PUBLICIDAD

Internacional

Un viaje mortal por el Amazonas

Desapariciones suelen pasar desapercibidas

The New York Times

sábado, 16 julio 2022 | 11:19

The New York Times

PUBLICIDAD

Río Itaquaí- Eran las 4:00 horas y el sol aún no había salido sobre el río Itaquaí en lo profundo del Amazonas, pero un grupo de indígenas preparaba un desayuno a base de café, carne asada y pescado. Trabajaban en la pequeña estufa de su lancha patrullera, donde habían vivido el último mes, buscando cazadores furtivos.

Se levantaron temprano este domingo porque algunos planeaban acompañar a sus dos invitados 80 kilómetros de regreso a la ciudad.

Los invitados, Bruno Pereira, un activista dando entrenamiento a las patrullas indígenas, y Dom Phillips, un periodista británico documentándolas, tenían que regresar para reunirse con la policía federal. Pereira entregaría evidencia de pesca y caza ilegales de la patrulla en este rincón remoto del vasto bosque.

Era una labor peligrosa. Pereira tenía meses de recibir amenazas. Un día antes había visto a un pescador furtivo con una escopeta que semanas antes le había disparado por encima de la cabeza. El pescador furtivo lo reconoció. "Buenos días", le gritó a Pereira.

Pero en el desayuno, Pereira anunció que él y Phillips no necesitarían escoltas. En lugar de ello, se moverían rápido y viajarían solos. Empacaron su pequeño bote de metal y partieron. Llevaban mucho combustible, pruebas y un arma.

Entonces, desaparecieron.

En la Amazonia, este tipo de desapariciones suelen pasar desapercibidas. Es un periodo de creciente anarquía en la selva tropical más grande del mundo, y este parche aislado cerca de las fronteras con Colombia y Perú ha sido abandonado en gran parte por el Gobierno brasileño.

Pero esta vez, hubo un clamor internacional. Phillips era un redactor independiente del periódico británico The Guardian y Pereira una vez fue el máximo funcionario de Brasil en materia de grupos indígenas aislados.

El Gobierno tenía que responder.

En cuestión de días, las autoridades arrestaron a dos pescadores furtivos que finalmente confesaron haber matado a los hombres y desmembrado sus cuerpos. Uno era el hombre que había gritado "Buenos días".

Pereira y Phillips fueron asesinados mientras realizaban lo que les apasionaba. Pereira quería proteger la Amazonia y los pueblos indígenas allí. Phillips quería mostrar cómo las comunidades indígenas intentaban defenderse de los cazadores furtivos que a menudo operan con impunidad.

Para reconstruir lo sucedido, recorrí la travesía de los hombres por el Itaquaí, recopilé su correspondencia y hablé con más de tres docenas de personas que conocían a los hombres o investigaron su desaparición.

Lo que quedó claro fue que el casi abandono de esta región por parte del Gobierno brasileño, combinado con los llamados del Presidente Jair Bolsonaro para desarrollar la Amazonia, ha ayudado a envalentonar a los pescadores y cazadores ilegales y las redes criminales que invaden los territorios indígenas aquí.

Pereira había renunciado a la Administración de Bolsonaro en protesta por sus políticas ambientales y comenzó a ayudar a los grupos indígenas a vigilar el bosque ellos mismos.

Eso lo convirtió en un blanco. En marzo, una asociación indígena recibió una nota anónima amenazándolo por su nombre. Entonces el pescador disparó a su bote desde una choza junto al río. Pereira decidió que necesitaba un arma más grande.

"Es una con acción de bombeo, calibre 12", dijo Pereira en un mensaje a un ex colega del Gobierno. "Si vas a estar en el bosque, entonces necesitas algo con más fuerza bruta".

Pero Pereira rechazó los ofrecimientos de seguridad adicional para su último viaje, de acuerdo con sus colegas, mientras que parecía que Phillips no estaba completamente al tanto de las amenazas.

Pereira, de 41 años, y Phillips, de 57, viajaron por un tramo del Itaquaí entre el Valle de Javari, una reserva indígena del tamaño de Portugal que alberga al menos 19 grupos aislados, y ciudades pobres y plagadas de delitos donde se unen Brasil, Colombia y Perú. El plan era pasar varios días con la patrulla indígena antes de entregar la evidencia de la patrulla a la policía. Dos días antes de partir, Pereira le envió un mensaje a un colega. El viaje, dijo, podría "darme algunos problemas".

'Está vacío, ¿verdad?'

En el 2018, Pereira y Phillips pasaron 17 días en la misma región buscando una tribu aislada. Pereira trabajaba para Funai, la agencia federal encargada de proteger a los grupos indígenas, y supervisaba la región del Valle de Javari.

El área tiene mucho tiempo de ser presa de conflictos entre los grupos indígenas y los pescadores furtivos que invaden sus reservas. El mayor premio de los pescadores furtivos es el pirarucu, un pez que crece hasta 3 metros de largo y alcanza al menos el doble del precio de muchos otros. La pesca ilegal ha devastado la población de pirarucu. Pero los pescadores rara vez son atrapados, en parte porque hay menos autoridades vigilando que antes.

La policía ambiental, encargada de combatir la pesca y caza furtiva, cerró su base regional en 2018. Su oficina más cercana está ahora a mil 125 kilómetros de distancia. La policía federal está a más de una hora de distancia. La Armada y el Ejército de Brasil no patrullan regularmente las aguas. "Mira alrededor. Está vacío, ¿verdad?", dijo Eumar Vasques, funcionario en la base de la Funai que custodia la entrada a las reserva del Valle de Javari. "Y hay más tráfico en esta región que en cualquier otro lugar".

