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El Paso

Muertes por Covid abruman a El Paso

La ciudad apenas se recuperaba del duelo tras la masacre de Walmart cuando llegó un nuevo flagelo

The Washington Post

lunes, 30 noviembre 2020 | 06:00

Armando Vela/El Diario de El Paso | Elementos de la Guardia Nacional de Texas ayudan a almacenar cadáveres en la morgue local

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El Paso, Texas— El coronavirus ha abrumado a El Paso durante meses, y ha habido pocas señales de que se esté abatiendo. A los internos de las cárceles les pagaron para mover cientos de cuerpos a morgues móviles, ahora, la Guardia Nacional está a cargo de esa desalentadora tarea. Las funerarias se han convertido en armarios de almacenamiento de muertos en los cuartos fríos. Un crematorio se descompuso debido al exceso de uso.

El Centro de Convenciones de la ciudad fue transformado en un hospital de campo. El juez del Condado se pregunta si la comunidad tiene suficientes lugares en los panteones.

Sin embargo, para los que no están en las líneas frontales, el tipo de política de acusaciones, la negación del virus, el aburrimiento y el temor de perder su trabajo, que han dividido al país, están comprometiendo la voluntad de una comunidad que ha lamentado tragedia tras tragedia.

La ciudad se unió de cara al odio durante el año pasado, adoptando el lema “El Paso Fuerte” después que 23 personas fueron asesinadas en un supuesto ataque racista ocurrido en un Walmart. 

Ahora, El Paso está teniendo problemas para hacer un llamado a la solidaridad para trascender la indiferencia y la fatiga mientras grupos de personas están muriendo cada día en una persistente pandemia.

Oficiales temen que los días festivos provoquen una mayor carnicería para la mayoría de las familias hispanas de El Paso, que instintivamente se acercan en un momento en que hacerlo puede ser letal. 

“Desafortunadamente, como seres humanos, queremos experimentar las cosas por nosotros mismos. Vimos físicamente el tiroteo y pudimos ver el peligro”, comentó Ana Lilia Holman, cuyo padre de 86 años, William Howard Holman, murió de Covid-19 el 12 de noviembre. “Sin embargo, no podemos ver el virus, así que, la gente tiende a dudar qué tan severo es realmente”.

El uso de mascarillas es generalizado y se han implementado toques de queda, pero la vida sigue, la gente cena y convive en lugares cerrados y acude en familia a las famosas tiendas al detalle. Los residentes dijeron que los que niegan el virus están siendo cada vez más expresivos en las redes sociales y la gente se está quedando paralizada ante el riesgo.

“Al principio del año, nos llamaban héroes de la salud”, comentó Ashley Bartholomew, una enfermera de la Unidad de Cuidados Intensivos del Covid-19 que recientemente renunció a su trabajo.

“Y ahora parece como si la gente se ha dado por vencida o tienen dudas de lo que tenemos que decir, pero seguimos viviendo este horror cada día”.

En un invierno normal, la influenza ejerce presión sobre el sistema de atención médica de El Paso rebasando su capacidad. En este año, cada día festivo ha traído un nuevo pico de infecciones de coronavirus. Los trabajadores de la salud están creando actualmente planes de contingencia para racionar la atención, comentó Héctor Ocaranza, del Departamento de Salud Pública de El Paso.

El código de color de la métrica de riesgo en todo el estado está deslizándose hacia un territorio rojo y amenazando con hacer que sean más limitados los recursos de atención médica del estado –y fuera de El Paso. Los residentes que tienen otros padecimientos además de Covid-19 están siendo atendidos afuera de los hospitales, dijeron los médicos.

“Espero que mi comunidad vea la crisis que estamos viviendo”, comentó el neumólogo Emilio González Ayala, de El Paso. “Espero que podamos escuchar las súplicas de restricciones que estamos solicitando. No creo que eso sea inevitable”.

Aun cuando se están haciendo planes de contingencia, los oficiales esperan que un rápido aumento en la capacidad médica, la ayuda estatal y federal y el uso de anticuerpos monoclonales que recientemente fue aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos para proteger a las personas que tienen casos leves de Covid, impida que desarrollen una severa enfermedad y se pueda reducir la presión en la atención médica.

