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Le dan cadena perpetua por violar a 48 hombre

Asechaba a sus víctimas ebrias fuera de clubes nocturnos y los llevaba a su apartamento, donde los drogaba y violaba

El Diario de Juárez

lunes, 06 enero 2020 | 10:50

The Washington Post

Londres.- Un estudiante graduado de Indonesia que vive en Manchester, Inglaterra, fue sentenciado el lunes a cadena perpetua por violar o agredir sexualmente a 48 hombres.

Reynhard Sinaga, de 36 años, asechaba a sus víctimas ebrias fuera de los clubes nocturnos y los llevaba de regreso a su apartamento, donde los drogaba y violaba, luego filmaba los ataques en sus teléfonos celulares, publicó The Washington Post.

Un fiscal de la corona lo llamó el “violador más prolífico en la historia legal británica”.

La identidad de Sinaga y los detalles de sus delitos no habían sido revelados antes del lunes, ya que los tribunales habían ordenado un apagón mediático de dos años, hasta el final de su cuarto juicio penal.

La Policía sospecha que Sinaga atacó a 195 hombres durante varios años. A través de sus múltiples juicios, fue declarado culpable, en total, de 159 delitos sexuales, incluidas 136 violaciones.

El caso condujo a la mayor investigación de violación en Gran Bretaña.

La policía todavía está tratando de identificar a 70 víctimas que aparecen en los videos de Sinaga, según informes de la prensa británica en torno al juicio.

En la sentencia del lunes, la juez Suzanne Goddard llamó a Sinaga “un malvado depredador sexual que se aprovechó de hombres jóvenes que llegaron al centro de la ciudad con la intención de pasar una buena noche con sus amigos.

Ella dijo: “Una de sus víctimas lo describió como un monstruo. La escala y la magnitud de su ofensa confirma esto como una descripción precisa”.

El modus operandi de Sinaga era encontrarse con hombres que salían de discotecas cerca de su apartamento en el centro de Manchester. Según el testimonio de la Policía y el tribunal, el agresor asechaba a hombres jóvenes que estaban solos, generalmente enfermos o intoxicados, y luego se hacía pasar por el “buen samaritano” y les ofrecía otra bebida, un lugar para dormir o cargar sus teléfonos, o ayudarlos a llamar a un taxi.

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