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Juárez

Escuela de alto riesgo

Lucha primaria José Vasconcelos por su reubicación en un terreno donde el derecho a la educación se ejerza sin peligro

Alejandra Gómez
El Diario de Juárez

miércoles, 23 marzo 2022 | 07:45

Carlos Sánchez / El Diario de Juárez | Desde hace 30 años fue abierta en la colonia Ladrillera Carlos Sánchez / El Diario de Juárez | Lugar por donde Kevin cayó Carlos Sánchez / El Diario de Juárez | Vista aérea de la colonia donde se ubica la primaria Carlos Sánchez / El Diario de Juárez | Alumnos en uno de los salones de clases

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Ciudad Juárez.— Hace casi tres décadas, en el ciclo escolar 1993-1994, los residentes de la colonia Ladrillera lograron la apertura provisional de la primaria José Vasconcelos en la cima de un cerro donde lo único que separa al pequeño patio de juegos del precipicio es una malla ciclónica. Desde entonces, el plantel lucha por su reubicación en un terreno donde el derecho a la educación se ejerza sin peligro. 

Con el paso del tiempo, el suelo sobre el que están edificados seis salones de clases, unas oficinas de la Dirección y un par de baños, ha dejado claro su inseguridad: en el 2006 se colapsaron la malla y los pilares que cercaban su perímetro y en el 2012, durante un día en que los alumnos estaban en la escuela, las lluvias provocaron que una vez más volvieran a caer por el barranco que rodea la mayor parte del plantel. 

El colapso de la malla ciclónica y sus soportes de concreto únicamente dañó a las viviendas que están construidas justo debajo de la escuela, donde termina el precipicio. Incluso, a una década del último deslave, los restos aún permanecen tirados en las inmediaciones del plantel educativo donde 153 alumnos cursan actualmente su nivel primaria. 

Sin embargo, no siempre se han salvado los estudiantes del riesgo que representa su escuela. Kevin, un alumno que cursa el quinto grado, todavía recuerda el día en que hace cuatro años jugaba con un compañero en la parte frontal del plantel, donde el barranco no es tan profundo ni pronunciado como en la parte trasera, y por accidente cayó en un agujero que estaba debajo de la malla ciclónica.

“Me caí por ahí y me raspé mi espalda bien feo”, contó Kevin, quien después empleó la falla en la infraestructura para escaparse de la escuela en más de una ocasión, pese a que el personal educativo colocó trozos de madera para proteger de otro incidente a los estudiantes, por lo que finalmente se optó por vaciar una pequeña plancha de concreto que asegurara la malla ciclónica al suelo. 

Este año, los estudiantes y docentes de la primaria José Vasconcelos retomaron sus clases presenciales, a dos años de la educación a distancia instaurada debido a la pandemia de Covid-19, con la esperanza de que por primera vez se cumpla el proyecto de reubicarlos en un terreno cercano donde su integridad física esté libre del riesgo que enfrentan cada día que asisten a sus salones. 

El mes pasado el Instituto Chihuahuense de Infraestructura Física Educativa (ICHIFE) acudió al plantel para conocer las condiciones en las que se encuentra y al confirmar la zona de riesgo que ha ocupado durante las últimas tres décadas, inició estudios de suelo en un terreno cercano para reubicar cada uno de sus salones de clases a más tardar el próximo ciclo escolar. 

“Donde están actualmente sin duda es de riesgo. Hay una malla separando, pero de todos modos vamos a hacer algunos muros de contención para que estén seguros de aquí a que movamos a los muchachos, pues definitivamente no podemos dejarlos ahí… debemos reubicarlos”, dijo el director general de ICHIFE, Raúl García.

Este proyecto ha sido retomado y abandonado administración tras administración. En el 2008, el actual director de la escuela, José Dueñas, realizó su primera solicitud ante la Secretaría de Educación, ICHIFE, Protección Civil, Gobiernos municipal y estatal, para que el plantel educativo fuera reubicado, pero la responsabilidad de conseguir un terreno óptimo se la turnaron a padres de familia y docentes. 

La primera opción fue recurrir a los propietarios de yonkes ubicados en las zonas aledañas a la colonia Ladrillera, en el norponiente de la ciudad, pero ninguno accedió a dar en comodato algún terreno o realizar una permuta con el Gobierno –cambio de una propiedad por otra–, pues únicamente estaban dispuestos a vender, por lo que fue hasta al 2015 que lograron encontrar un lugar. 

Se trata de un terreno de más de 5 mil metros cuadrados cercano a las actuales instalaciones que en su momento fue inspeccionado por Protección Civil y que, de acuerdo con el oficio 4781/2015, arrojó que únicamente podría ser edificada la escuela si se adoptaban medidas precautorias para evitar una posible inundación en caso de que el cauce que corre por la calle Arroyo Colorado y desemboca en el río Bravo se colapsara. 

Después de los análisis al predio y el arreglo de papeles para que pasara a nombre de Gobierno del Estado, hasta el 2017, el proyecto se quedó varado. “Al final nunca pasó nada”, dijo el director Dueñas, a quien incluso en el 2014 se le notificó la aprobación de un presupuesto de tres millones de pesos para la construcción de nuevas instalaciones, pero tampoco se concretó. 

“El hecho de que las autoridades manifiesten que se les brinda a todas las escuelas las mismas oportunidades, las mismas condiciones para que la niñez juarense o la niñez mexicana tenga un mejor desarrollo, pero luego nos acercamos a este tipo de escuelas, vemos que una cosa es el decirlo y otra completamente diferente es el hacerlo”, dijo el director. 

El peligro, que en más de una ocasión ha sido reportado por Protección Civil y corroborado por autoridades educativas, no sólo se restringe al interior del plantel educativo, también se encuentra en el exterior: la calle Soledad es el único acceso de los estudiantes, pero carece de pavimentación y consiste en una inclinada pendiente que se inunda cada vez que llueve. 

La primaria José Vasconcelos abrió sus puertas en 1993 como un plantel provisional y a tres décadas de aquel año aún conserva la misma categoría; sin embargo, en el transcurso del tiempo, los mil 232 metros cuadrados con los que inició se han reducido más del 10 por ciento porque el perímetro se tuvo que recorrer cada vez que colapsó el suelo que sostenía a la malla ciclónica. 

Si bien los docentes y padres de familia han recurrido a diversas técnicas para evitar que se desgaje el terreno sobre el que más de una centena de niños y niñas estudian a diario, desde el exterior del plantel educativo resulta posible percibir cómo en algunas secciones entre la plancha de concreto en que juegan los estudiantes y el cerro en que se edificó hay un hueco de aire.

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