El nuevo número de casos en El Paso disminuyó por primera vez en 55 días durante la semana pasada, de acuerdo a las estadísticas de la Ciudad, aunque el conteo de muertes va a aumentar inevitablemente.

El tablero blanco que está afuera de la nueva unidad de refrigeración de Christopher Luján en la Funeraria Sunset tiene 12 nombres escritos en él. Todos excepto una tiene un pequeño signo de más enseguida de ellos, que es una señal que murieron de Covid-19, la enfermad causada por el coronavirus.

La empresa, que tiene cuatro sucursales, ha excedido su promedio de mil 200 funerales al año. Adquirió dos carrozas y tuvo que rentar dos más. Además, cuenta con tres nuevos refrigeradores mortuorios.

Luján entendió lo mal que están las cosas cuando se dio cuenta que estaba atendiendo a las mismas familias que regresaban cada semana en grupos más pequeños. Recientemente se sentó a la mesa con una madre soltera con dos hijos pequeños para discutir los arreglos para el funeral de su padre. Ellos asistieron a los funerales de otros tres parientes en las últimas semanas.

“El Paso es una comunidad fuerte”, dijo Luján, cuya empresa, junto con otras funerarias, ayudó a cubrir los costos de las víctimas del tiroteo ocurrido en agosto del 2019.

“Estamos en un punto de quiebre”.

Más de 85 mil personas en el Condado de El Paso han dado positivo para el coronavirus y casi mil han muerto, de acuerdo a la información de The Washington Post.

El Paso está también luchando contra la respuesta politizada sobre el virus, ampliando una brecha que ha estado creciendo desde antes de la elección presidencial. El altercado entre el juez del Condado, Ricardo Samaniego, quien es demócrata, y el alcalde Dee Margo, quien es republicano, ocurrió después que Samaniego emitió la orden de quedarse en casa y cerró los negocios no esenciales, desatando recriminaciones partidistas y desafíos legales.

El procurador general de Texas, Ken Paxton, quien es republicano, llamó a Samaniego “tirano” por emitir esa orden. El gobernador republicano Greg Abbott, quien dijo que ningún cierre podría ser promulgado en el estado, acusó a Samaniego de no aplicar las reglas existentes. La orden de Samaniego fue anulada por una Corte.

“Ellos están contentos de ayudarnos cuando las cosas están fuera de control, aunque yo quería impedir en primer lugar que esto se saliera de control”, dijo Samaniego acerca de los líderes estatales. Él instituyó un toque de queda de las 10 p.m. a las 5 a.m. hasta el lunes.

Margo comentó que él está manejando un “acto desigual de equilibrio” entre la salud física y financiera de la ciudad. Agregó que la orden de quedarse en casa podría afectar injustamente a los negocios pequeños y no detendría a la gente de acudir a lugares como Walmart que son considerados como esenciales.

“He hecho lo mejor que he podido”, dijo Margo. “Recibo llamadas de negocios que me dicen que no van a poder obtener suficientes ingresos. Recibo llamadas de familias que perdieron a sus seres queridos. Nunca he politizado esto y no pretendo hacerlo”.

El Paso evadió lo peor de la pandemia durante la primavera con una orden estricta de quedarse en casa, el uso de mascarillas y límites para reuniones en lugares cerrados. El comercio y los viajes continuaron pero disminuyeron al otro lado de la frontera, a la ciudad hermana de Juárez, México. Los esfuerzos funcionaron pero el costo fue que muchos perdieran su salario, empleos o en algunos casos, sus negocios.

Los casos empezaron a aumentar después que Texas reabrió en el mes de mayo. La madre de Bonnie Soria Nájera, Rosie Soria, dio positivo para el coronavirus poco después del Día de la Madre. La mujer de 64 años, envió grabaciones de su tos seca a su hija. Soria pronto fue hospitalizada y le colocaron un ventilador. Murió días después.

Leo, el esposo de Rosie Soria, cayó enfermo pronto y fue hospitalizado. Fue colocado en un ventilador el día que murió su esposa, aunque no sabía en ese momento que ella había fallecido. Él mejoró y quería irse a casa para ver a su esposa, luego, su hija se lo dijo. Las enfermeras le hicieron a Leo una transmisión en vivo del funeral. Su corazón se detuvo menos de una hora antes de que empezara la ceremonia.

