Opinión

¿Por qué la 4T hace alianza con los perdedores?

El asilo para perseguidos políticos, así como el refugio a migrantes extranjeros por razones humanitarias...

Maclovio Murillo
Político

viernes, 22 noviembre 2019 | 06:00

El asilo para perseguidos políticos, así como el refugio a migrantes extranjeros por razones humanitarias, es un derecho que ha sido reconocido por los más civilizados estados democráticos del mundo en general. Sin embargo, ese derecho no es absoluto, pues el mismo se encuentra convenientemente limitado por parámetros de racionalidad, oportunidad y conveniencia, de tal forma que los estados soberanos conservan un enorme margen de discrecionalidad para decidir en cada caso concreto, si debe o no concederse el albergue y protección que hayan sido solicitados.

El principio es simple: cada quien es libre para decidir a quién deja entrar a su propia casa. 

El asilo y refugio de inmigrantes se fundamenta en razones políticas y humanitarias, sin embargo, no pocas veces, los expresidentes de varios países, convertidos en dictadores que se han tratado de perpetuar en el poder, ante su derrocamiento inevitable por la acción popular o inclusive por la acción de las armas de su mismo ejército nacional, han utilizado esa figura como un medio alterno para huir exitosamente de la justicia que los persigue; lograr impunidad; y evitar los procesos de rendición de cuentas al pueblo que debieron gobernar bajo principios éticos de honestidad, pulcritud, justicia y respeto a la ley. 

Sabedores de que el asilo o refugio puede ser utilizado con fines perversos, en cada caso debe valorarse y ponderarse racionalmente, bajo un estricto escrutinio, si su concesión pasa el test de oportunidad y conveniencia.

De Bolivia han recibido ese beneficio el expresidente José Gutiérrez Guerra, quien fue asilado en Estados Unidos en 1920, en éste año, hace unos días,  Evo Morales, quien se encuentra asilado en México.

Lo que causa extrañeza en el caso de Evo Morales no es tanto la concesión del asilo otorgado por nuestro país, que además se ofreció con una rapidez y prontitud inuscitada, sin que siquiera se hubiera pedido, pues todavía sin aprobarse formalmente su renuncia –que no fue un auténtico derrocamiento– cuando ya contaba con la decisión política de admitirse en México con el status quo de “asilado”. La renuncia anticipada a los actos de derrocamiento, más bien sugiere que en realidad salió huyendo para no enfrentar las consecuencias de su actuar.

Pero lo más grave en este caso es que se decidió concederse el asilo al bolivariano sin adelantarse un estudio serio y racional bajo los principios de oportunidad y conveniencia, pues jamás se motivaron las causas por las que conviene a nuestro país tener en suelo nacional como asilado, a un personaje al que, por lo menos, un gran segmento de la comunidad internacional e inclusive de la población de su propio país lo ha cuestionado por su manera de gobernar autoritariamente, por su proclividad a la cultura de no respeto a las instituciones, a los derechos humanos y a la ley, su populismo exacerbado, y su tendencia a perpetuarse en el poder mediante prácticas antidemocráticas; sólo por mencionar algo.

Al asilarse a Evo Morales en México, quien no es bien visto en los Estados Unidos de América, nuestro país ha mandado un mensaje implícito a su principal socio comercial, con quien tiene la mayor parte de sus exportaciones e importaciones: no le importan los intereses del vecino del norte. Y eso, en nada nos ayuda en la construcción de alianzas que pudieran impulsar el crecimiento de nuestra economía nacional.

Yo me pregunto: ¿por qué la 4T hace alianza con los perdedores y no con los ganadores?

¿No sería mayormente conveniente y oportuno hacer alianzas con los demócratas que con los tiranos? 

Creo fervientemente que la política exterior mexicana en este caso se ha ejercitado equivocadamente y contra el interés nacional.

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