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Opinión

Santa Sofía

Están dándose acontecimientos históricos trascendentales en el mundo

Hesiquio Trevizo
Presbítero

domingo, 02 agosto 2020 | 06:00

“Cosas veredes”.

Mío Cid

Están dándose acontecimientos históricos trascendentales en el mundo. Nosotros, distraídos con el enésimo episodio del avión y con los nombramientos al vapor, no los percibimos. Uno de estos movimientos llamados a convertirse en un suceso histórico universal, es la conversión oficial de Santa Sofía en mezquita. Santa Sofía (hagía Sofía), construida por Justiniano I en Constantinopla, capital de Bizancio y consagrada para el culto cristiano en 537, es uno de los monumentos arquitectónicos más bellos e impresionantes del mundo, ahora es mezquita. Un golpe más al cristianismo ortodoxo. 

Para comprender el significado del evento es necesario conocer la historia de esos sitios donde tuvieron lugar sucesos decisivos en la historia universal, cosa que nos es difícil pues ni siquiera nos dimos cuenta de que Matachí ha cumplido 357 años “ab urbe cóndita”, obra de los misioneros jesuitas. Ni el Obispo ni el Ejecutivo estatal hicieron acto de presencia para celebrar tan señalado suceso pudiendo hacerlo y hacerse acompañar del algún ducho historiador que hiciese para los lugareños que quedan una reseña de la historia civilizadora de los misioneros jesuitas en nuestro estado.  

Volvamos al tema: Santa Sofía ha sido convertida oficialmente en mezquita un episodio más de la larga lucha del cristianismo en esa zona y en el mundo. La tesis es: la fatídica mezcla de religión y política que da buenos dividendos, pero luego cobra réditos muy altos. Recep Tayyip Erdogan se ha erguido como líder del islam, emulando a Mehmet II que en 1453 conquistó Constantinopla para el imperio otomano. Erdogan ha sido vitoreado por el mundo islámico. Y de pasada se afianza en su pretensión dictatorial. Hay que reconocer que el evento es mucho más trascendental y vistoso que el enésimo capítulo de la telenovela del avión. Oiga usted, medir las dimensiones físicas del Dreamliner con las dimensiones física de un humano, hace que la lógica formal reviente. La comparación solo es posible entre similares. O no tiene consejeros o no los oye o no lo quieren.

Dejemos que Andrés Mourenza, de El País, (24.07.20) y desde Estambul, nos narre el evento: Santa Sofía es ya una mezquita. La antigua basílica bizantina, hasta hace dos semanas un museo, quedó consagrada este viernes con el primer rezo musulmán en su interior. Un acto que el presidente turco, Erdogan, ha utilizado para reforzar su doble faceta de líder islámico y nacionalista buscando equipararse a los grandes personajes de la historia de Turquía, en este caso al sultán otomano Mehmet II, conquistador de Constantinopla, con quien lo compara la prensa afín.

Desde primera hora de la mañana, decenas de miles de personas acudieron a Santa Sofía, algunos incluso hicieron noche en la plaza de Sultanahmet para no perderse tan histórico día. Pese a que se habían habilitado numerosos espacios, pronto quedaron desbordados por los fieles que, en este caso, no parecían preocuparse por mantener la distancia de seguridad que recomiendan las autoridades para evitar los contagios por coronavirus. 

La ceremonia fue dirigida por el presidente de la Dirección de Asuntos Religiosos, Ali Erbas, que calificó la reapertura de Santa Sofía al culto musulmán como un momento de “resurrección” del islam. El presidente Erdogan, en primera fila y acompañado por líderes políticos turcos, recitó versículos del Corán, lo que hizo estallar de júbilo a los asistentes, que seguían lo que ocurría en el interior del templo a través de pantallas gigantes colocadas en el exterior”. O sea, Paris vout bien une messe, como dijera Enrique IV, que pretendía el trono francés, pero no siendo católico sino hereje hugonote, se negaba a ir a misa poniendo en riesgo su popularidad. Sus consejeros, que sí los tenía y sí los oía, le convencieron de ir a misa y dicen que dijo: Paris bien vale una misa. Y fue a misa. Y rey de Francia. 

