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Opinión

Pandemia, desobediencia y autoridades

Hace unos días, comenzaron a circular en las redes sociales diferentes videos donde se aprecia la comunidad de Creel, en la sierra de Chihuahua, con una alta presencia de turistas

Benito Abraham Orozco
Analista

martes, 04 agosto 2020 | 06:00

“Exigir, o que nos exijan cumplir con la sana distancia y demás medidas preventivas, no debe entenderse como una ofensa, sino como una obligación de todos”

Hace unos días, comenzaron a circular en las redes sociales diferentes videos donde se aprecia la comunidad de Creel, en la sierra de Chihuahua, con una alta presencia de turistas, como si todo estuviera normal y sin observarse los cuidados que la contingencia sanitaria exige. Dicha situación al parecer también está ocurriendo en otros lugares recreativos de nuestra entidad, como es el caso de la sierra de Majalca, a unos minutos de la ciudad capital.

Por otra parte, a través de diferentes medios de comunicación, se dio cuenta de la gran afluencia que el pasado domingo tuvo la autopista México-Cuernavaca, en un comportamiento similar a cuando es período vacacional, con las casetas de peaje con largas filas de vehículos.

Igualmente, si volteamos a ver lo que ocurre en otros países, como es el caso del vecino del norte, nos enteraremos que la gente en poco o nada está respetando el recomendado resguardo en casa, y del uso de cubrebocas y de la sana distancia, ya ni hablar.

Las estadísticas sobre los casos de pacientes y fallecimientos por Covid-19, no han tenido un comportamiento muy alentador, y en los vaivenes de información sobre los semáforos que deben aplicarse en períodos y regiones particulares del país, tal parece que no han dejado de existir desacuerdos entre autoridades de diferentes niveles de gobierno.

Después de 4 meses de supuesto y deseable confinamiento, creo que es natural que quienes sí hemos pretendido cumplirlo, ya presentemos un fastidio (incluso hasta problemas físicos y sicológicos en algunas situaciones) que nos invita a querer relajarnos, y de una u otra forma a querer recuperar la normalidad anterior, no una nueva.

Sin embargo, lamentablemente las cifras de contagios y de fallecimiento se siguen incrementando, y entre más tardemos en disciplinarnos para atender las indicaciones de las autoridades sanitarias, pues esto se tendrá que ir postergando por más meses. La actividad económica, que ha tenido una gran afectación, también requiere desesperadamente de una reactivación en todos sus ámbitos, y se han autorizado reaperturas que en opinión de muchos se han quedado cortas sin justificación alguna.

En la posibilidad de salir adelante de la complejísima situación sanitaria por la que está atravesando el mundo entero, si bien es muy difícil que en esa magnitud nos pongamos de acuerdo y tomemos y apliquemos medidas que pudieran ser uniformes, al menos deberíamos concientizarnos en México, tanto autoridades como sociedad en su conjunto, de que si no generamos las sinergias a que haya lugar, seguiremos intento tras intento pretendiendo “asumir” que las cosas van mejorando sin ser así, y cada vez iremos retrocediendo.

Ya son muchas las familias afectadas que están careciendo de lo más indispensable para sobrevivir, y no es posible que por la irresponsabilidad de muchos tengan que seguir sorteando su día a día. Igual ocurre con múltiples negocios de diversa índole que han llegado a la quiebra, y en consecuencia también se están viendo perjudicados sus propietarios, trabajadores, arrendadores de inmuebles, etc.

A lo mejor es mera ocurrencia, pero si en todo el país se paralizan actividades por un mes para resguardarnos en casa, atendiéndose lo meramente indispensable y urgente (asegurando la alimentación y atención médica, principalmente para los más desprotegidos, y controlando y/o supervisando actividades en las calles), pudiera ser que evitáramos más dispersión de la enfermedad y, en lo que corre ese período, se atendieran los casos de personas contagiadas. Podría tener como resultado el retomar actividades de manera más generalizada y definitiva (sin tener que continuar intento tras intento), siempre y cuando no bajemos la guardia con las medidas preventivas y con el cuidado de nuestras fronteras.

Por lo pronto, estando consciente de que las diferentes autoridades que deben vigilar la aplicación de las multicitadas indicaciones de cuidado sanitario, seguramente no cuentan con la capacidad para abarcar todos los rincones del país, estado y municipios, creo que sí deberían redoblar esfuerzos en aquellos lugares consabidos de altas aglomeraciones de personas, pues el relajarse definitivamente tiene consecuencias contraproducentes.

Mi solidaridad para todas y cada una de las personas y familias que están padeciendo los efectos de esta persistente enfermedad, y para los médicos, enfermeras y demás personal de salud igualmente mi solidaridad pero, ante todo, aunque modesto, mi más alto reconocimiento.

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