Opinión

Niñas y niños al servicio del crimen organizado

No hay ninguna entidad federativa que no haya presentado detenciones de menores ligados con faltas administrativas

Alejandro Núñez
Catedrático
sábado, 24 agosto 2019 | 06:00

Debido a su vulnerabilidad por la falta de oportunidades de educación y empleo niñas, niños y adolescentes han sido absorbidos por el crimen organizado.

Desde el 2006 a la fecha, no hay ninguna entidad federativa que no haya presentado detenciones de menores ligados con faltas administrativas y/o delitos en relación con el crimen organizado.

De acuerdo con las estadísticas de la Policía Federal en los estados donde se han registrado más detenciones, el primer lugar lo ocupa Chihuahua con 808, Tamaulipas con 644, el Estado de México con 279 y, por último, San Luis Potosí con 91 menores de edad vinculados al crimen organizado.

Lamentablemente, para el crimen organizado es atractivo involucrar a menores de edad, ya que al ser capturados por las autoridades las penas que reciben no son muy largas.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) publicó en su informe “Niñez, violencia y crimen organizado” que más de 30 mil niños han participado o cooperado activamente con el crimen organizado en delitos como la extorsión, piratería, tráfico de personas, de drogas y armas.

Las detenciones de estos menores están precedidas de un problema estructural y de la inoperancia del Gobierno para ofrecer una mejor calidad de vida; desgraciadamente los niños y jóvenes se dejan vislumbrar por los lujos y el dinero fácil, debido en parte a proceder de extractos sociales bajos y de familias con carencias económicas muy marcadas.

La Ley de Niñas, Niños y Adolescentes establece que la sentencia máxima para un adolescente por delito grave es de cinco años. Gobierno, ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil debemos poner atención en esta problemática, ya que la exposición durante la niñez a eventos relacionados con altos niveles de violencia, de manera directa o indirecta, se asocia con diversos problemas de salud mental en donde se incluye la depresión, desórdenes postraumáticos de estrés y desórdenes psiquiátricos. 

En Ciudad Juárez, donde históricamente se dio una fuerte incidencia de pandillas juveniles, se utilizaron como incubadoras de niños y jóvenes que aprendieron a vivir en ambientes hostiles y la ausencia de políticas públicas.

En los barrios existe una forma de cultura parental, que en términos antropológicos se convierte en pauta establecida y hasta cierto punto, un patrón de comportamiento aprendido por los jóvenes durante su proceso de socialización. 

Es cierto que la base de la sociedad radica en la familia, pero no se debe de limitar sólo a la relación directa entre padres e hijos, sino a un conjunto más amplio que incluya interacciones cotidianas entre miembros de diferentes generaciones.

La pandilla como grupo social se constituye como una organización que detenta supremacía sobre un territorio especifico y que también otorga a los jóvenes sentido de pertenencia y lazos sociales. El crimen organizado entendió este estilo de vida que adoptaron cientos de jóvenes, y aparte les ofreció alcanzar un estilo de vida lleno de lujos en muy corto tiempo; pero, algo también que se tiene que resaltar es que “los niños y jóvenes alcanzan reconocimiento entre su grupo social más cercano y satisfacen sus necesidades económicas con prontitud y apegados al exceso”; lo lamentable de esto es que el tiempo promedio de vida de estos niños y jóvenes es muy corto.

En las ciudades fronterizas las pandillas son el principal semillero de grupos de niños y jóvenes adheridos al crimen organizado en donde se obtiene no sólo bienes y dinero, sino que experimentan esa sensación de grandeza, de respeto social basado en el miedo que infunden a los demás en medio de la impunidad.

¿Será suficiente otorgar sólo becas y apoyos a estos niños y jóvenes que se encuentran viviendo en barrios y colonias hostiles al crimen? ¿O se deberá de trabajar en una estrategia integral que incluya no sólo a los niños y jóvenes afectados, sino también a sus familias y entorno social?

Esto debe de ser fundamental para los gobiernos, ya que el actual clima de inseguridad si no se pone la atención debida, al cabo de unos años se verá incrementado por las próximas generaciones. 

Te puede interesar