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Opinión

Una palabra por Andrés Valles

El centro sigue sin entender a Chihuahua. Si piensan que el tema era electoral están totalmente equivocados. Ahí tuvo un reflejo ciertamente, pero a causa de la enorme torpeza con la que lo abordaron

Arturo García Portillo
Analista

viernes, 30 julio 2021 | 06:00

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No lo conozco. Como muchos fuera de su zona de liderazgo, sé de su existencia, su detención y los motivos, por las notas de prensa. He visto las fotos de un hombre maduro, de pelo cano y escaso, bigote tupido, la estampa clásica de un trabajador de campo con el rostro curtido por el sol, recio. Y lo menos que puede uno pensar, con un mínimo de sensibilidad, es qué delito tan grave habrá cometido como para ser privado de su libertad. 

Pero tengo la creencia de que no necesitamos hablar o ver físicamente a una persona para conocerla. Por un hombre hablan sus hechos. Aunque no he estado en la zona del conflicto por el agua, no entiendo metros cúbicos de más o de menos, tratados internacionales, políticas públicas de manejo de esos recursos, competencias federales y estatales, como muchos chihuahuenses, me he convencido fácilmente de que la causa de la defensa del agua es algo que nos interpela a todos, nos unifica, y por tanto quienes luchan por ello merecen nuestra solidaridad. Y si una persona llamada Andrés Valles pasa a la acción y aceptó encabezar ese movimiento, ese solo hecho tiene mi reconocimiento y respeto.  

Los medios periodísticos dicen que es acusado de diversos delitos por los que le han asignado prisión preventiva. Aún no es declarado culpable de nada, la investigación está en curso. Se dice que los elementos para esto han provenido de acusaciones de diversas dependencias federales, pero también del Gobierno del Estado de Chihuahua. Recordemos que, en el inicio de este problema, cansados de reuniones interminables, sin una solución y el intento de imponer unilateralmente las condiciones por parte del Gobierno federal, los agricultores de la zona de riego del río Conchos hicieron diversas manifestaciones de protesta, acciones de todo tipo, la gran mayoría pacíficas. 

Yo no puedo justificar acciones de daño a patrimonio público, si ese es el motivo que esgrimen. Pero puede entender el nivel de frustración y enojo cuando ante el diálogo y la manifestación pacífica, la respuesta fue la cerrazón. Las cosas se agravaron cuando un elemento de la Guardia Nacional disparó contra unos agricultores indefensos, matando a una mujer, Jessica Silva. Y de los responsables apenas sabemos poco más que sus nombres.

Lo siguiente es más claro y fundamental. En todo el país hay manifestaciones de protesta diariamente. En muchos casos han derivado en disturbios, daños a propiedad púbica y privada, algunos muy elevados y otros incluso incuantificables. Solo cito las marchas en la Ciudad de México que realizan feministas (o dicen serlo), estudiantes (o dicen serlo). Y luego la toma de las vías del tren o carreteras por maestros (o dicen serlo) de Michoacán. Solo que en estos casos no solamente justifican tales desmanes, sin que casi parecen pedirles disculpas. He escuchado a representantes de la izquierda radical excusándolos, diciendo que “no se puede criminalizar la protesta social”. 

El propio presidente López Obrador es quien empezó con el mal ejemplo. Cuando se quejó de fraude en Tabasco tomó pozos petroleros, y llamó a huelga de pagos a CFE. Esta última derivó en adeudos multimillonarios a la paraestatal, que apenas, convenio y quitas exorbitantes de por medio, se van resolviendo. Luego la toma de avenida Reforma, con cierres y afectaciones de negocios.

Entonces no se trata justificar el quebranto a la ley en nombre de la causa más justa. Se trata de decidir si la ley se aplica parejo o de forma selectiva. Entre las torcidas líneas del expediente, mal puede esconderse un acto de venganza, un mensaje político. Ahora resulta que un agricultor que defiende el agua merece la cárcel, y Emilio Lozoya, que supuestamente ha defraudado a los mexicanos con cientos o miles de millones de pesos, si puede seguir su proceso libre en su lujosa mansión. O los narcotraficantes más tozudos merecen abrazos, y un trabajador que se levanta antes del sol para proveernos de alimentos, merece toda la sospecha de peligrosidad y por ello debe estar sometido. 

Algo no anda bien en un país en el que hay laxitud para justificar los desmanes de gente perversa cuando son de su mismo corte ideológico, y por el contrario aplican una energía de acero cuando se trata de cobrar el enorme agravio de levantar la voz, defender su patrimonio y su gente, causando él, eso sí, para ellos, el enorme delito de hacer enojar al presidente. 

El centro sigue sin entender a Chihuahua. Si piensan que el tema era electoral están totalmente equivocados. Ahí tuvo un reflejo ciertamente, pero a causa de la enorme torpeza con la que lo abordaron. No honramos nuestro estado, a su historia y valores, si callamos o somos agachones ante este nuevo atropello. Andrés Valles, a quien no conozco, no puede estar en la cárcel.

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