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Opinión

Sistema educativo en crisis

El sistema educativo en general de nuestro país, vive hoy una de las peores crisis de todos los tiempos

Francisco Ortiz Bello
Analista

domingo, 28 mayo 2023 | 06:00

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El sistema educativo en general de nuestro país, vive hoy una de las peores crisis de todos los tiempos desde que está formalmente instituido, como una obligación del Estado y como un derecho de niñas, niños y adolescentes a la educación de calidad, laica, gratuita y obligatoria. No recuerdo un momento más comprometido para la educación en México que el actual.

Y las cosas en Chihuahua están igual o peor que en el resto del país, en cuanto al tema educativo, llegando ya a límites y excesos verdaderamente preocupantes y alarmantes, por el nivel de permisividad que se ha instaurado en las escuelas, so pretexto del respeto al derecho de los niños, niñas y adolescentes, invocando incluso acuerdos y tratados internacionales sobre el tema.

Recientemente, se han suscitado casos extremos de violencia entre alumnos de bachillerato, incluso de secundaria, que han superado por mucho las más elementales normas de convivencia entre alumnos, llegando incluso al asesinato mismo, contratando “alumnos sicarios” para tal efecto, o a herir con arma blanca a un padre de familia que intentó mediar en una pelea entre alumnos. Quien navajeó al padre de familia fue un alumno compañero de su hijo, de escasos 14 años de edad.

Por eso afirmo que no es una exageración asegurar que, nuestro sistema educativo, vive una de sus peores crisis de todos los tiempos, una crisis de falta de institucionalidad, de formalidad, de aplicación de reglas y de reforzamiento de valores entre los alumnos.

El domingo pasado en el programa Pido la Palabra que conduzco junto a la periodista Gaby Téllez, por canal 44, abordamos el tema de la violencia y agresividad en centros escolares con Maurilio Fuentes, subsecretario de educación zona norte, con Martha Sánchez presidente de ROTMENAS (Red de Organizaciones dedicadas a la Prevención y Atención de Trastornos Mentales, Neurológicos y por abuso de Sustancias) y con Arturo Herrera, catedrático e investigador de la UACJ, especialista en temas de seguridad y prevención, y la verdad es que el panorama se presenta sombrío para la educación en nuestro estado. Quien tenga interés en ver el programa completo este es el vínculo: https://tinyurl.com/2jn8gcdn.

Los niveles de violencia y agresividad que hoy se viven en las escuelas de Juárez, de Chihuahua, es verdaderamente preocupante, porque se trata de violencia y agresiones ejercidas por los mismos alumnos en contra de compañeros, de maestros, de directivos y hasta de padres de otros alumnos. Por eso afirmo que es ya una crisis de dimensiones incalculables, tanto en tamaño como en consecuencias.

Y lo peor del caso es que se trata de una violencia “tolerada”, permitida al amparo de los diversos ordenamientos nacionales e internacionales que dicen proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes, situación que deja a maestros y padres de familia literalmente indefensos y a merced de “niños empoderados” que amenazan con denunciar a quien se atreva a corregirlos, educarlos o sancionarlos por sus conductas, en muchos casos literalmente delictivas.

Debo decir que estoy completamente de acuerdo con cualquier ley u ordenamiento que proteja a los niños y niñas, cualquier avance en ese sentido debe ser apoyado y promovido, pero también estoy de acuerdo en una sociedad ordenada, en donde las reglas de convivencia sean respetadas por todos sus integrantes, esa es la única forma de lograr una plena y sana convivencia social. Respeto, orden, solidaridad y empatía entre los miembros de una comunidad.

Es por eso que afirmo que, sancionar a un menor de edad porque incurre en faltas a esas reglas de convivencia, de ninguna manera puede ser considerado como un atentado a sus derechos, plenamente consagrados e identificados en sendos tratados y acuerdos internacionales.

Inculcar en los menores el respeto irrestricto a maestros, padres y diversas autoridades escolares, es un principio fundamental de orden, que debe ser acatado por los menores, y, en caso que no sea así, deben obligarlos a hacerlo o recibir las sanciones correspondientes.

