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Opinión

Vivir o al menos sobrevivir

Ha muerto Humberto Maturana, el gran biólogo filósofo

Pablo Héctor González Villalobos
Analista

lunes, 10 mayo 2021 | 06:00

| Pablo Héctor González Villalobos

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Ha muerto Humberto Maturana, el gran biólogo filósofo. Chile y el mundo han perdido a uno de sus grandes pensadores. Maturana, formado en Santiago, en Inglaterra y en Estados Unidos, nos dio una definición de vida que revolucionó el pensamiento y tuvo impacto mucho más allá de las fronteras de la biología. Hay vida, postuló, allá donde hay autopoyesis, es decir, capacidad de autocreación o autogeneración. El ejemplo clásico es la capacidad del cuerpo para sanar una herida física mediante mecanismos autónomos. La cortada en el brazo cierra y cicatriza. Se puede incluso llegar a casos extremos, como en el personaje de la película Renacido de González Iñárritu, con la que ganó uno de los varios Oscares que se le han concedido. El cazador que, contra todo pronóstico, sobrevive, estando completamente solo, a las heridas causadas por un animal salvaje, está más vivo que nunca a pesar de que, paradójicamente, al mismo tiempo se encuentra moribundo.

De manera inversa, un ser muere (deja de tener vida) en el momento en que pierde la capacidad de regenerarse por sí mismo. El concepto de vida y de muerte que nos hereda Maturana, permite distinguir a los seres vivos de las máquinas. Cuando éstas se descomponen necesitan de la intervención externa del mecánico para ser reparadas. 

En algunos casos los mecanismos de supervivencia llegan a ser extraordinarios. Los osos, por ejemplo, cuando hibernan, son capaces de reciclar toda el agua y los minerales que su cuerpo necesita para mantenerse vivos durante meses sin comer ni beber. No faltan los médicos que sueñan con lograr en el ser humano la producción de mecanismos análogos a la hibernación. Un reto que, hasta ahora, ha resultado utópico.

Aplicado al campo más amplio de la teoría de sistemas, los mecanismos homeostáticos que permiten compensar y corregir desequilibrios o fallas en el sistema, equivalen a la autopoyesis del ser vivo. Las instituciones que soportan embates y corrigen rumbos a pesar de un entorno crítico, son un ejemplo de ello. 

En el campo del espíritu ocurre lo mismo. Seguiremos vivos, espiritualmente hablando, siempre que conservemos la capacidad para levantarnos cuando caemos, de corregir el rumbo, de enmendar nuestros pecados. Cuando se produzca una caída de la que no seamos capaces de levantarnos, nuestro espíritu habrá muerto.

Tengo para mí que en estos tiempos de crisis la reflexión sobre la vida como capacidad de autorregeneración es oportuna. Decía Platón que la justicia del alma consiste en el gobierno de la pasión, por orden de la razón y con la fuerza de la voluntad. 

Así, espero que podamos seguir vivos. Que al menos sobrevivamos a estos tiempos convulsos. Que tengamos la claridad de la razón y el coraje de la voluntad para levantarnos cada vez que caigamos, sin importar cuántas veces haya ocurrido. En ello nos va el futuro. Porque como dice la canción de Joan Manuel Serrat, antes que nada y a pesar de todo hay que sobrevivir. 

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