Se impone América ante el Necaxa

Ciudad de México— ¡Salvador!

El refuerzo azulcrema Salvador Reyes anotó y dio asistencia en el triunfo del América, 2-1 sobre el Necaxa.

La noche en el Estadio Azteca fue complicada. Las Águilas prometieron dar dolores de cabeza a sus rivales y por varios lapsos se los dieron a su técnico Santiago Solari y a su propia afición.

Lo positivo es que cuatro veces inquietaron al portero Édgar Hernández y este ni cerca estuvo de tapar los primeros tres disparos. El primer tanto fue un riflazo, luego fue superado en un tiro de Mauro Lainez en el que Fernando González sacó la pelota a centímetros de la línea de gol y finalmente fue mero espectador del cabezazo de Álvaro Fidalgo, para el gol del triunfo azulcrema.

Del otro lado, Óscar Jiménez tuvo mucho más trabajo. Por un momento el partido parecía una práctica de tiro a gol del Necaxa.

Entre el 26' y el 28', Ángel Sepúlveda tuvo tres opciones de gol, la primera en un apretado mano a mano, la segunda en disparo desde la media luna y la tercera en un cabezazo en el que el balón se estrelló en el poste. El guardameta azulcrema también respondió en un tiro de Rodrigo Aguirre y un cabezazo de Alejandro Zendejas.

Aun así, el América ganaba 1-0 porque supo pegar a tiempo, al 39', tras aquel centro de Lainez bien rematado por Reyes. El equipo local era muy contundente en la fría noche en el Azteca.

Necaxa tuvo su recompensa al 69' con el gol de Zendejas, quien aprovechó que Óscar Jiménez rechazó hacia el centro un disparo de Aguirre, era un gol más que justo.

Pero ningún equipo que falle tanto puede ganar si, además, sangra a la primera que le tiran al arco.

Los azulcremas enfriaron al Necaxa. Al menos ya ganaron su primer juego en el torneo, con la ventaja de que la jornada siguiente repiten localía, frente al Puebla, y con varios días para trabajar todas las falencias mostradas ante el cuadro aguascalentense.

América dejó ir al Necaxa a Alonso Escoboza, Alan Medina y Fernando González (este hace seis meses) y llevó al Nido a Salvador Reyes. Nunca hubo una mejor apuesta.