a Delicias

Froilán Meza / Colaborador
El Diario

domingo, 09 octubre 2022 | 21:11

El Diario | Una de las estructuras

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Chihuahua.- ¿Y esos cercos de piedra que se ven en todo Chihuahua, qué onda?”, preguntó recientemente un visitante de otras tierras en su paso por esta entidad, extrañado de la abundancia, de la magnitud y de la aparente imposibilidad de que existan, en la vida real, estos cercos ganaderos que cruzan los cerros, que suben y bajan, que se intersectan en diagonal y perpendiculares. Se trata de los omnipresentes cercos de cada día, a los que la gente local ni siquiera voltea a ver, de tan comunes que les han de parecer en su presencia cotidiana.

La pregunta resulta inoportuna, en la medida en que exhibe la indiferencia de los chihuahuenses hacia lo que hay en su propia tierra. Y en seguida viene a la memoria aquella chocante expresión de: “¡Ah, tiene que venir alguien de fuera a decirnos, para que nos demos cuenta de lo que tenemos!”.

“En mi tierra no los conocemos” insiste el turista venido de Mexicali, quien dirige su vista con ojos asombrados a través de la ventanilla, a su paso por la Sierra del Ojito, en la carretera a Delicias. Lo prolijo, la magnitud de semejante obra, a él le parece digno de asignársela al trabajo de seres míticos poseedores de poderes suprahumanos. Y la imaginación se le desboca.

El campo chihuahuense, de hecho, se encuentra cruzado en gran parte por estos cercos que, estrictamente hablando, son estructuras megalíticas por sus enormes dimensiones, y uno siempre se pregunta quién y cómo los hizo, porque desde el camino, parecen construcciones perfectamente trazadas. Dan la impresión de que en cada tramo hubiera intervenido toda una multitud para hacerlas posibles.

Pero entonces, ¿quién los hizo, para qué y cómo se levantaron?

COMO LAS MARAVILLAS DE LA ANTIGÜEDAD

Para don Miguel Ángel Valdiviezo, quien en su natal Bachíniva inició, desde muy joven, cuando era fuerte y aguantador, con la construcción de cercos de piedra en propiedades ganaderas, éste es un trabajo como cualquier otro. “Uno lo puede hacer solo, pero es mejor entre varios, con tres está bien, porque, mire: primero hay que sacar piedras, bien machín, muchas”. Las arrugas del rostro se le hicieron más visibles en este punto de la plática, porque tal vez recordó el peso de semejantes labores. “Otros van arrimando …”

¿De qué tamaño las piedras? “Entre más grandes estén, es mejor… aunque no tan grandes que no las pueda uno mover”. Las piedras “se cargan en la mano y se llevan a pincel por los cerros, si toca cerro; si toca llano, pues es un poco más sencillo”, explica este antiguo desarrollador de los paisajes ganaderos de los cerros y las llanuras chihuahuenses.

Don Miguel Ángel tiene ya 72 años, pero su actual constitución física y apariencia lo colocan en un rango de tal vez diez años más viejo. El hombre, quien labora actualmente como cuidador del Templo de San Cristóbal y locales anexos, en el kilómetro 5 de la carretera de las Curvas del Perico, simplemente está gastado. Hasta allá te conduce una vida vivida entre agotadores trabajos físicos, plena de jornadas de maratón en las pizcas, en el desahije, en los riegos, en la excavación de zanjas, en la construcción de casas, corrales, macheros, establos… y ¡pecata minuta! en la erección de estas construcciones megalíticas, comparables tal vez, superiores quizás, en masa, a las más memorables maravillas de la Antigüedad.

Entonces, ¿de qué tamaño las piedras? “Entre más grandes estén, es mejor… aunque no tan grandes que no las pueda uno mover”. La pregunta y su respuesta adquieren significado, a la vista de este hombre quien, en su físico menguado es, en un sentido amplio, un monumento de carne y hueso en honor al trabajo humano.

“Arrimando, arrimando y, si se puede, entre cuatro, porque uno o dos no pueden darle servicio a los que las van colocando”. ¿Es un trabajo muy pesado, no, don? “Sí, pues es un trabajo duro, no cualquiera lo hace, hay que levantar piedras pesadas y caminar con ellas en las laderas”. En estas labores “No puede uno estar tuberculoso, ni diabético, nada, nada nada, hay que estar fuerte, bueno y sano, que no le duela nada. Y joven”.

