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Salud

Esperanza contra el cáncer

Cada año en México se presentan entre cinco y seis mil casos nuevos en menores de 18 años

Daniela de la Mora / Mariana Montes
Agencia Reforma

lunes, 09 agosto 2021 | 10:08

Archivo / Agencia Reforma

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Ciudad de México— Cada año en México se presentan entre cinco y seis mil casos nuevos de cáncer en menores de 18 años, entre los que destaca la leucemia, que representa el 50 por ciento del total; linfomas, el 15 por ciento, y tumores del sistema nervioso central con 10 por ciento, de acuerdo con cifras del 2019 de la Secretaría de Salud.

Cálculos de 2020 de la Sociedad Americana contra el Cáncer en cuanto al linfoma no Hodgkin indicaron que en Estados Unidos aproximadamente 81 mil 560 personas (45 mil 630 hombres y 35 mil 930 mujeres) fueron diagnosticadas con linfoma no Hodgkin. Esto incluye tanto adultos como niños.

Y aproximadamente 20 mil 720 personas (12 mil 170 hombres y 8 mil 550 mujeres) morirán debido a este cáncer.

La mayor esperanza de tratamiento para estas enfermedades es el trasplante de células progenitoras hematopoyéticas, que se extraen de la médula ósea, sangre periférica o de cordón umbilical.

Brenda Acosta Maldonado, hematóloga del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), explica que siempre hay células que se están produciendo y se están eliminando en el cuerpo, pero cuando éstas se eliminan de más es cuando hay enfermedades hematológicas porque empieza a bajar la hemoglobina y las plaquetas.

"Las células madres son células especializadas. Tienen tres características: se puede hacer una copia exactamente igual de una sola, con todas sus propiedades (autorrenovación), luego esa sola célula va a todas las líneas de la sangre y se reproduce muchas veces.

"Es por esto que los tratamientos de células madres son tan importantes, una sola célula nos puede ayudar a hacer muchas células de la sangre", dice.

¿Qué es una terapia celular?

De acuerdo con Acosta Maldonado, la terapia celular es un procedimiento que reemplaza la medula ósea dañada, destruida o enferma por células madres o células progenitoras sanas que repoblarán otra vez la médula ósea con células buenas y volverán a reconstruir el sistema inmunológico.

"Para que funcione se utilizan dosis altas de quimioterapia, esto es para poder matar toda la médula ósea y con ella todas las células enfermas que pueden seguir escondidas.

Las células madres dan un rescate para que se vuelva a regenerar el sistema inmunológico, si no ponemos células nuevas no se recupera la sangre y no hay forma de que haya vida".

Acosta Maldonado menciona que el trasplante se utiliza más en las neoplasias o en los cánceres hematológicos con el objetivo de curar la enfermedad.

"Es el único tratamiento que tiene un potencial de curar las enfermedades malignas de la médula ósea, a veces no lo podemos hacer porque lamentablemente hay enfermedades que son muy agresivas, que tienen muchas alteraciones genéticas que no nos permiten hacer esto.

"Pero cuando no se puede, lo que sí se hace es que se mejora el control de la enfermedad. Ya hay muchos estudios en los que se han comparado quimioterapia y trasplante, y se ha visto que siempre que va acompañado de un trasplante la supervivencia del paciente es mucho más larga, el tiempo que dura sin que la enfermedad vuelva es más larga y da una mejor calidad de vida".

Los pacientes que son candidatos a este tratamiento son quienes tienen enfermedades malignas hematológicas, leucemias, síndrome mielodisplásico o linfomas. Enfermedades como la esclerosis múltiple o que están relacionadas con problemas reumatológicos siguen en proceso de estudio.

Dos tipos de transplantes 

Acosta Maldonado, hematóloga del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), explica que existen dos tipos de trasplante: autólogo y alogénico. Y cada trasplante depende del área en el que se extraen las células madre.

"El trasplante autólogo es cuando las células madres provienen del mismo paciente, para esto al paciente se le tuvo que dar quimioterapia y la enfermedad debe estar controlada. Se dan ciertos medicamentos, se sacan células y se guardan. Este trasplante es el más sencillo, el más económico, el que tiene menos riesgos y tiene muy buenos resultados", dice la especialista.

"El trasplante alogénico es un trasplante más complicado, para éste necesitamos un donador sano, porque las enfermedades son tan agresivas que no podemos utilizar las mismas células del paciente, porque la enfermedad va a volver. Necesitamos células que estén sanas, pero que también sean compatibles genéticamente con el paciente".

El trasplante autólogo sirve para el linfoma Hodgkin, linfoma no Hodgkin y mieloma múltiple, y el alogénico para enfermedades más agresivas como la leucemia linfoblástica aguda, leucemia aguda mieloblástica, anemia aplásica, síndrome mielodisplásico y aquellos linfomas que son muy agresivos.