Los casos de El Paso aumentaron inicialmente a mediados de julio, cuando Soria Nájera dio positivo. Ella fue hospitalizada y estuvo a punto de morir. Para el tiempo en que se recuperó cerca de finales de julio, el conteo de nuevos casos disminuyó y aproximadamente 40 pacientes estaban en unidades de Cuidado Intensivo en la localidad, dijeron oficiales de Salud.

“Llegamos a un punto en que cerramos la unidad de Covid durante dos días”, comentó Juan Anchondo, un enfermero registrado en el Centro Médico Las Palmas. “Luego todo explotó”.

Líderes locales trataron de planear el peor escenario, aunque pocos esperaban un crecimiento exponencial en los casos que empezaron poco después del Día del Trabajo en El Paso y en Juárez. Muchos residentes consideraron las dos ciudades como una comunidad grande y unida.

En cuestión de semanas, más de 200 pacientes estaban en la Unidad de Cuidados Intensivos en El Paso. Los enfermos fueron trasladados vía aérea a hospitales en Austin y Tucson. El hospital de campo se abrió en el Centro de Convenciones.

Más de 1 mil 500 enfermeras, terapeutas y médicos arribaron para atender camas adicionales. Oficiales estatales trajeron nueve morgues móviles y varias docenas de ventiladores. La ciudad registró un incremento sextuplicado de pacientes en cuestión de semanas.

“Agregamos unas 600 camas nuevas a nuestros hospitales en toda la comunidad. Eso es como construir dos nuevos hospitales”, comentó Ed Michelson, jefe de Medicina de Emergencia en el Centro Médico Universitario, el hospital público de la ciudad. “Seguimos estando a la altura de la demanda”.

González Ayala, el neumólogo, dijo que los médicos están resistiendo, pero cada mañana le asaltan pensamientos acerca de los pacientes que están cerca de la muerte. Algunas noches no puede dormir, porque su teléfono está timbrando cada media hora o más.

Dijo que le preocupaba un hombre que había sido su paciente en 1996, cuando el médico abrió su consultorio privado. Cuando empezó una rotación de dos semanas en el hospital, se sorprendió de ver al hombre en la Unidad de Cuidados Intensivos. El hombre luchó durante 35 días. González Ayala se reportó con su familia.

“¿Va a sobrevivir esta noche?”, pensaba todos los días el doctor. El hombre murió el 21 de noviembre.

El reverendo Michael Lewis forma parte de un pequeño grupo de sacerdotes católicos jóvenes que administran los sacramentos y los últimos ritos. Él recibe llamadas varias veces para que acuda a cuartos grandes y abiertos con múltiples camas que permiten que los médicos y enfermeras del Centro Médico Universitario proporcionen atención inmediata a la mayoría de los casos graves.

Lewis adapta los rituales a las circunstancias, realizando oraciones de despedida desde la distancia, en algunas ocasiones desde detrás de un cristal o la puerta de un cuarto de hospital, para representar a las familias que no pueden estar allí para ver a sus seres queridos.

Hay una carga de trabajo pendiente en la Oficina del Médico Forense, en el crematorio y en las funerarias como la de Luján, que tiene a más de 50 familias esperando.

Salvador Perches experimentó la muerte de por lo menos dos empleados de la funeraria en El Paso y en Juárez, en donde empezó a operar la empresa. Los casos y muertes también han aumentado en Juárez, en donde los cementerios y las funerarias están abarrotados y se implementaron toques de queda, aunque han sido difíciles de aplicar. El alcalde de la ciudad dio positivo para el coronavirus en dos ocasiones.

Ángel Gómez de Operación HOPE, una organización no lucrativa de la comunidad, ha trabajado cercanamente con Luján y Perches para ofrecerles a las familias costos reducidos o funerales gratuitos. Sin embargo, el volumen ha sido muy grande –ellos han ayudado hasta ahora a más de 520 familias– y se preguntan si alcanzarán los fondos.

Actualmente, la Ciudad tiene problemas financieros. Los negocios pequeños han visto un descenso del 18 por ciento en sus ingresos y más de 15 mil empleos se han perdido desde el año pasado, comentó Margo, citando información de desarrollo económico. El banco de alimentos ha alimentado a casi 150 mil paseños, mientras que casi 32 mil han solicitado los beneficios del desempleo.

