Opinión

Huachicol y patriotismo

Debo empezar esta participación diciendo que no me gusta la palabra 'huachicol'

Sixto Duarte
Analista

lunes, 14 enero 2019 | 21:50

Debo empezar esta participación diciendo que no me gusta la palabra “huachicol”. Es de esas palabras que son fonéticamente atractivas, y que la gente utiliza de manera excesiva. Desde finales de diciembre los problemas de abasto de combustibles empezaron a ser evidentes en distintos estados. Desafortunadamente, por ser un país tan centralizado no se le puso atención al problema hasta que el mismo llegó a la Ciudad de México hace una semana.

El desabasto de gasolina (que no es desabasto, dice el oficialismo) no tiene una causa determinada hasta hoy. En lo personal, siempre he creído que la versión oficial debe prevalecer  por encima de cualquier teoría conspirativa. Sin embargo, ante la explicación oficial de las causas del desabasto de combustible en México, la versión que ha dado el Gobierno debe ponerse en duda por la serie de contradicciones y simplicidad con que han querido abordar un grave problema.

El Gobierno ha dicho que en la cruzada en contra del robo de combustibles tuvo que cerrar los ductos donde se transportan los mismos para evitar este delito. Se argumentó que la falta de combustible para el ciudadano no era desabasto. Simplemente la gasolina no la pueden llevar a las estaciones de servicio. Como si el problema de no poder cargar gasolina fuera un problema semántico. Qué comodidad si los problemas se resolvieran con sólo intercambiar una palabra.

Con medidas como ésta, al rato veremos el cierre de carreteras para evitar accidentes, la clausura de bancos para evitar asaltos, y de aeropuertos para evitar riesgos. Finalmente, en cuanto al cierre de aeropuertos, el Gobierno ya tiene experiencia.

Dentro de este remolino de versiones, la secretaria de Energía sale a decir que todas las estaciones que dejaron de vender gasolina compran combustible robado. Esta conclusión irresponsable, refleja una visión miope y limitada, que frivoliza un problema de mayor trascendencia, como es el hecho que el centro del país no tenga energía para moverse.

Entendamos una cosa: nadie está en contra de que se combata al robo de hidrocarburos. Seguramente el 99.99 por ciento de los mexicanos dirá que está de acuerdo en que se combata este ilícito. Son las medidas adoptadas por el Gobierno las que se critican, y que es válido hacer en democracia. En las redes y en las calles, la feligresía del presidente ha creado una dicotomía binaria, perversa, donde se sostiene que quien se queja del desabasto, es porque está a favor del robo de combustibles. Eso es ver las cosas en blanco y negro.

Guardando las proporciones, Trump culpa a los mexicanos del crimen en Estados Unidos, como Hitler culpó a los judíos de las desgracias de Alemania. López Obrador culpa a los huachicoleros del desabasto de gasolina. Para justificar su falta de planeación en cuanto al suministro energético, al pueblo le dan lo que el pueblo ha buscado: un enemigo imaginario.

Todas son figuras etéreas, enemigos imaginarios que son precisamente lo que un sector de la población busca para expresar su odio, y en el caso mexicano, lavarle la cara a los responsables del desabasto: el Gobierno. Esto toda vez que existen versiones, y evidencia periodística del Wall Street Journal que el desabasto de gasolina se debe a que el país dejó de importarla, y que por ello hay buques varados esperando entrar a los puertos del país a descargar.

Siempre hay quejas del Gobierno. Es un atributo democrático. Pero que haya defensores del gobierno que te lo quieran impedir, nos transporta a otras latitudes donde no tienen esa libertad. Hay incluso gente subutilizando la palabra “patriota” para aquellos que hacen filas en las estaciones de servicio, o las que se trasladan en bicicleta.

En el Estado, hasta el día de hoy, no hemos tenido problemas de abasto de combustible. Aunado a ello, y vale decirlo en este espacio, el precio de la gasolina en Juárez es menor que en el resto del país. No es espacio para discutir si es a causa de la reforma energética, o a las medidas adoptadas por la nueva administración.

Si el desabasto verdaderamente se debe a la cruzada nacional contra los huachicoleros, y no a la falta de planeación del gobierno, ¿por qué hasta la fecha no se ha detenido a ninguno? Es irónico, pero incluso Javier Corral ha demostrado estar más comprometido con la lucha contra los huachicoleros, pues la semana pasada se detuvo a dos personas en la entidad que se dedicaban a esta actividad.

Si la lucha contra el robo de combustibles es la verdadera causa del problema, se debe replantear la estrategia. No dudaría de la buena intención del presidente, pero el camino al infierno también está empedrado de buenas intenciones.

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