Opinión

Historia de un error

Esto que voy a platicarle fue un día antes de la rifa del avión

Carlos Murillo
Abogado

domingo, 19 enero 2020 | 06:00

Esto que voy a platicarle fue un día antes de la rifa del avión. Resulta que me subí a la rutera que tomo para llegar al trabajo, esta vez con la certeza de que no iba a terminar en otro lado; le cuento esto porque hace una semana no me fijé y por error me subí a otra rutera muy parecida que, al final, me dejó en el Centro de la ciudad, para ser exactos en Ramón Corona y 16 de Septiembre; afortunadamente no era tan tarde, apenas estaba rayando el sol, como dice la canción noventera de Maná.

En aquella ocasión –cuando me perdí–, le pregunté al chofer si seguía derecho y me dijo que no –muy amable por cierto–, y agregó que doblaba a la izquierda señalando con el dedo; yo le dije que iba al puente Libre y me recomendó bajarme y volver a subirme más adelante para ir en la ruta correcta. Así lo hice. La confusión que provocó el accidente logístico es que ambas ruteras son verdes, pero siguen diferentes caminos, como los caminos de la vida que “no son como yo pensaba” –así dice la canción que recuerdo en voz de Celso Piña, el rebelde del acordeón-.

La rutera correcta se para casi enfrente del bar Eugenio’s, un pequeño local que se puso de moda entre los jóvenes bohemios (que llaman hipsters), al que por cierto nunca he entrado, pero recientemente lo agregué en Facebook y sigo sus publicaciones para estar informado, porque “soy hombre y nada de lo humano me es ajeno”, como dice la antigua locución latina de Publio Terencio Africano –esto ya no es una canción, pero debería–.

Hace por lo menos treinta años yo escuchaba entre pláticas que el periodista Eugenio Chávez tenía un negocio llamado el “Bar de un Genio”, pero no estoy seguro que se trate del mismo bar. Este personaje tiene una gran historia, Eugenio, era hijo de doña Gracia Pasquel, fundadora de la universidad feminista junto con otras juarenses de la época; además doña Gracia fue esposa del notario Adolfo Chávez Calderón, el primer rector de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez; según algunos historiadores, doña Gracia debió ser la primera rectora, pero hace 46 años prefirieron a un hombre.

Hablando de cuestiones de lucha de género, alrededor del bar Eugenio’s, en las bardas y puertas hay varios grafitis con mensajes feministas; muchas de estas pintas reivindican a la mujer frente al sistema patriarcal; a una cuadra de distancia, por la calle Francisco I. Madero, hay una enorme casa construida en la década de los cincuenta por una actriz famosa, ese lugar ahora sirve como centro comunitario feminista, donde hay talleres para artistas y otras actividades; el lugar se llama Centro X 16 y se ubica enfrente de otro bar icónico de Juárez, El Recreo, que es un auténtico viaje en el tiempo a la década de los gloriosos sesenta, en particular me encanta que tiene una vieja rocola donde hay discos de gran variedad, me encanta ir y poner una rolita de José José para cantarla a todo pulmón.

Regresando al bar Eugenio’s, hace poco los parroquianos corrieron de ahí a un cliente indeseable, Javier Melendez, el presidente seccional de Samalayuca que es acusado de negociar con la mina canadiense “Gloria”, que por cierto, hace unos días el presidente Armando Cabada confirmó que no se ha cerrado, la mina sigue funcionando y como dijo don Tiofilito, seguirá.

Recibí hace unos días un correo donde un lector –al que agradezco que me lea–, me hace preguntas sobre la mina pensando que mi posición es en favor de la empresa canadiense, y aprovecho para dejar claro que no, todo lo contrario, considero que la mina en ese lugar va a impactar negativamente en la región, va a contaminar y va a acabar con una zona arqueológica invaluable para la historia de Juárez.

Ahora regreso al trayecto. El caso es que llegó la rutera de rescate y me subí, atrás quedaron estas calles que se han convertido en un lugar emblemático de Ciudad Juárez, por un lado con estos bares históricos y, a unos pasos, con la zona roja de la ciudad, donde están los bares más visitados de la comunidad LGTBQ+, de la que pocas veces se habla. Es un corredor liberal que le da vida a una zona abandonada.

Ya eran casi las seis de la tarde, en esta hora baja considerablemente el pasaje, en la ruta había lugares para sentarse, algo que a las tres de la tarde es imposible, porque los ciclos del transporte público siguen los horarios de los turnos en las maquiladoras. Entonces el grado de saturación es a las seis de la mañana, a las tres de la tarde y a las doce de la noche, en la lógica de los tres turnos de la industria. Esto no lo comprende uno hasta que se sube al camión en esas horas y termina luchando contra cincuenta personas para bajarse.

Casi siempre la gente que va en la ruta muestra señales de cansancio, llegan hasta ahí después de un día largo de trabajo y pasar una hora –o más– en el camión para llegar a casa se convierte en una agonía. Esta vez, el chofer era un hombre de unos cuarenta años, pero lo acompañaba su hijo de veintitantos, quien es su auxiliar, abre y cierra la puerta, cobra el pasaje y alerta sobre algún peligro, un bache, un auto o algo que no alcanza a ver el chofer en el punto ciego.

La función del auxiliar es más bien honoraria, es como los meritorios en los juzgados o en las oficinas de Gobierno, a veces van a buscar una oportunidad y se hacen útiles para que los contraten en un futuro; en nuestro país eso es frecuente. Esta imagen dista mucho de lo que dice el presidente López Obrador en las conferencias mañaneras sobre los jóvenes construyendo el futuro.

Pienso que viajar en rutera tiene pocas ventajas, pero una de ellas es darse cuenta de la realidad, aquí los discursos políticos no son suficientes, ni las teorías de los expertos; siempre me he preguntado qué pasaría si un gobernante se subiera a informar sus actividades a las ruteras. ¿qué pasaría? En fin, ya casi llego a mi destino.

Bueno, a pesar de que perdí casi una hora por tomar mal la rutera, estoy contento, porque pude pensar sobre todo esto que accidentalmente pasó por mi mente y ahora tengo el gusto de compartir con usted. Buen domingo. ¡Bajan!

Notas de Interés

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