Opinión

¿Será viable… que estemos mejor?

De inicio, su respuesta debe ser un categórico sí

Elvira Maycotte
Escritora

martes, 15 enero 2019 | 22:32

De inicio, su respuesta debe ser un categórico sí.

Es de humanos… cada vez que inicia un ciclo nos fijamos objetivos y establecemos metas. No sé si es igual de frecuente que logremos alcanzarlos, pero por lo regular, sólo quedan los buenos deseos. Es aquí donde las estrategias para alcanzar los objetivos se convierten en un factor de suma importancia pues en ellas reside la oportunidad de lograr el éxito de nuestros proyectos de cualquier magnitud y ámbito. De entrada podemos tener dos actitudes: atrevernos a pensar que llegaremos a ser aquello que visualizamos, o simplemente, evaluar el tamaño del trabajo a realizar y dejarlo para después, o para que otros lo hagan, lo cual, ante la inmovilidad, aumentaría la complejidad del problema a resolver.

En este sentido, cuando se trata de enfrentar grandes problemas es necesario hacer dos consideraciones que se condicionan mutuamente: la primera es analizar si el objetivo es realizable y, la segunda, hacer un recuento de los recursos que se tienen para llevarlo a cabo; porque si técnicamente pudiéramos acudir a una solución pero no pudiéramos realizarla por falta de recursos, o por estar alejada de nuestra realidad, estaríamos ante una situación viable, pero no factible, ante un sueño que no dejará de ser sólo eso, un motivo de desaliento.

Todo lo anterior es el preámbulo para comentar a usted que existe el interés de trabajar en proyecto para solucionar un dolor de cabeza para todos los juarenses: me refiero a las inundaciones que sufrimos cada vez que Tláloc y San Pedro se ponen de acuerdo para abrir las llaves y dejar caer la tan necesaria lluvia. Primero pedimos que llueva y, después, nos hincamos ante todo dios que se nos aparezca para pedir a alguien se le ocurra hacer una app cuya virtud sea decirnos en tiempo real por dónde podemos transitar y por dónde no para evitar los interminables charcos y los profundos baches que ocultan bajo sus aguas.

Mas parece que las estrellas se están alineando: se escucha que en el ámbito académico se está desarrollando una propuesta para el manejo del agua pluvial que de realizarse, aminorará los problemas de inundación en muchos de los cruceros críticos. La buena noticia es que parece que las autoridades la están viendo con buenos ojos pues al comparar el costo-beneficio de esta propuesta la balanza se inclina a su favor. Se trata de implementar lo que se conoce como Infraestructura Verde, la cual no es más que adecuar espacios en los sitios conflictivos que por el uso de vegetación y mejoramiento del suelo tienen el potencial de captar agua de lluvia y, de esta forma, resolver muchos de los centenares de problemas que ahora tenemos aprovechando su capacidad de retención y absorción, así como mejorar el ambiente e imagen urbana con acciones puntuales que, al sumarse, hacen la diferencia.

Quizá haya quienes al leer hasta aquí este texto piensen, ciertamente, que la Infraestructura Verde no es una estrategia que solucione de tajo el tamaño del problema que enfrentamos y, debo aclarar que tienen razón. Sin embargo, aquí viene la razón por la cual en los primeros párrafos acudí a conceptos como viabilidad y factibilidad. Aun cuando los diferentes niveles de gobierno tuvieran la sincera intención de solucionar esta situación, el problema se ha tornado de tal magnitud que aun cuando técnicamente se pudiera resolver, el costo es tan alto y las acciones desquiciarían la vida urbana a tal nivel, que no existe la posibilidad de hacerlo. En otras palabras: se tendría el riesgo de quedarnos tal y como estamos. De otra forma, con metas modestas pero alcanzables, como es la Infraestructura Verde, y con recursos disponibles para realizar las intervenciones puntuales, estaremos en la posibilidad de avanzar, al tiempo que se reduciría el costo de la llamada Infraestructura Gris que se debiera realizar.

No podemos permanecer estáticos. Por décadas hemos clamado por una solución y hoy parece puede ser realidad: nos corresponde a todos adoptar soluciones viables y factibles; ponerlas en práctica desde nuestra casa hasta el espacio común y, además, velar porque las autoridades las lleven a cabo y procuren su regulación. No podemos asumirnos como una ciudad global y civilizada si no somos capaces de organizarnos. 

Cuando volteamos a otras ciudades nos preguntamos: ¿Y nosotros cuándo? Sí, como ellos, también podemos estar mejor.

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