Opinión

¡Que viva México!

En México el mes de septiembre es sinónimo de fiesta, danza, tequila, canto y sentimiento

Daniela González Lara
Analista

jueves, 12 septiembre 2019 | 06:00

En México el mes de septiembre es sinónimo de fiesta, danza, tequila, canto y sentimiento. La calidez de un pueblo que vive sus tradiciones se expresa hasta su máximo fulgor en el mes que se celebra el movimiento de independencia. El olor a feria de pueblo que inunda las calles por todo el país en septiembre es de algodones de azúcar, enchiladas, aguas de frutas, gorditas de maíz y mil delicias más que engalanan la noche de quien le gusta festejar. Es una fecha además oportuna para usar sin complejos trenzas y vestimenta típica de la patria, detalles que sumados a la música de mariachi, el sentimiento de felicidad embarga e ilumina en una sonrisa a todo aquel que tiene corazón mexicano.

Quien haya estado una noche del 15 de septiembre en la Ciudad de México difícilmente podrá olvidar ese momento en el que con la luna de testigo, el cielo se ilumina con la pólvora de la pirotecnia y las bengalas formando figuras de luz en las alturas del firmamento con los colores de la patria.

Pero más que una simple fiesta, los mexicanos celebramos un llamamiento a la rebelión, a lo que, al menos en los libros de texto, nos hicieron conocer como el Grito de Independencia. Pocos saben que aunque se celebre el 15 y el 16, fue el 27 de septiembre de 1821 la verdadera fecha en la que se declaró la Independencia. Data eliminada del calendario de festejos patrios oficiales porque se identifica con Agustín de Iturbide, por muchos llamado un traidor a la patria, quien se vio obligado a abdicar en 1823 después de haberse autoproclamado emperador de México un año antes, y después exiliado en Italia. Retornó al país sin saber que había sido declarado traidor por el Congreso. Luego, al desembarcar en Tamaulipas fue apresado y posteriormente fusilado en Padilla; incluso, hurgando en los archivos de la Nación supe que el festejo en sí de esta fecha se consolidó con Porfirio Díaz, quien cumplía años ese día y armaba profusos festejos en su honor y pretendía, como estrategia política, que lo relacionaran con la República.

Es entonces que hace ya más de dos siglos, la noche del 15 es momento de celebración y tan sólo por una noche nos sentimos más mexicanos que el mole, tal vez no fuimos a votar, no participamos de movimientos sociales, juzgamos a quien sí lo hace, no nos interesan las clases populares, le damos mordida al tránsito, los otros 364 días del año hubiéramos deseado nacer extranjeros, ser de tez blanca y tener ojos azules… pero ese día, ese día somos mexicanos y gritamos ¡que viva México!

Este año nuestro país está viviendo una transformación política que algunos todavía no alcanzan a comprender, y juzgan sin aceptar que mutar, innovar, progresar, cuesta. Formar una República hace siglos nos costó muerte, hoy el reto es lograrlo sin que la sangre llegue al río pues en épocas como las presentes hacer revoluciones sin manos es imperativo para la evolución de un pueblo, mas no es sencillo, amerita la participación consciente y honesta de los líderes que escogemos para ejecutar el mandato popular, por eso debemos participar, defender el voto, no equivocarnos ni vender el derecho de escoger gobernantes por una despensa o unas monedas. Cuando eso sucede, los pueblos se condenan y retroceden décadas atrás, como le ha pasado a Ciudad Juárez actualmente, que pareciera que en vez de avanzar, ha retrocedido 20 años en el tiempo con su actual gobierno.

Que sirva esta fecha de reflexión para independizarnos nuevamente, esta vez, de los estereotipos, los malos gobernantes, los fraudes electorales, la corrupción, del “ya merito”, de la falta de sororidad entre hermanas mexicanas, de la impuntualidad, el machismo, la envidia, y agregue usted los que considere querido lector.

Y sobre todo no olvidemos que participar de estas fiestas no sólo nos une por la gracia de haber nacido en esta tierra, sino que debe unirnos en un grito donde el pueblo le exija a sus gobernantes ¡que viva Juárez! ¡Que viva México!, pero que vivan con responsabilidad y certidumbre. Y que los ideales de libertad y de justicia se hagan realidad para todos los mexicanos y mexicanas que siguen sin conocer o conseguir ni una, ni la otra. Gracias por leer, yo soy Daniela González Lara.

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