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Opinión

Y su morral, ¿cuánto pesa?

Al terminar el 2020 es inevitable voltear a ver dos cifras que siguen trastocando la vida fronteriza: la pandemia y la violencia en nuestro entorno social

Carlos Irigoyen
Analista

viernes, 04 diciembre 2020 | 06:00

Al terminar el 2020 es inevitable voltear a ver dos cifras que siguen trastocando la vida fronteriza: la pandemia y la violencia en nuestro entorno social; feminicidios, asaltos, ajustes de cuentas, suicidios, violencia familiar. Al día 2 de diciembre suman 21 mil 778 contagios de Covid con dos mil 160 fallecidos y en homicidios dolosos más de mil 440. 

Hay que agregar la presión económica que rodea a los juarenses, un estilete punzante y doloroso, que genera una intensa presión para el desarrollo armonioso de la sociedad. En este contexto, ¿cómo le podemos decir que todo va “requetebién” y que la pandemia cayó “como anillo al dedo”? Porque eso nos recita desde el “púlpito de las mañaneras” el presidente, y también por muchos esfuerzos que hagan los gobiernos estatal y municipal por informar, convencer y persuadir; son las acciones que castigan ciertos comportamientos, las que tienen una mayor efectividad. 

El 2020 trajo a nuestra ciudad los retos que nunca habíamos enfrentado al mismo tiempo: pandemia, violencia, sin clases presenciales, calentamiento social, incertidumbre económica, migración constante, un confinamiento que afecta incluso la salud mental, el aislamiento, el hartazgo comunitario, una contracción en el consumo e incluso la ajetreada vida entre Juárez y El Paso hoy está estancada.

Ya nos cerraron dos fines de semana la actividad económica y aun así como sociedad seguimos haciendo caso omiso de las especificaciones de cuidados y prevención de los contagios; en muchas ocasiones la sana distancia brilla por su ausencia en alguna fila o hay un “olvido” del uso del cubrebocas o mal uso del mismo al ponerlo al “ras de la papada”. Sería interesante saber cuántos negocios “tronaron” por esta medida, tomada desde gobierno, pero auspiciada por la irresponsabilidad de una parte de los ciudadanos que no creen o siguen sin percibir las graves consecuencias de la pandemia. 

Cuántas fiestas clandestinas de jóvenes han sido reventadas, cuántas reuniones sociales escandalosas han atendido los servicios policiacos, sobra decirlo, pero hay que afirmarlo; con los excesos de la juventud, los retos del seno familiar y la ausencia de las medidas de higiene y seguridad en los jóvenes se presenta un fenómeno muy grave por el aislamiento al que están sometidos, una especie de bloqueo mental que conduce a una situación psicológica de alta vulnerabilidad; si en 2010 aquella generación que vivió el estigma de la violencia en los más altos niveles refería su encierro como el “secuestro de su juventud” hoy, ante la negativa de poder salir y el temor de contagios si se hacen reuniones privadas ¿cómo lo definimos? Es un problema multifactorial y requerirá no solo de las vacunas para maniatar los problemas físicos, habrá que desarrollar una estrategia para afrontar los problemas emocionales y psicológicos que nos dejará la pandemia, el no poder despedirse de un ser querido porque murió a causa de Covid debe ser un generador intenso de sensaciones de desamparo, frustración, impotencia y enojo. 

Sirva esta columna para agradecer profundamente a todos aquellos que están inmersos en el sector salud cumpliendo a carta cabal con su vocación, atendiendo a los enfermos y librando la más férrea batalla contra el virus, lo invito a que cuando vea a un servidor de esta industria mostremos reverencia ante su delicada situación, un gracias nunca está demás y puede ser un bálsamo para su calvario muchas veces acentuado por la falta de material, de equipo, de herramientas y de comprensión en los diferentes hospitales y centros de salud. 

Y para rematar, tiempo electoral. Aquí entran las “damas de la caridad” o los “justicieros sociales” que no hacen más que tratar de subir una escala política sin más compromiso social que sus propios y mezquinos intereses. Sensibilidad antes que nada señores suspirantes a puestos de elección popular, la mezquindad es de bajo costo y lo barato sale muy caro.

Viene pues un 2021 que marca retos muy fuertes en la vida fronteriza, y a usted estimado lector, ¿cuál será su mayor preocupación? Porque nadie sabe cuánto pesa el morral más que el que lo carga. 

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