“Constantinopla debe ser conquistada. ¡Qué gran ejército será aquel que la conquiste! ¡Qué gran comandante aquel que lo haga!”, reza un hadiz (un dicho) del profeta Mahoma que los islamistas turcos repiten como un mantra, escribe Mourenza. Y continúa: “Afirman algunos periodistas cercanos al presidente, que la noche que firmó el decreto de reconversión de Santa Sofía en mezquita no pudo dormirse hasta el alba de la emoción que le embargaba. Todo lo que rodea la conquista de Estambul y la posesión de Santa Sofía es un asunto fetiche para los islamistas turcos. “Santa Sofía es mezquita por el derecho de conquista ejercido por el sultán Mehmet, igual que antiguas mezquitas en España ahora son iglesias”, sostiene el teólogo Ümit Özdemir”. Bueno, aparte la mezquita de Córdoba, un edificio de belleza insuperable en el que el genio matemático y ornamental árabe logra una maravilla, donde Fernando III de Castilla en 1236 levantó en su interior una catedral consagrada a la Asunción de Nuestra Señora, no sé de ninguna otra mezquita convertida en templo católico; pero sí sé que, construir un templo católico en tierras del islam, es imposible.

Así pues, varias fechas marcan los casi mil 500 años de historia de Santa Sofía: su inauguración en el año 537 por el emperador Justiniano como catedral y sede del patriarcado; la transformación en iglesia católica tras la invasión de los cruzados en 1204, y su vuelta a la fe ortodoxa 57 años después; la conversión en mezquita tras la toma de la capital bizantina por parte del sultán otomano Mehmet II en 1453, y su conversión en museo en 1934 por orden del fundador de la Turquía laica, Mustafa Kemal, Atatürk. Ahora, este 2020 quedará también grabado en los muros de piedra del bello edificio como otro hito. Y su artífice no es otro que Erdogan. (ibid). 

El año 330, Constantino decreta la fundación de Constantinopla y asentó en ella el centro político del imperio romano de Oriente; en ella se asentó también la sede religiosa oriental opuesta al poder el papado. Sin querer queriendo se produjo una ruptura en el cristianismo que dura hasta hoy. Constantinopla fue la sede de cuatro concilios ecuménicos entre los años 381 y 869, ahí se desarrolló la más hermosa y profunda teología de la Iglesia, la contemplación, el monacato. Pero ¿qué diremos?, esa fue la tierra de la gesta evangelizadora de Pablo de Tarso; Pablo, hoy, sería turco; ahí estaban las iglesias que nombra el Apocalipsis. Ahí se escribieron, en griego, los dogmas de la iglesia: el Asia Menor, Anatolia o Turquía, es la cuna del cristianismo que nacido de Israel se extendió por el mundo entero.

El Bósforo es el lugar donde Europa y Oriente se juntan y el cristianismo de Pablo marcaba la ruta. Lo primero que se experimenta al estar ahí es el dolor de que la cultura occidental, esencialmente cristiana en su origen, haya tenido que retirarse de ese sitio, el más bello del planeta, y que aseguraba la unidad. Pero Occidente ha dejado de ser cristiano; el islam ya es la segunda religión en Europa. En su Constitución, la UE no menciona el cristianismo como parte esencial de su historia. Antes de Pablo, el único que detonó un movimiento cultural de importancia histórico universal único, fue Alejandro.

Más allá del arte y de la historia, está el golpe al cristianismo ortodoxo, al Patriarcado de Constantinopla y demás Patriarcados Orientales y un paso más hacia el choque de las civilizaciones. Pero Erdogan afirma que se trata de una cuestión de soberanía turca y no parece que le importen las reacciones internacionales. Tampoco a sus seguidores. “Es un lugar muy importante para el mundo islámico y también es una muestra de nuestra independencia ante las presiones de otros países”, opina el matrimonio de Mehmet y Ayse Günaydin, turcos que residen en EE UU, pero han aprovechado sus vacaciones para acudir este viernes a la inauguración: “Los demás países ya se acostumbrarán a que Santa Sofía sea una mezquita”. A los cristianos, los percibo, como se dice en la bolsa, a la baja. La fe, nuestra fe, figura entre las cosas  no esenciales en esta crisis; y yo sostengo que precisamente hoy, es lo más esencial.

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También me preocupa que Pemex pierda 44 mil 300 millones de pesos en el segundo trimestre del año y se hay desplomado la economía un 18.9 por ciento en el mismo período, el peor de la historia, y que de los decesos por Covid-19, más de nueve mil sean amas de casa y que en tiempo de pandemia se bronquee con las farmacéuticas. Imagínese a Hitler peleado con las fábricas de armas en plena guerra. Y el Tren Maya y Dos Bocas. Sospecho que ya se nos fue el avión.

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