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Obligan a corredores a llevar droga en 'Correr para Vivir'

'Leía su historia y conocía otros ejemplos de corredores indígenas, me preguntaba qué hay detrás de ellos, cómo viven, cómo se alimentan'

Agencia Reforma

jueves, 25 abril 2024 | 07:48

Agencia Reforma | Mientras leía su historia y conocía otros ejemplos de corredores indígenas, el realizador se preguntaba qué hay detrás de ellos, cómo viven, cómo se alimentan Agencia Reforma | Mientras leía su historia y conocía otros ejemplos de corredores indígenas, el realizador se preguntaba qué hay detrás de ellos, cómo viven, cómo se alimentan

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Ciudad de México.- Con huaraches en lugar de tenis, el corredor rarámuri Arnulfo Quimare se coronó campeón en el ultramaratón de 80 kilómetros en Urique en 20006 y en el 2001 el de 100 kilómetros en Guachochi, algo que maravilló al cineasta Gerardo Dorantes, quien lo veía casi como un superhéroe.

Mientras leía su historia y conocía otros ejemplos de corredores indígenas, el realizador se preguntaba qué hay detrás de ellos, cómo viven, cómo se alimentan, si el aire que respiran es diferente, pero al acercarse a investigar se encontró con que incluso estos inusuales deportistas están a merced de narcotraficantes.

Su ópera prima, Correr Para Vivir, que llega a cines este jueves, fue su intento de poner en pantalla la contradicción sobre cómo el aparente don que tienen puede ser también una cadena, al plantear una ficción donde dos hermanos tarahumaras son obligados a transportar drogas.

"Son capaces de proezas atléticas, pero son una comunidad afectada por todos lados, muchos viven en condición de pobreza extrema y le sumamos la incursión del crimen organizado en la zona, que aprovechan su resistencia y conocimiento de la sierra.

"Es una realidad, todos sabemos lo que pasa en este País, está trastocando la política, la vida, el campo, los negocios, sin embargo la película no pretende hacer un juicio o un análisis profundo. La película lo que busca es contar una historia", detalló el director, en entrevista.

Su largometraje sigue a Homero, quien mientras se dedica a la siembra con su padre y su hermano, Capo, sueña con seguir los pasos de los históricos corredores de su tierra.

Cuando Capo se entera que se convertirá en padre, acepta volverse una "mula", pero una entrega se estropea, así que él y su familia quedan en deuda con los criminales.

Si bien en el largometraje plasmó hechos reales que le contaron y vio directamente relacionados con el crimen organizado en la región, el realizador destacó que su prioridad fue construir una historia de acción y esperanzadora.

"No es una historia de narcos, no es una apología ni un documental de rarámuris ni de la sierra tarahumara, es una película de hermanos que se enfrentan a una serie de dificultades. Al final es una historia muy humana de lo que está dispuesto a hacer una persona para lograr sus sueños", subrayó.

Dorantes cree importante mantener abierta la conversación sobre cómo ha permeado el crimen organizado en el País, que incluso lo llevó a informar a los delincuentes de la zona sobre su filmación.

"Uno ve la manera de meterse de la manera más segura. Observar desde un punto de vista es un error, tienes que entender cómo funcionan las cosas en los estados. Llegas a un lugar y tienes que platicar

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