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Opinión

Texas es un desastre, pero la Madre Naturaleza no se merece toda la culpa

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Ruben Navarrette Jr. / The Washington Post

miércoles, 03 marzo 2021 | 06:00

San Diego– California y Texas están inmersos en una gran rivalidad estatal.

Yo soy el producto de un matrimonio mezclado, mi mamá es del sur de Texas y mi papá es del centro de California. Mi abuelo materno, Samuel, llevó a su familia de trabajadores migrantes al Estado Dorado en los años 1950, debido a que escuchó el rumor de que a los jornaleros del oeste les pagan 50 centavos más por cada hora.

En California, la gente es estrafalaria pero la temperatura es maravillosa.  En Texas, las personas son grandiosas pero la temperatura es estrafalaria.

Y es brutal, pero Texas la ha soportado. Los candentes veranos, los inviernos congelantes y por lo menos una docena de días agradables durante la primavera y el otoño. Los tornados y huracanes, la lluvia congelante, humedad, y granizo del tamaño de una pelota de golf. Si las langostas descienden del cielo, uno sabe adónde se dirigirán.

Hasta los desastres son más grandes en Texas. En este mes, la Madre Naturaleza causó percances en el Estado de la Estrella Solitaria. Pero recordemos el factor humano. Fueron los funcionarios estatales y locales los que provocaron que Texas resultara afectado.

Tal vez, nada hubiera preparado a los texanos para una tormenta de nieve que ocurre una vez en un siglo y que impactó a la mayor parte del estado, y provocó toda esa destrucción cuando las fichas del dominó empezaron a caer.

¿Pero acaso no es la prioridad del Gobierno el proteger a sus ciudadanos preparándose para lo inimaginable e impensable?

Lo siento, los californianos no podemos ayudarlos en eso. Nuestro estado estuvo agobiado durante el año pasado debido a que California no pudo manejar el Covid-19 al igual que Texas no pudo manejar esa fuerte nevada.

En ambos estados, el desastre expuso las fallas del gobierno.

Los conservadores han dicho durante años que los demócratas han arruinado a California imponiendo altos impuestos, regulaciones opresivas, una pesada burocracia y un gobierno que domina cada aspecto de la vida de las personas.

Eso sería muy justo.  Aun como nativo de California y que he pasado las cuatro quintas partes de mi vida en este bello aunque en algunas veces problemático estado, lo voy a aceptar.

Pasé cinco años viviendo en Texas, escribiendo para The Dallas Morning News. Así que, no me sorprendió ver –con bajos impuestos, una laxa regulación, infraestructura de cartón y un gobierno que ha permitido que la gente se defienda como pueda– que los republicanos han dejado fracturado a Texas.

No importa lo que está impreso en las camisetas, el eslogan de ese estado realmente no es “No se metan con Texas”, más bien es “Ustedes están solos, amigos”.

Me disculpo por mis colegas de los medios de comunicación que saltaron de tema a tema como abejas que van de flor en flor. Cansados de cubrir los apagones y la escasez de agua y lo que será un largo proceso para reinstalar la tubería y reconstruir las casas, aunque están más preocupados que el senador republicano Ted Cruz, quien se fue a Cancún con su esposa e hijas durante la crisis.

Hay que bendecir sus corazones, ya que el Cuarto Poder podrían ser idiotas de primera clase.

Sin embargo, de vuelta a Texas, millones de personas necesitan comestibles, gas, agua, servicios de plomería, reparar sus viviendas y cualquier cosa que ustedes puedan imaginar.

La mayoría de los texanos nunca pensó que el Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas, que opera la red eléctrica y maneja el mercado desregulado de energía en el 75 por ciento del estado. Resulta que ERCOT no es tan confiable para distribuir la electricidad y muchos de los miembros de su Consejo no viven en Texas.

Los texanos podrían recordar nostálgicamente el mes de enero, cuando lo único de lo que deberían preocuparse es de la pandemia global que ha provocado la muerte de más de 500 mil estadounidenses. Por lo menos, eso es manejable si uno acata las reglas –usar mascarilla, mantiene la sana distancia, cerrar los negocios y aplicarse la vacuna.

El problema de Texas es complicado. Se supone que es un estado que está a favor de los negocios, pero cuando se trata de servir y proteger a sus ciudadanos –no puede hacerlo.

No es suficiente decir que los texanos despertaron en este mes en un país del Tercer Mundo. Sin electricidad ni agua corriente, muchos de ellos se encontraron en otro siglo.

Pensemos en toda esa gente y negocios que –en los últimos 10 años– huyeron de California y otros estados en donde se pagan altos impuestos para mudarse a Texas, debido a que allí no se aplica el impuesto estatal a los ingresos.

Bienvenidos al primer curso de Economía Estatal. No cobrar impuestos estatales a los ingresos significa que el estado corre con una sola agujeta y en algunas ocasiones la agujeta se rompe. Cuando eso sucede, ustedes se la tienen que arreglar solos.

Los funcionarios republicanos de Texas han pasado los últimos 30 años creando su propia religión de auto-resiliencia, gobiernos más pequeños y menos impuestos.

Los texanos son tan rudos que pueden arreglárselas solos. No necesitan ayuda del Gobierno. Eso es para los estados demócratas débiles que cobran altos impuestos.

¿Pero cómo les ha ido con eso?

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