Pero, ¿y los detalles técnicos? De inicio, el propósito de los cercos de piedra es que las vacas no se salgan del territorio del propietario del hato, así como hacerles camino a los animales hacia donde están los pastos buenos. “Es echar piedras para ir haciendo camino”.

¿Y cuánto se le puede avanzar en un día, en longitud? “Digamos que, entre tres trabajando, se puede hacer de aquí a la esquina de aquel corral, unos 60, 70 metros, digamos”. ¿De qué alto son los cercos de piedra? “De perdido, tiene que llevar unos 70 fierros, porque puede haber más altos”. ¿Son más anchos de la base? “De la base tienen que ser más anchos, para que no se ladeen, para que agarren estabilidad”. Pero primero se trazan con cal dos líneas paralelas, como guía para ir echando las piedras. Gracias, señor Valdiviezo.

800 METROS DE CERCO, 500 TONELADAS EN 8 MESES, UN SÓLO HOMBRE

En el Ejido Ocampo, de manera increíble, un solo hombre removió más de 500 toneladas de piedra del lecho del Alto río Sacramento y las colocó, de una pieza a la vez, para construir un cerco de 800 metros de perímetro, con su pura fuerza, su genio y destreza.

Lucio Ramos, originario de La Cieneguita, por el rumbo de la Barranca La Sinforosa, del municipio de Guachochi, recibió 100 pesos diarios durante ocho meses por levantar este cerco gigantesco. Su trabajo benefició al propietario de Rancho Viejo, a medio camino entre el Ejido Ocampo y la Presa San Marcos, aquí en el municipio de Chihuahua.

El cerco de piedra fue hecho de 1.60 metros de alto con una base de metro y medio de ancho, aunque termina en un metro en la parte de arriba. Se calcula que, en un metro lineal de este cerco, se utiliza una tonelada de material.

Los rancheros en general contratan, como constructores de cercos, a los indígenas rarámuris, muchas veces los llevan a vivir a los ranchos junto con sus mujeres y niños, y forman así una unidad productiva muy redituable para los patrones, porque mientras que el hombre trabaja en el campo, no se debe preocupar por la comida y el aseo de la choza en que viven, ya que la mujer realizará este trabajo sin remuneración alguna.

Lucio Ramos no es indígena, sino mestizo. ¿Es difícil hacer los cercos? “No es muy fácil, pero si te lo propones, puedes avanzar unos quince metros por día, tú solo”.

DON JOSÉ: "EL QUE ES BUEN GALLO, DONDE QUIERA CANTA"

Y en la Hacienda del Torreón, también del municipio de Chihuahua, otro constructor megalítico, don José Guanespén, ha levantado diversas obras, desde los extensos cercos ganaderos de piedra normales, hasta muros de piedra más elaborados, de mampostería, para uso habitacional. Y de todo ello hay en la región, múltiples ejemplos que hablan de su experto trabajo.

En este momento, él está realizando un murete de piedra angulosa, pegada con mezcla, para la base de una esquina en la que se pretende salvar un desnivel del terreno de hasta metro y medio. Este será un muro de contención para el relleno con el que se van a ganar más de 20 metros cuadrados para el patio de la casa. El tendido del muro tiene una guía de estacas con doble fila de hilo grueso, para no desviarse de la vertical.

En este caso, no es piedra de río, sino piedra normal, cuyos ángulos permiten un mayor agarre (“las piedras de río son redondeadas, y es muy difícil asentarlas”) para que el muro quede no sólo más estable, sino más recto. “Las piedras de río tienen que colocarse, como se puede decir, a plomo, cuando hace uno cercos ganaderos, porque se te pueden enchuecar”.

¿Y cuánto dura un cerco de piedra? “Dura más un cerco de piedra del cerro, que otro de piedra de río, que es más inestable”. Pero -recalca don José- usted no puede construir cerca del río con piedra angulosa del cerro, ni al revés: “Tiene uno que adaptarse al material que haya disponible, porque, en última instancia, un cerco bien hecho depende del constructor”.

O sea, el que es buen gallo, donde quiera canta.

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