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Opinión

Puertas abiertas para todas

Nada que festejar dicen algunas, incluso algunos; me permito discrepar un poco, porque aunque no podemos cegarnos a la realidad tampoco debemos dejar a un lado los logros alcanzados

Gloria Iveth Porras
Consultora

sábado, 19 marzo 2022 | 06:00

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Hace unos días, Chihuahua y el mundo conmemoraron una vez más el Día internacional de la Mujer, que dicho sea de paso, parece ser que ha dejado de ser un día convirtiendo a marzo en el mes de la mujer, mes en el que se dan cabida múltiples eventos: foros, conferencias, pláticas, en las que se expone la situación actual de las féminas, se reconoce y honra a las que abrieron y siguen abriendo brecha. Momentos y espacios que deben ser abiertos para la reflexión y el diálogo abierto entre mujeres que buscan e impulsan la equidad y la paridad de género, que aunque parecen lo mismo, lo segundo se refiere al principio que garantiza la igual entre hombres y mujeres en los puestos de representación política; lo primero nos atañe a todas las demás. Encuentros que en mi opinión tienen que estar un tanto más distantes de la exaltación y aprovecharse como punto de convergencia para impulsar acciones conjuntas que permitan seguir dando pasos en la batalla por la igualdad, la erradicación de la violencia contra la mujer y feminicidios, término aberrante que de sólo oírse o leerse connota injusticia y desigualdad. Cabe mencionar que nuestro estado ha sido puntero no sólo a nivel nacional sino internacional en índices al respecto. Las cifras, frías pero latentes en nuestra sociedad, reflejan que aún hay mucho trabajo por hacer. 

Recordemos que fue hasta 1953 cuando se reconoció en México nuestro derecho a votar, momento que fue parteaguas para muchos movimientos más para visibilizar y sensibilizar acerca de la situación desigual de la mujer en la vida pública, laboral, social y familiar; mismos que nos han llevado al momento actual, a transformar estructuras y romper paradigmas, arquetipos patriarcales dañinos para la auténtica convivencia igualitaria y en armonía entre géneros, mucho de lo cual aún persiste y causa una herida punzante en la sociedad, motivo por el que cientos de mujeres, muchas de ellas pertenecientes a colectivos, salen a la calle a protestar a hacer evidente que la inseguridad y desigualdad siguen permeando en la sociedad, que la injusticia pesa y cala hondo. Mujeres que en pleno ejercicio de su derecho a la libertad de expresión pueden conglomerarse y hacer un llamado a las autoridades para que se realicen las reformas estructurales a las políticas públicas que mejoren nuestras condiciones de vida; sin embargo, hay que hacer hincapié en que hay muchas trincheras desde las cuales se puede librar esta batalla, misma que, hay que resaltar, no se debe confundir con una lucha de géneros, tampoco contra el sistema. Las mujeres tenemos la obligación de hacer valer nuestra voz con dignidad y respeto, invitar a otras a sumarse en la pugna por más espacios, más reconocimiento y menos vejaciones, sin olvidar que es al interior de nuestros hogares donde debemos impulsar las reformas que nos llevarán al verdadero cambio. 

Nada que festejar dicen algunas, incluso algunos; me permito discrepar un poco, porque aunque no podemos cegarnos a la realidad tampoco debemos dejar a un lado los logros alcanzados, pues hemos dado pasos importantes; hoy nuestro estado vive un momento histórico que debe sentar precedentes. 

Nuestros tres órdenes de Gobierno son encabezados por mujeres: Myriam Hernández como magistrada presidente del Tribunal Superior de Justicia (y me disculparán pero “presidenta” no tiene sentido gramatical, aun y cuando la RAE lo haya aceptado, las cosas como son), Georgina Bujanda al frente del Congreso del Estado y María Eugenia Campos jefa del Ejecutivo estatal; tres mujeres jóvenes que han llegado a estos cargos no por el hecho de ser mujeres y en ánimo de la paridad, sino por su capacidad y talento para abrirse paso. Estas mujeres nos representan a todas, pero también a todos y tienen ante ellas una gran responsabilidad; el demostrar con hechos que vibran en sororidad con todas nosotras y que desde sus altos rangos impulsarán políticas que dejen la puerta abierta para la igualdad sustantiva. 

Cada una de ellas tiene grandes desafíos, no podemos esperar que en su corto período se hagan cambios estratosféricos, pero sí que se den pasos de gigantes que marquen la diferencia. Seguir impulsando leyes, reformas, desmembrar sistemas burocráticos y anquilosados que en muchas ocasiones revictimizan a las mujeres y que no hacen honor y justicia a nuestro estado de derecho. 

Es momento de demostrar que las mujeres también podemos gobernar; seguro también cometerán errores, pues su condición de mujeres no las exime de ser humanas, serán juzgadas por muchos, que aprovecharán cualquier desliz para denostarlas. ¿Deben tener un trato diferenciado? Ninguno, los mismos derechos, las mismas exigencias, los mismos retos, las mismas oportunidades…SUELO PAREJO PARA TODAS.

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