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Opinión

Razones para no leer

Si lees, tendrás que tomar muchas decisiones difíciles, verás las aristas de las cosas, aprenderás a ponerte en el lugar del otro y a veces tendrás la sensación de que las buenas palabras

Luis Villegas Montes
Analista

lunes, 28 septiembre 2020 | 06:00

Segunda de dos partes

Si lees, tendrás que tomar muchas decisiones difíciles, verás las aristas de las cosas, aprenderás a ponerte en el lugar del otro y a veces tendrás la sensación de que las buenas palabras –el amor, la protección, la familia— esconden significados dañinos. Como en La piedad peligrosa de Stefan Zweig y en todas esas novelas donde las madres o los padres devoran a sus propios hijos. Estar expuesto a tanta lucidez de golpe duele más que un pinchazo de reúma en la articulación.

Si lees, querrás comprarte muchos diccionarios, usar todas las bibliotecas. Y entenderás que nos roban las palabras. Y leerás doscientas veces, como si estuvieses castigado, El nombre de la rosa.

Si lees, te transformarás en el lobo de Caperucita y tendrás los ojos muy grandes para verlo todo más y mejor. Luego el cazador te arrojará al río con la barriga llena de piedras porque no conviene ver más de la cuenta ni mirar lo que pasa en los cuartos cerrados. Todos los lectores son mirones que observan a través de un agujerito.

Si lees, puede que pases muchos ratos en silencio, pero cuando encuentres un interlocutor, ése sabrá escucharte y compartir contigo los momentos más reveladores de tu vida.

Si lees, vivirás otras vidas que de un modo irremediable empezarán a formar parte de tu propia existencia. Se te quedarán ahí dentro del estómago y en el intestino delgado. Allí habitan sin que tú te des cuenta de ello: Anna Karenina, Peter Pan, Zalacaín, el Lazarillo, John Silver el largo, Holden Caulfield, el Pijoaparte, Sam Spade y todas las mujeres fatales, el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas, el comisario Montalbano y David Copperfield.

Ten cuidado, si lees, si piensas, puedes acabar en la cárcel. Como El extranjero de Camus. Como los incinerados personajes de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Como Las brujas de Salem. Y todas las mujeres que fueron estigmatizadas a causa de su ansia de conocimiento: Eva, Medea, Carmen, la marquesa de Merteuil…

Si lees, separarás mejor el grano de la paja. Y esa separación a menudo puede provocarte un disgusto.

Si lees, ya nunca podrás leer un libro sin acordarte de todos los demás. Porque leer es haber leído y es muy posible que empieces a sospechar que ni la pureza ni la inocencia existen verdaderamente. Te darás cuenta de que dentro de Lolita están las hadas y las ninfas y las traviesas libélulas con rostro femenino. También todas las mujeres que se abandonan y se ponen gordas de tanto comer bombones y cortezas de cerdo.

Si lees, te insultarán llamándote “Aguafiestas, pejiguero”.

Si lees, te darás cuenta de que la libertad pasa por la conciencia de sus límites. Y comprarás un cuchillo para romper las cuerdas. Sudarás mucho mientras estés cortando las ataduras.

Decide si quieres leer. No es una decisión fácil ni cómoda. Es una decisión subversiva. Es una decisión que a la vez nos alivia y nos hace daño. Lee porque, entre los artefactos y maquinaciones de la literatura, es posible que encuentres ciertas verdades y a ti mismo. Sé valiente, lee. Hazlo, no por contentar a nadie ni por razones estúpidas, ramplonas, hazlo por agrandar tu vanidad o por un egoísmo que paradójicamente hará de ti un ser muy generoso. Lee por lo que de verdad merece la pena de la literatura: salir transformado de cada buen libro. Como la mariposa surge de la crisálida o como Gregorio Samsa reducido a cucaracha, escarabajo o bicho bola.

Atrévete. No es fácil. No siempre compensa. Pero cuando compensa ya no hay vuelta atrás. Ésa es la gracia y el peligro de los libros.

Ya lo ven: no es que yo sea raro (o que, ¡horror!, sea igual a Javier Corral, un lectorcillo de cuarta), es que, yo sí, llevo toda una vida leyendo.

Contácteme a través de mi correo electrónico o sígame en los medios que gentilmente me publican, en Facebook o también en mi blog: http://unareflexionpersonal.wordpress.com/

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