Opinión

Septiembre, mes de memoria e historia

Es necesario decir no al olvido. México y su historia son más que fechas y conmemoraciones

Arturo Limón
Profesor investigador

domingo, 08 septiembre 2019 | 06:00

Es necesario decir no al olvido. México y su historia son más que fechas y conmemoraciones, son decisión, identidad, amor y trascendencia, porque con esos eslabones es que se teje la propia esencia.

Intentaré reseñar, desde lo más cercano a lo profundo de mi ser como mexicano, lo que son para mí estos cuatro atributos, los dos primeros  decisión e identidad en esta colaboración y amor y trascendencia en el próximo, lo prometo.

Comencemos…  

Siempre recuerdo con enorme cariño a los hombres y mujeres de Chihuahua, que un día en el verano de 1998, justo cuando pasé por El Valle de Juárez en campaña como candidato a gobernador, recibirme con la amabilidad fraterna y franca con que se recibe a un hermano, atendieron con singular interés  a la pregunta que les formulaba así: ¿Díganme por favor qué les trajo a habitar esta zona tan desértica?

Sólo contestaron de manera tal que me ilustraron: “Nuestros antepasados siendo mexicanos fueron despojados de sus tierras por los texanos (1845) en el siglo pasado y tenían dos opciones, se quedaban allá o emigraban y ellos decidieron venir aquí porque querían seguir siendo mexicanos”.

Ésta que parece ser una expresión sencilla, fue y es para mí entrañablemente profunda porque quienes nacemos en una tierra, estamos determinados a permanecer en ella de alguna manera; pero quienes optan dejarla para ser o permanecer dentro de una identidad, esos son los valientes, los que muestran la decisión de ser.

Esta decisión de ser y permanecer mexicanos, en el caso de ellos y de muchos que no canjean su ser, es a mi parecer clave en un tiempo como el que ha transcurrido en años pasados en el que se nos demandó por motivo de corrientes globalizadoras y neoliberales, apertura a todo exigiendo en algunos casos el vaciamiento de lo que no se puede canjear, la propia la identidad, y no hablo de un posicionamiento cerrado a ultranza  y chauvinista, sino hablo del resguardo de creencias, valores  y cultura que nos hace ser quienes somos en nuestro estilo de vida y pensamiento y aquí reitero un pensamiento que he atesorado desde que lo concebí y entendí a cabalidad: sé que pensar es tan esencial como respirar, si uno no lo hace, se muere, así sea un individuo o una nación.

Por ello en un momento como el que la Nación vive es vital pensar, decidir y manejar nuestra identidad nacional a cabalidad. He pasado el último semestre  de mi trabajo como profesor revisando de dónde venimos socialmente y culturalmente hablando como continente latinoamericano o americano en total, porque quien puede pensar que América tendría la vida que tiene sin Europa y África convergiendo en ella, acaso no fue Vicente Guerrero el descendiente de esclavos negros llegados al estado que hoy lleva su nombre, fue ahí donde nació el 9 de agosto de 1872  quien nos regalaría la frase síntesis que está en la pared principal de las cámaras y los congresos a lo largo y ancho  de la Nación Mexicana hoy  me refiero a la frase, La Patria es Primero.

Así, decisión de ser y permanecer como mexicanos indistintamente de quienes seamos nos hace serlo, recordemos que optamos por ser todos mexicanos de manera decidida en un pacto federal que cobra sentido si entendemos que este es, una lealtad superior por encima de las lealtades menores, un sentimiento de unidad que se teje más allá de las diferencias, que se mantiene unida, cual si fuera una cadena que nos suma a todos  y que esta es tan fuerte como sea el más débil de sus eslabones, trabajar por mantener la unidad nacional es una premisa sustancial hoy día, más allá de partidos, grupos de poder o facciones cualquiera que estas sean, el objetivo de la unidad ha de ser nuestro propósito,  no sólo en septiembre, sino en todo tiempo, un tiempo de unidad y de búsqueda de consensos más allá de los disensos propios de toda relación.

