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Vamos

La vitrina de los burros

Más de veinte diferentes guisos dentro de ricas tortillas de harina y debidamente envueltos en papel alumnio, se exhiben cual tesoro culinario en la camioneta de ‘Chilo’ que a diario los vende por la Panamericana

Miguel Ángel Chávez Díaz de León

jueves, 12 enero 2023 | 15:08

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Hace mucho que no agarraba mi auto y recorría la ciudad sin rumbo fijo. 

Eran las nueve de la mañana y llegué hasta los territorios del aeropuerto. Yo iba sobre la Panamericana, azorado de ver el movimiento citadino.

En eso ya iba llegando al puente que esta sobre la glorieta del Km 20… Ya hacia hambre. (Salí de casa sin desayunar). 

En la joroba del puente me acuerdo de un post leído en Facebook, sobre un vendedor de burritos… la pequeña reseña describía a un hombre que vendía burros bajando este puente y al lado derecho, pasando cuatro baches.

Sigo las indicaciones y efectivamente… vi como a 16 comensales callejeros alrededor de una troca adecuada como “food truck”… y dos mesas de lámina (patrocinadas por la “Chispa de la Vida” con sus respectivas sillas metálicas y muy maltratadas).

Por lo fresco de la mañana estaban desocupadas; los comensales todos de pie alrededor de la burrera.

Junto a la troquita había siete vehículos en el “acotamiento” de terracería y un tráiler y su caja estacionados a un lado de la carretera… adelantito de los burros.

Yo también me estaciono en la terracería e inspecciono la escena: una burrera hechiza, quince o 16 devoradores de burritos, dos damas atendiendo el costado de la fondita ambulante. 

Tiene una especie de estantes (en el costado derecho de la troca) donde, debidamente acomodados, se ven jugos, bebidas energéticas, gatorades, refrescos, botellas de agua (de todos tamaños) dulces, papitas de bolsa, chocolates americanos y cerca de 12 frascos con café instantáneo de diversas marcas, estilos y tuestes… y con sus hieleras respectivas. En ese costado también estaba algo parecido a una plancha o comal.

Pero yo iba por los burritos mentados y a primera vista no los vi. (A lo mejor están en las hieleras, pensé). 

Sigo de metiche, le doy la vuelta a la troca (que de lejos parece una “van”) y en la parte trasera estaban los burros y se exhibían en una vitrina con dos puertitas, envueltos todo en papel aluminio y acomodados en más de veinte cajoncitos de vidrio (o acrílico transparente) con su respectivo letrero (con marcador negro)… como si se tratara de un exhibidor de mercancía de un supermercado gringo… o sea que cada clase de burrito tenía su letrerito y cajoncito: estaba la cajita de los de deshebrada en rojo, los de chicharrón de cuero, los de asado, los de wini con chile bens, los de prensado, los de chile relleno, los de barbacoa, los de pulpa en rojo y en verde, los de mole, los de huevo con chorizo y más de huevo con nopales, los de huevo con tocino, los de chile pasado, los de picadillo, los de frijoles con queso, los de papa con huevo, los de deshebrada en verde, los de papas con chorizo, los de huevo con jamón y chorizo, los de puerco con nopales y otros que mi memoria ya no registró.

De tanta variedad y nombres de guisado se me hizo agua la boca… Si fuera un glotón le hubiera comprado uno de cada uno para probarlos, pero solo escogí cuatro de guisados diferentes para llevar.  

No me podía irme sin interrogar al señor de los burros:

“Tengo 65 años y salí de Guanaseví, Durango, a los diez, era un chamaco cuando nos venimos para Juárez. Tiempo después me fui para el otro lado y allá en la Unión Americana trabajé durante 30 años en empacadoras, bodegas, restaurantes… todo relacionado con la comida y me regresé para Juárez y me traje esta troquita y la hice “food truck”, la adapté para vender, principalmente burritos… yo la diseñé”, cuenta orgulloso Cecilio Valles, “Chilo” para los amigos.

Al punto de venta sigue llegando clientela, muchos vienen desde sus lugares de trabajo ubicados en las cercanías de la Glorieta y el puente del km 20.

La vitrina de los burros, parece una vitrina de museo, de esos que resguardan reliquias o piezas pequeñas de arqueología, pero esta vitrina, en la parte trasera de la camioneta, lo que resguarda son burros.

Aquí en Juárez he visto vender burritos en bicicleta, en hieleras, en restaurantes, fondas, en triciclos, burreras, en cajuelas de coches, en cajas, en triciclos, etc, etc… pero nunca los había visto exhibidos todos frente a ti en una vitrina y en su respectiva cajita transparente (como del tamaño de una caja de zapatos, pero de cristal).

“Los burritos estrellas y por los que vienen hasta aquí, son los de prensado, de brisket y de barbacoa… Se paran muchos viajeros y traileros que van a agarrar carretera”.

¿Y por qué no se esperan para los burros y quesadillas de Villa Ahumada?... pregunto.

“Por mi sazón, cada burro sabe a de lo que son”.

¿Quién los prepara?

“Mis hijos y mi esposa y yo los vendo… Es un negocio 100 por ciento familiar… Andamos de pie desde las cuatro de la mañana, preparando los guisos y acomodando los burritos en sus dispensadores”.’

¿Tiene nombre su burrera?

“No… Me conocen como los burros de “Don Chilo” y otros dicen “los burritos del primo”.

Cecilio me dice un pequeño secreto:

“De tras de la vitrina hay un pequeño horno que mantiene calientitos a los burritos… Burritos calientitos de las ocho y media a las cinco de la tarde… de sol a sol”.

De regreso mis cuatro burros van de copilotos… Bajo a la ciudad y llego a mi cantón. 

Con gran emoción y calma compruebo que los burritos son una delicia. Primero me ejecuto dos y dejo dos para el resto del día. (Eran de barbacoa, chicharrón de cuero, de chile pasado y de prensado. 

Así conocí los burros de vitrina de la Glorieta del kilómetro veinte.

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