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Opinión

Ser maestro: no es tan fácil como se piensa

La semana pasada se festejó el Día del Maestro. Sé que para muchos ser maestro es un trabajo tranquilo, muy alineado al conformismo y en cierto modo con facilidades para gozar de amplia zona de confort

Elvira Maycotte
Escritora

miércoles, 24 mayo 2023 | 06:00

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La semana pasada se festejó el Día del Maestro. Sé que para muchos ser maestro es un trabajo tranquilo, muy alineado al conformismo y en cierto modo con facilidades para gozar de amplia zona de confort, y lo sé, porque yo misma lo pensaba así hasta que hace poco más de 25 años un maestro, de esos que dejan huella en la vida de quienes crecen a su sombra, me invitó a dar clases en la UACJ. Y pudiera ser así, no lo niego, más para la mayoría de los maestros a nivel superior que conozco, no lo es.

Por lo general en este espacio abordo temas relacionados con la ciudad y cuestiones que suceden en ella, mas hoy, toda vez que mi quehacer gira en acompañar durante su formación a los futuros arquitectos, diseñadores urbanos y estudiantes de posgrado en planificación y estudios urbanos, es oportuno referirme a ellos toda vez que su ejercicio profesional tendrá lugar eminentemente en el ámbito urbano.

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Como docente, ciertamente debo confesar que cada semestre por iniciar se renueva en mí una mezcla de sentimientos un poco rara: van desde la incertidumbre y curiosidad, y en muy buena medida la necesidad de reconocer aquellos elementos que, dentro del marco de la actualización constante a la que debemos someternos, deberán de ser incorporados al contenido de cada curso. Porque, como se sabe, aun cuando se haya impartido la misma materia en semestres anteriores, la dinámica interna de cada grupo trae consigo distintas perspectivas que plantean nuevos horizontes: hay alumnos ávidos de aprender que exigen y en el buen sentido también te cuestionan para que tú, docente, no los límites, para que no defraudes sus expectativas.

Constantemente, recuerdo la premisa de que una universidad que se precie de serlo, nunca ha de ser repetidora de conocimientos, sino más bien, debe generarlos. De aquí la importancia de promover y favorecer la investigación entre docentes como también en alumnos: la investigación científica, esto es, ordenada y sistemática indiscutiblemente los llevará a ser autogestores de su propia formación tanto en su etapa estudiantil como en el futuro, cuando se encuentren en pleno ejercicio profesional. Una de las experiencias más felices para un maestro es ver en el rostro de un alumno la satisfacción de haber encontrado, por él mismo y a través de los caminos que reflexivamente determinó, la respuesta a cuestiones relacionadas con su carrera que antes no comprendía, que pensaba diferente o que no consideraba de tal importancia. 

Sembrar en ellos el hábito de poner en práctica el pensamiento crítico significa otro reto: que no crean del todo lo que se les dice ni siquiera porque viene de sus maestros; deben cuestionar, analizar la información obtenida por los diferentes medios, de los libros que se leen para luego, por su congruencia, evaluarlos en el marco de la razón.

Por ello, constantemente nos preguntamos: ¿Cómo es la ciudad que estamos construyendo? Es solo un arreglo de edificios y predios que obedecen a una visión particular, que produce, como hasta hoy, segregación, exclusión, polarización social y marginación? Y por tanto, ¿cómo debe ser la formación de los arquitectos para que se favorezca la habitabilidad no solo de las obras que diseña y construye, sino de la ciudad misma, ya éstas estarán ineludiblemente enclavadas en ella? Sin duda y para mitigar el egocentrismo que solemos tener los arquitectos, se deberá siempre contar con conocimientos de diseño urbano y de planeación y gestión de la ciudad a fin de complementar la formación disciplinar; el primero, para estar conscientes que es a través de él que se conforma el escenario donde las “cosas suceden” y el segundo, para trabajar interdisciplinariamente en “hacer ciudad”, esto es, en sumar las arquitecturas individuales para fundirlas premeditadamente porque así conviene, dado el interés mutuo de conformar una identidad y, sobre todo, el espacio común y socializante, porque entre mejor sea este, mayor será calidad urbana y la vida en la ciudad.

Así que, inspirada en el perfil del Arquitecto que propone la UACJ, se trata de que los estudiantes, todos, se asuman como ciudadanos, actores y libres, con visión amplia del mundo y comprometidos con el entorno, con capacidad para problematizar y dar respuestas pertinentes para su transformación bajo los principios de la ética. Mi gratitud por siempre al maestro que me colocó en el camino: el Mtro. Federico Ferreiro. También a todos mis alumnos: ellos han sido un factor sustancial que ha moldeado mi propia transformación. Son ellos, a la par o quizá más de los docentes en el aula, los que me han enseñado que al ser maestra se han quedado con un poco de mí ser y que, el área de confort, está tan distante como el deseo de poderlos acompañar en la mutua transformación.

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