Por ello reitero hoy aquí un poema que llamé “Identidad”, lo hago con mucho gusto porque veo una sociedad mucho más receptiva a lo social y espero, de verdad lo espero que este tema de entender quiénes somos como mexicanos  lo podamos aquilatar en estos tiempos que parecen vertiginosos en los que el neoliberalismo y la globalización hicieron estragos en todo y en todos aun en nuestra identidad.

Identidad

Ahonda en la búsqueda y desarrollo

de tu propio ser y haz prosperar dentro

de ti la raíz y fructificar la expresión

de tu esencia.

Reclama como propio también lo que de valor tiene la cultura

universal e incorpóralo a tu

ser como legítima heredad.

Sé como hombre y pueblo el

genuino hacedor de tu rostro y

proyecto y no aceptes jamás

de fuera máscaras o rumbos

que no surjan de tu entraña.

Porque si no eres tú, no serás nadie

y el ayer que te creó como ser

singular y nación excepcional

traerá el reclamo de la pérdida

de identidad en el mañana.

El desafío de ser, parecer y

permanecer mexicanos

es hoy la premisa: vamos a

lograrlo con el genuino interés de

buscar ser mejores sin dejar de ser nosotros.

El reto de ser y permanecer

Este pensamiento que bien recuerdo fue escrito justo en Ciudad Juárez en 1993, en las conversaciones que pude participar con miembros de la Cámara de Diputados e integrantes del Senado de la República discutiendo sobre los impactos culturales, políticos económico e identitarios, que sobrevendrían a la Nación por motivo del Tratado de Libre Comercio que se acordó por Canadá, Estados Unidos y México establecer un tratado de libre comercio, el 5 de febrero de 1991 inician las negociaciones del TLCAN, por lo que el acuerdo comercial fue firmado por el presidente estadounidense George H. W. Bush, el 8 de diciembre de 1992, por el primer ministro canadiense Brian Mulroney, el 11 de diciembre de 1992 y por el presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, el 14 de diciembre de 1992. Asimismo, los tres países lo firmaron el 17 de diciembre de 1992 y entraría en vigor en el 1 de enero de 1994.

Traigo todo esto a colación porque así como en lo nacional a la cadena ha de mantenerse unida y fuerte en lo ambiental que es lo que más conozco. Desde siempre me ha preocupado la materia ambiental, económica y social, si asumo otra de mis primeras reflexiones sobre lo que llame cuando lo escribí justo a la mitad de los años ochenta que fue llamada justamente la década perdida.

Abundancia / Desolación

Puntos extremos del péndulo que en la realidad de México son constante de siglos.

Primero fue la selva virgen, después quedó el páramo yerto.

Igual fue un día el indio altivo hermoso y digno, después el dueño de la casa se hizo huésped indeseado.

Siguió el bosque generoso, quedó la erosión lacerante, han sido las minas pródigas, quedan en muchos casos sólo la añoranza de bonanzas idas.

El mar ha estado ahí dispuesto, y nos conformamos con observar su inmisericorde saqueo por manos extrañas.

Fuimos vanguardia de un auge petrolero, somos vergüenza de contaminación atroz.

Hay un continuo en este oscilar y es el hombre, el hombre de México.

El que hasta hoy, contrario a lo que ensalza nuestra historia, no ha logrado sentir que para él no hay alternativa.

Navega en un turbulento mar y su único refugio es su embarcación: México.

Si ésta se hunde, él estará perdido, porque los dólares saqueados, porque las selvas y bosques devastados, porque su litoral contaminado, porque el oprobio de ser quien vende a sus hermanos al mejor postor del capital trasnacional, que les esclaviza con un jornal exiguo.

Porque ese dolor y esa vergüenza traspasarán la barrera de la historia y se asentarán con su verdadero  realismo diciendo a la humanidad lo que nosotros hicimos del otrora vergel llamado México.

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