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Yucatán: pueblos, leyendas, historia y sabor

Los caminos del Mayab, irremediablemente, llevan a descubrir los secretos de una tierra abrasada; sí, con 'S', por el Sol. En sus múltiples poblados se descubren leyendas como la de la Xtabay y los Aluxes

Agencia Reforma

sábado, 03 abril 2021 | 11:56

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Los del Mayab, irremediablemente, llevan a descubrir los secretos de una tierra abrasada; sí, con 'S', por el Sol. En sus múltiples poblados se descubren leyendas como la de la Xtabay y los Aluxes.

Es una zona donde impera el aroma a naranja agria, cebolla morada y chile habanero. No queda más que calmar la sed con agua de chaya.

Mérida, siempre señorial, tiene una importante oferta gastronómica, de entretenimiento y hotelera, y aquí te mostramos un poco más de esa magia.

La capital yucateca es exquisita. Se antoja morder las coloridas fachadas de sus casonas y templos. Caminar, sorbete en mano, por sus plazas e icónicos paseos como el de Montejo. Por supuesto, degustar su afamada cocina. En este destino, el turismo gastronómico está a la alza. Y Mérida ofrece un nutrido catálogo culinario. Desde mercados que prometen servir el mejor panucho o taco de cochinita pibil y restaurantes tradicionales que rescatan las recetas de las abuelas hasta cocinas en las que se utilizan ingredientes regionales pero con técnicas de vanguardia.

Otro chef destacado en la ciudad es Roberto Solís, a él la sonrisa le rebasa la cara. Su carcajada se escucha a menudo, sobre todo cuando habla de su pasión por la gastronomía, por los recados (pastas de especias que sirven de condimento) y por el interés de fusionar ingredientes yucatecos en la cocina contemporánea.

“La alta cocina se hace con mucho corazón, cuidando cada detalle y usan

do los ingredientes de mejor calidad”, sostiene Solís.

En Néctar es obligado probar las cebollas negras, las lechugas al carbón, el sashimi de pescado fresco, pasta y langosta, el cerdo orgánico y la tartaleta con puré de ibes, cebolla ixil curtida, glasé de cebolla y salicornia, entre otras delicias.

Desde hace muchos años, esta tierra ha inspirado a grandes cocineros internacionales como al reconocido chef René Redzepi, quien –en más de una ocasión– ha viajado a estas tierras para visitar comunidades en donde ha aprendido el trato que los locales le dan a los productos de la tierra.

Además de disfrutar de los sabores, también ha difundido el valor de la gastronomía yucateca. Incluso, junto con otros chefs del País ha tenido contacto con quienes producen miel melipona, chile habanero, naranja agria y cerdo pelón.

Pernoctar en una hacienda que permita al viajero evocar la opulencia de otros tiempos, es otro de los obligados en este destino. Y la Hacienda Xcanatún es una gran alternativa para hacerlo. Con un pasado ganadero y más tarde henequenero, esta hacienda, no sólo brinda elegantes e íntimas suites, sino

una exquisita gastronomía, ideal para viajeros sibaritas.

La Hacienda Teya está entre los sitios favoritos de los paladares yucatecos. En el sitio que tuvo un pasado ganadero y luego henequero, data de 1683 y en sus mesas hoy se sirven deliciosos platos. Es ideal para organizar eventos.

Entre los imprescindibles están el lechón al horno y los papadzules de calabaza. Dato curioso: muchos clientes piden primero el flan de la casa, nadie desea quedarse sin degustar la estrella dulce de la carta.

Entre las opciones que se pueden realizar en Mérida están: andar a ritmo lento por el centro histórico y gozar del ambiente festivo que suele haber en la Plaza Grande, misma que está rodeada de bellas edificaciones como la Catedral de San Ildefonso. Sin duda, uno de los puntos más atractivos del centro es la Dulcería y Sorbetería Colón, que desde 1907 endulza la vida de locales y visitantes; hay que probar una champola: una bola de helado con leche, como una malteada, pero sin batir.

Al recorrer otras zonas, el viajero nota que abundan los parques, como el de Santa Lucía. Caminando o a bordo de una calesa es obligado recorrer el Paseo de Montejo y ver su arquitectura. Las Casas Cámara o “Casas Gemelas” y el Monumento a la Patria acaparan las fotos de los viajeros.

A una hora en automóvil desde Mérida está Izamal, vestido de amarillo ocre. En este Pueblo Mágico es obligado visitar el Ex Convento de San Antonio de Padua y ver a la Virgen de Izamal. Al pasear por sus calles, el viajero caerá rendido ante los aromas que se escapan del Restaurante Kinich. En este sitio se preparan recetas ancestrales de la cocina maya (cochinita pibil, venado almendrado y empanadas de chaya). Bajo una gran palapa se siente el calor del fogón y se oyen las manos de las mujeres haciendo tortillas.

Las calles vallisoletanas se prestan para andarlas a pie. En esta población de elegancia colonial, ubicada entre Mérida y Cancún -a dos horas en auto de cada destino-, hay que visitar la Iglesia de San Servacio, el Ex Convento de San Bernardino de Siena y el Mesón del Marqués, una casona que además de ofrecer bellas habitaciones, resguarda el Restaurante Hostería del Marqués. Ahí, las estrellas son el escabeche oriental, el pavo en relleno negro, los papad- zules, así como la longaniza y los lomitos de Valladolid.

Si la idea de una travesía perfecta está ligada a la playa y al sabor de los frutos del mar, hay que viajar a este puerto ubicado a media hora en auto desde Mérida. Muchos habitantes de la capital yucateca tienen en este destino su casa de verano. Largas caminatas por el malecón y restaurantes presumen en sus cartas pan de cazón y filetes rellenos de mariscos sobre hojas de plátano, se cuentan entre los atractivos. Tomar una cerveza Montejo bien fría mientras se mira al muelle y probar una marquesita, especie de crepa rellena de dulce de leche o crema de avellana y queso de bola, son tareas obligatorias para despedir un delicioso viaje por este destino.

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