Opinión

Policías sin vocación

Las malas actitudes que por años se han hecho costumbre en los cuerpos policiacos, al igual que su permisibilidad, posibilita...

Víctor Guzmán
Académico

miércoles, 26 febrero 2020 | 06:00

Las malas actitudes que por años se han hecho costumbre en los cuerpos policiacos, al igual que su permisibilidad, posibilita que se vuelva una práctica cotidiana, predeterminada, como algo inherente a su trabajo diario. Ello impide tener confianza en los cuerpos policiacos y sobre todo en los de prevención municipal, por ser la mayoría.

La prepotencia y falta de sensibilidad al momento de actuar son aspectos que denotan su falta de formación, permitiendo que regularmente fluyan las irregularidades.

Gran parte de la población no confía en el actuar de las fuerzas policiacas. No sienten confianza con su presencia. Todo lo contrario, existe una desconfianza, aspecto que ha permanecido y no tiene para cuándo terminar.

Los acosos y prepotencia de los portadores de la ley son parte del sello de personalidad que llevan consigo, al subirse a las unidades, surge un cambio de personalidad de estos servidores, transformándose en un portador de su ley con pistola en mano.

La valentía que expresan contra los civiles, es la que se espera se utilice contra los malhechores, delincuentes y violadores de la ley y no contra personas que lo único que solicitan es su protección.

El involucramiento de estas personas con el crimen organizado, también ha sido un aspecto que ha causado desconfianza en la sociedad, situación que no permite se realicen denuncias legales por temor de su vida. Continuando con un círculo vicioso.

La ciudadanía, es quien más sabe y conoce el actuar de los criminales. Dónde se reúnen, quiénes son, cómo se llaman etc., pero no se atreven a denunciar, conocen de la complicidad que pudiera existir con determinados agentes en malos pasos.

La falta de elementos policiacos, trae como consecuencia, optar por la contratación de diversas personas que quizá cumplan con el perfil físico, pero que distan mucho de contar con un equilibrio temperamental y de inteligencia emocional, que permita un papel óptimo. Es lamentable el reclutamiento de oportunistas en busca de mejorar su condición económica a cuestas de malos actos.

La Licenciada Grisel Madrigal, directora del Centro de Atención y Asesoría para la Familia, señala la necesidad de atender con terapias psicológicas a los agentes, por lo menos una vez al mes. Comenta que a diario son expuestos a la violencia de diversos tipos, sus niveles de ansiedad y de tensión son muy elevados, y por tal motivo pueden presentar problemas de estrés postraumático, que les afecte su conducta y sobre todo su vida.

De la misma forma advierte que son necesarias las rutinas diarias de ejercicio, por lo menos 50 minutos al día como parte de su jornada laboral. Con ello se libera las endorfinas, la sustancia que aumentan el estado de bienestar y disminuye la sensación de dolor emocional. Lo anterior brindará una salud mental.

El licenciado Ismael Cepeda, director de la Fundación para la Cultura de la Legalidad, sostiene que, aunado a los anteriores aspectos para mejorar la condición de trabajo de los policías, son indispensables los cursos de relaciones humanas. Estos tienen como objetivo el saber tratar y atender de manera respetuosa a todo tipo de personas, sin importar su estrato social o económico. Aprendiendo a diferenciar a los delincuentes de los civiles. Y con ello se comience a ganar la confianza de la población.

Son algunos, de los varios aspectos que se deben mejorar. Los cuerpos policiales deben ser verdaderamente defensores de la soberanía y sobre todo respaldo del pueblo. La ciudadanía exige seguridad, sentirse protegidos en su integridad. Es indispensable en estos momentos retomar la confianza de los cuerpos policiacos y poseer una representatividad responsable y respetada por el bien de todos.

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