Trataré de poner un ejemplo práctico y muy simple. De acuerdo con la constitución tengo el absoluto derecho de poseer un automóvil y circular libremente por las calles de mi país, de mi ciudad, por tanto, percibo que la autoridad atenta contra ese derecho cuando me obliga a ponerle placas a ese vehículo, cuando coloca semáforos que obstaculizan mi libre circulación, en consecuencia, dado que se violan mis derechos, decido circular en mi auto sin placas, y pasándome todos los altos que encuentre en mi camino ¿qué me va a ocurrir? ¿Qué pasará con esta actitud? ¿Es correcta?

Desde luego que no es una actitud correcta. Yo, como cualquier otro automovilista estoy obligado a respetar las reglas de vialidad, todas las leyes y reglamentos en ese sentido y si no lo hago, me deben aplicar las amonestaciones y sanciones a que me haga acreedor por trasgredir las reglas de vialidad y, por ende, la paz social.

Bueno, pues exactamente eso mismo debería de ocurrir en las escuelas desde kínder hasta la universidad. Si bien la formación en valores y principios se da en el hogar desde la más tierna infancia, es en los primeros años escolares en los que la escuela, y los docentes, refuerzan esos valores, para formar ciudadanos respetuosos, educados y civilizados. Eso, hoy, no está ocurriendo.

Es por eso que, hoy más que nunca, cobra relevancia la frase “La escuela volverá a ser el segundo hogar de los alumnos, cuando el hogar vuelva a ser la primera escuela”, he escuchado a muchos maestros y maestras de kínder, primaria y secundaria quejarse de lo mal educados que llegan los alumnos al aula, sin valores, sin principios de respeto, honestidad e integridad personales, lo que necesariamente desencadena en comportamientos abusivos y hasta agresivos hacia sus compañeros y maestros.

Sin embargo, lo más grave y preocupante viene después, cuando directivos y docentes pretenden imponer el orden (así debe ser el orden, se impone, no se pide), y corregir o sancionar a los alumnos problemáticos, reciben de los “pobres e inocentes niños” a cambio, tremendas palabrotas de insulto y hasta amenazas, no exagero, he sabido de casos en los que incluso, amenazan con denunciar a maestros por tocamientos indebidos, aunque estos no existan. Así es, los patos tirándole a las escopetas.

El siguiente dialogo es real, completamente real, fui testigo presencial del mismo, ocurrió en una escuela de la ciudad entre una maestra (52 años de edad) y una alumna de sexto año de primaria (11 años): 

Maestra: No puedes comportarte así con tus compañeritos, debes respetarlos.

Alumna: Yo me comporto como quiero y tú no eres nadie para decirme cosas, mi papá te paga, eres como las gatas de mi casa (sic), y si quiero hago que mi papá te corra.

Maestra: Está bien, entonces te llevaré a la dirección para hacer el reporte y que venga tu papá por ti.

Alumna: No voy a ningún lado y nada más tócame y verás como te va, empezaré a gritar y diré que me querías pegar o tocar o algo.

La maestra, movió la cabeza, hizo un mohín de disgusto, se tragó el coraje y se retiró del lugar. La alcancé sobre el pasillo y le pregunté por qué había decidido no hacer nada, y con los ojos llenos de lágrimas por el coraje y la impotencia, solo atinó a decirme:

- ¡Ande! No conoce al papá, es bien grosero y si le mandamos reporte vendrá aquí a insultarnos a todos y a gritonear, como ya lo ha hecho otras veces.

En ese momento, comprendí perfectamente bien la conducta de la niña. Ella es así porque eso es lo que ve en casa, eso es lo que aprende en su hogar, y hoy por hoy, los maestros están impedidos, o al menos eso piensan ellos, por las supuestas leyes que dicen proteger a los niños, niñas y adolescentes. Debería existir una Ley que los proteja de ellos mismos.

¿Qué será de esa niña cuando sea adulta? Sin duda alguna será una trasgresora social, buleadora y abusona, quizá no llegue a cometer delitos, pero será un dolor de cabeza para todos quienes convivan con ella, abusará siempre de quien se lo permita, hasta que encuentre alguien, porque siempre hay alguien más fuerte y más abusón, que le ponga un alto. Y no será precisamente de la mejor manera. Imaginemos el tamaño del problema si multiplicamos a esta niña por tantos alumnos como hay en los planteles escolares de la ciudad. El problema es muy grave.

Ojalá que las autoridades escolares de Chihuahua recapaciten a tiempo y retomen el importante papel que tienen de formar buenos ciudadanos, respetuosos de las leyes y del orden, o de lo contrario todos pagaremos las consecuencias en un futuro no muy lejano.

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