Jennifer Ybarra, dueña de un spa, se pregunta si proteger a la gente requiere una estrategia del todo o nada, colocando a la economía en contra de la salud pública. Ella decidió cerrar su negocio, Blush, antes de que las autoridades estatales le ordenaran hacerlo, durante la primavera. Blush ofrecía kits faciales en casa, distribuía productos directamente y realizaba un entrenamiento virtual para su clientela.

El pequeño negocio de Ybarra salió a flote con la ayuda federal de protección a la nómina, pero sus finanzas estaban en rojo. Reabrió lentamente con medidas de seguridad que incluyeron desinfectar los espacios entre los clientes, prohibió el uso de los casilleros del spa y el servicio de valet parking.

Sin embargo, el jaloneo entre los líderes locales y estatales fue frustrante. Blush cerró y reabrió en un lapso de dos semanas en este mes mientras que otros negocios desafiaron la orden de Samaniego, cuando se estaba ventilando el litigio.

“Uno no sabía qué hacer o a quién creerle. Y encima de eso, ¿qué era lo correcto?”, dijo Ybarra. “Si El Paso, como comunidad, como ciudad, hubiera puesto atención y seguido los protocolos meses antes, no estaríamos en este predicamento”.

Sin más ayuda del Congreso, comentó Ybarra, siente una tremenda presión sobre ella para encontrar la manera de seguir dando trabajo y protegiendo a su comunidad. 

Fabrizzio Delgado, un psiquiatra de Médicos de Texas Tech en El Paso, dijo que ha aumentado la severidad y frecuencia de intentos de suicidio, debido en parte al aislamiento de los cierres anteriores. “Creo que a la gente le está tomando tiempo para entender totalmente la severidad de esto”.

Abbott comentó a través de un portavoz que las restricciones existentes en el estado demostraron ser efectivas para mantener a salvo a la gente y contener la enfermedad. Prometió distribuir rápidamente la nueva terapia de anticuerpos en todo el estado.

Sin embargo, la representante demócrata Verónica Escobar, de Texas, quien vive en El Paso, comentó que Abbott se rindió ante el virus hace meses, dándole prioridad a la economía sobre las vidas de comunidades vulnerables con altos porcentajes de residentes que no cuentan con un seguro médico. Ningún medicamento va a solucionar los problemas que tiene actualmente El Paso, dijo.

“No creo que nadie de nosotros debería pensar que existe un arma secreta que está en camino y que va a salvarnos en dos semanas”, agregó Escobar. “Creo que necesitamos operar bajo la presunción de que esto va a empeorar”.

La seguridad es relativa, dijo Delgado, agregando que el trauma colectivo y las repercusiones en la salud mental por la pandemia seguirán durante el año.

“No hemos tenido tiempo suficiente para concluir el proceso de duelo como comunidad, después del tiroteo, dijo Delgado. “Así que, en el futuro, probablemente una vez que el Covid esté bajo control, vamos a ver el resurgimiento de síntomas del ataque no sólo de esta pandemia sino de nuestro ataque anterior”.

Soria Nájera, quien perdió a dos tías, un tío y un primo debido al Covid-19 desde que enfermó, dijo que duda de las repetidas advertencias acerca del virus si la gente va a ignorarlas.

Escribió acerca de su familia y de su propia enfermedad y concedió entrevistas con medios de comunicación de la localidad, aunque dijo que la gente no ha cambiado su comportamiento. Así que dejó de hacerlo, se alejó de Facebook y eliminó de su página a los que niegan el virus.

Una antigua amiga le comentó que había notado que eliminó su cuenta de la red social y decidió enviarle a Soria Nájera un mensaje preguntándole la razón. Ella le explicó que era estresante ver los comentarios de personas que se rehúsan a usar mascarillas.

“Eso me desalienta”, replicó Soria Nájera. “Después de todo por lo que he pasado y lo que le ha sucedido a mi familia. No puedo ver que la gente se comporte de esa manera”.

La mujer dejó de insistir. Luego, le envió un ominoso mensaje a principios de este mes.

“Sólo quiero decirte que estás en lo correcto acerca del virus”, leyó Soria Nájera, sin más explicación por parte de la mujer. “Perdóname”. (Arelis R. Hernández, Alexandra Hinojosa / The Washington Post) 

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