El tratamiento

De médula ósea: Se entra con aguja a una parte de la cadera y se saca una gran cantidad de sangre de la médula ósea. Se necesita un litro de sangre para un adulto, el donador tiene que entrar a quirófano y estar sedado, para que se pueda extraer la sangre.

Sangre periférica: Actualmente es el tratamiento predominante, se sacan las células madres de la circulación, que se captan a través de un catéter y a través de una máquina especial se aíslan las células madre y se regresa la sangre al paciente. Da menos riesgo a los donadores y es menos costoso.

Cordón umbilical: después del alumbramiento de un bebé, de la placenta se extraen las células madre, se preparan y se guardan en pequeñas bolsitas.

Las ventajas es que estas células requieren menos compatibilidad porque son células nuevas que nunca han estado expuestas a nada y es más fácil que el cuerpo las acepte; sin embargo, se extraen pequeñas dosis de células y no son suficientes para un adulto, se sigue utilizando más en niños.

¿Qué hay detrás de desmayos y palpitaciones?

Probablemente conozcas a alguien que, desde la primaria, se desmayaba al ver sangre, permanecer de pie durante los Honores a la Bandera, durante un calor intenso, estar nervioso por presentar un examen o tener un susto.

Esa persona quizá tenga disautonomía, un cuadro clínico sumamente común y mayormente benigno, pero raramente diagnosticado, apunta Luis Eduardo González, médico cardiólogo.

De hecho, es tan frecuente que es altamente posible que conozcas a alguien con esta afección, o incluso tú vivas con ella.

"Los pacientes llegan al consultorio cuando tienen desmayos o palpitaciones muy intensas, que es otro signo de la disautonomía. También, lo más frecuente es que se quejen de mareos al levantarse, de sentir el corazón acelerado cuando están en reposo, de sudoración sin causa aparente, e incluso de la sensación de temperatura: por ejemplo, si todos en la oficina tienen calor, ellos tienen frío", explica.

La raíz de esta disfunción, que viene de nacimiento, está en las alteraciones del sistema nervioso autónomo. Éste es el encargado de regular todas aquellas funciones no controladas por el individuo, como el latido cardíaco, la respiración, la presión arterial y hasta el movimiento intestinal, explica González.

"Estamos hablando de que hay una especie de lentitud: las personas (con esta afectación) pueden hacer deporte sin problema, pero cuando están sentados el corazón comienza a latir más rápido. Esto es lo que asusta a los pacientes, porque piensan: ¿cómo puedo estar agitado si estoy en reposo?

"Además, suelen tener lentitud en la regulación de la presión: si estamos sentados o acostados, la presión arterial está naturalmente baja, y debe subir apenas nos pongamos de pie. Pero en el caso de alguien con disautonomía, esta regulación de la presión suele ser lenta. El resultado es que, como la presión no sube, sienta el mareo que ya comenté".

La actual pandemia de Covid-19, añade el médico, ha provocado que incluso gente que presentó un caso leve de la enfermedad viral desarrolle disautonomía, lo que subraya la importancia de generar conciencia sobre este cuadro de síntomas.

Diagnóstico oportuno

Decir que la disautonomía es mayormente benigna significa que no causará la muerte del paciente, aunque no por ello dejará de afectar su rutina diaria, apunta el cardiólogo González.

"Muchas veces dicen que la gente (con esta alteración) se siente así porque es preocupona o porque es ansiosa. Incluso hay pacientes que lloran en el consultorio al escuchar el diagnóstico de disautonomía porque por fin saben qué es lo que está pasando y sienten calma.

"Es verdad que (la afección) no mata, pero provoca mucho malestar. También es cierto que, al sentir las palpitaciones y la falta de aire, la persona siente que va a morir. Entonces, estamos ante un círculo desagradable donde la persona con disautonomía va con el doctor y (éste) justamente le dice que no tiene nada".

Un cardiólogo es capaz de diagnosticar la disfunción al conocer los síntomas, apunta el médico González.

Lo único que es recomendable hacer, añade, es practicar un electrocardiograma y una ecografía para descartar enfermedades del corazón.

"Por último, el tratamiento va a depender de los casos particulares. Por ejemplo, si el signo prevaleciente en el paciente es la baja presión, lo vamos a hidratar más: le vamos a pedir que tome de dos a tres litros de agua diarios.

"Podemos recomendar evitar los lugares encerrados y calurosos, o evitar los cambios bruscos de posición. Si la persona tiene palpitaciones, le podemos dar un medicamento".

Lo más importante, concluye, es acudir al médico si experimentas algunos de los signos mencionados. Un diagnóstico de disautonomía puede ser el primer paso hacia una mejor calidad de vida.

Éstos son algunos síntomas de la disautonomía:

- Desmayos

- Palpitaciones

- Mareos al levantarse

- Sudoración en reposo

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