Funai es la única presencia regular del Gobierno en Itaquaí, y el personal de la base se ha reducido de 30 personas a 8 en los últimos años, dijo Vasques.

En lugar del Estado, los indígenas se han convertido en los guardianes del bosque. Desde el año pasado, patrullas de 13 hombres rastrean actividades ilegales dentro de las reservas de la región. Pereira entrenó a los hombres a documentar delitos usando teléfonos inteligentes y drones.

Amenaza escrita

En marzo, llegó una nota escrita a mano a Univaja, una asociación indígena que ayuda a organizar las patrullas. "Bruno de la Funai es quien está enviando a los indios a apoderarse de los motores de nuestras lanchas y llevarse nuestros peces", dijo, refiriéndose a Pereira. "Si sigues así, te va a ir peor".

Un colega de Pereira en Funai había enfrentado amenazas similares en el 2019. Luego recibió dos disparos en la cabeza en su motocicleta.

Ese asesinato, que no ha sido resuelto, llevó a Funai a agregar guardias armados a su puesto de avanzada en Itaquaí. Cuando llegué en bote, Vasques salió vistiendo un chaleco antibalas y acompañado de dos guardaespaldas.

Del 2010 al 2020, 377 personas que intentaban defender tierras contra los invasores fueron asesinadas en Brasil, reporta Global Witness, un grupo de defensa. Durante más o menos el mismo periodo, sólo 14 de los más de 300 asesinatos en el Amazonas fueron a juicio.

Semanas después del mensaje amenazante, Pereira y un colega de Univaja estaban en el Itaquaí cuando sonó un disparo, volando el proyectil sobre sus cabezas. Luego vieron a Amarildo Oliveira, un pescador conocido como Pelado, parado en su porche con un arma.

Pereira portaba una pistola calibre .380 con 18 cartuchos. Decidió pasar a una escopeta de acción de bomba y calibre 12.

'Confianza en Bruno'

El proyecto más reciente de Phillips era un libro sobre las formas creativas en que las personas intentaban salvar el Amazonas. Decidió hacer un último viaje informativo, una reunión con Pereira en el Valle de Javari. Phillips solía ser exigente con la seguridad y escribía memorandums detallados para su esposa y los editores. Pero esta vez no lo hizo, dijeron familiares y colegas.

Alessandra Sampaio, su esposa, dijo que Phillips pasó días estudiando mapas y hablando con Pereira. "Tenía plena confianza en Bruno", dijo.

El martes 31 de mayo inició un viaje de dos días a Atalaia do Norte, localidad en el inicio del Itaquaí. Cuando llegó el miércoles, entrevistó a Orlando Possuelo, colega de Pereira en el entrenamiento de las patrullas indígenas. Possuelo le contó sobre el pescador que le disparó a Pereira.

"Él no sabía", dijo Possuelo. "Se sorprendió.

"Bruno casi bromeaba al respecto", dijo Possuelo. "Vivimos con estas amenazas. Así que a veces las tratamos con cierta ligereza".

Los dos hombres salieron del puerto. Phillips llevaba libretas, cámaras y su iPhone. Pereira portaba su arma.

Después de tres horas, llegaron a la última casa antes de la reserva del Valle de Javari, una choza al aire libre donde se hospedaban con un pescador local.

También los esperaba la patrulla indígena. El viernes, Phillips entrevistó a los hombres indígenas y los observó patrullar.

Temprano a la mañana siguiente, Oliveira, el pescador que había disparado contra Pereira, pasó en su bote con otros dos hombres. Algunos de los hombres indígenas los persiguieron. Mientras se acercaban, Oliveira y otro hombre sostenían escopetas sobre sus cabezas.

Oliveira apagó el motor y permitió que la corriente lo llevara lentamente frente a donde se alojaban Pereira y Phillips. "Buenos días", dijo Oliveira en voz fuerte a Pereira. "Buenos días", respondió Pereira.

Más tarde ese sábado, el grupo acordó que dos hombres de la patrulla indígena acompañarían a Pereira y Phillips en su viaje de regreso al día siguiente. Pero durante el desayuno, Pereira dijo que regresarían solos. Nadie esperaría que se fueran tan temprano, dijo. Partieron alrededor de las 6:00 horas.

Pereira y Phillips iban a toda velocidad por el Itaquaí cuando fueron alcanzados por un bote mucho más veloz. En esa embarcación viajaban Oliveira y otro hombre, Jefferson da Silva Lima, quienes les dispararon con escopetas. Pereira recibió un disparo y devolvió el fuego, dijo la policía, pero falló. Finalmente, el bote se estrelló contra la maleza.

La autopsia concluyó que Pereira había recibido dos disparos en el pecho y uno en la cara. Phillips recibió un disparo en el pecho. La policía arrestó a Oliveira, a Da Silva y al hermano de Oliveira, quien dijeron ayudó a desmembrar y esconder los cuerpos en el bosque. Sus abogados se negaron a comentar.

Las autoridades dijeron que estaban investigando si los asesinatos estaban relacionados con grupos del crimen organizado que financian y dirigen gran parte de la pesca y caza furtiva en la región.

Después de su viaje, Pereira tenía programado visitar un grupo indígena diferente para aprender tips sobre cómo patrullar el bosque.

Possuelo tomó el lugar de Pereira. También planeó un viaje de compras. "Estoy comprando la misma arma que Bruno", dijo.

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search