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Opinión
martes, 19 septiembre 2023 | 06:00
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-Ovidio, el golpe a una estrella del Cártel
-Duarte extraditado y en prisión... por AMLO
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-Las precampañas ya fueron rebasadas
-Gustan del escándalo las nuevas morenistas
Posiblemente hubo algún cambio entre los jefes máximos del Cártel de Sinaloa (CS), el Gobierno federal mexicano y/o el gobierno de los Estados sobre la extradición de Ovidio Guzmán López, el célebre hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.
Hasta hace unas semanas seguía siendo inaceptable para los integrantes del Consejo la extradición de Ovidio, o “El Ratón”. Llevarlo a los Estados Unidos significaría rompimiento total del CS con la Cuarta Transformación al frente del régimen federal; y por ende, responsable de esa decisión.
Analistas y “narcólogos” temieron una escalada de violencia tras el envío de Guzmán a Chicago. No ha ocurrido eso. La calma es chicha salvo la rutina de balaceras y ejecuciones por todos los rumbos del país adjudicadas sí al crimen organizado, pero nada que ver con el traslado.
Si no hay, entonces, Cualiacanazos, como aquellos del primer intento gubernamental por atrapar a “El Ratón” (octubre del 2019); ni el segundo, cuando fue cazado (enero del 2023), o los jefes del CS cambiaron de planes o... guardarán su venganza para aplicarla en otro terreno, el político; y muy pronto, el 2024.
Es sabido que sin “el visto bueno” del catalogado como mejor estructurado grupo delictivo en el mundo, el Cártel de Sinaloa, la 4T no hubiera ganado las gubernaturas “del Pacífico”, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima...
Ovidio significa mucho para esa agrupación, es considerado mayor estratega, más prudente y más “inclusivo” entre todo el clan Guzmán-Salazar-Loera-López, y con mayor manejo y autoridad hacia el interior del Consejo, integrado por varios líderes que, a su vez, escuchan las opiniones de sus operadores principalmente en las zonas de Sinaloa, Chihuahua, Sonora, las Bajas, Durango, Colima, Nayarit, Jalisco muchas otras partes del país: la propia Ciudad de México, Morelos, Guerrero, la Riviera Maya. Muy a su manera pero todos tienen sus puntos de vista sobre la política y las cosas de gobierno.
Ayer en su mañanera, Andrés Manuel López Obrador aseguró que la extradición no fue sorpresiva para el equipo del traficante sinaloense pues fue avisado de la misma como lo obliga la ley y no hubo de ellos trámite de amparo ni reacción de otra índole.
Ya veremos más adelante la verdad completa sobre ese hecho en particular, y veremos por igual el tamaño de las consecuencias en los sucesos políticos inmediatos.
Son capaces unos y otros de haber modificado los arreglos en la víspera
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El exgobernador, César Duarte Jáquez, fue extraditado de los Estados Unidos a México a instancias del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador “y si no fuera por él, hoy también estaría libre”.
Ese par de ilustrativas afirmaciones ha dejado Javier Corral en una de sus redes sociales, corroborando así que Duarte permanece preso más por el interés del máximo jefe de la Cuarta Transformación que por el trabajo desarrollado en los órganos ministeriales y judiciales de Chihuahua.
Duarte fue aprehendido en los Estados Unidos en julio del 2020 por supuesta corrupción cometida durante su régimen en Chihuahua, 2010-2016; fue admitida la extradición a México principios del 2021, cuando seguía Corral como gobernador, pero fue extraditado hasta junio del 2022, cuando la silla que ocupó Corral fue tomada a sangre y lágrimas por la actual gobernadora, Maru Campos.
El par de aseveraciones dichas por Corral quedaron plasmadas como colofón de un largo choro mareador publicado como respuesta al articulista de El Universal, Claudio Ochoa, quien lo señaló de Prianista, pero también de trabajar para Claudia Sheinbaum. Lo negó Corral y de pasada aventó el megarollo, la sabanota, con la conclusión dicha: López Obrador logró la extradición de Duarte y por López Obrador sigue en prisión.
O sea, ministerios públicos y jueces nomás firman los pasos de los interminables procesos... según ese dicho.
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Si algo fue puesto en evidencia con los adelantados procesos internos de Morena y el Frente Amplio por México, fue que la legislación electoral del país está totalmente rebasada. Ni pies ni cabeza tiene, pero eso sí, hay una enorme burocracia basada en esas reglas que fomentan el juego tradicional de la simulación política.
En días pasados, con la instalación del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), dio comienzo el proceso 2023-2024, en el que habrá de elegirse al próximo presidente de la República, así como nueve gubernaturas, la Cámara de Diputados, la de Senadores y miles de posiciones políticas más de todo el país.
En ese marco, el titular del INE en Chihuahua, Alejandro Sherman Leaño, presentó el calendario electoral federal y local, claramente superado por una realidad, la anticipación de todos los actores bajo eufemismos muy descarados.
No es nada más la campaña presidencial que arrancó hace más de dos meses, tanto en el bando oficialista de Morena como en el bloque opositor, sino las de aspirantes a senadores, diputados federales y los alcaldes que están en busca de la reelección.
Así, cuando llegue la tercera semana de noviembre, que es cuando comienzan las precampañas, los candidatos irán muy adelantados, a lo mucho con raspones e incidentes al interior de los partidos, pero sin seguir los criterios fijados por el árbitro electoral.
A estas alturas es ingenuo pensar que las campañas como tales, de 90 y 60 días, comenzarán a principios del mes de marzo del año próximo, si la carrera presidencial está prácticamente iniciada y con ellas las hostilidades por obtener el resto de las candidaturas.
La reforma político-electoral vendrá, pues, a ser tema de la próxima legislatura que comience junto con el siguiente sexenio. De no hacerse, la sucesión arrancará todavía antes y con ello con la desatención a los asuntos torales del país y del estado.
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Los observadores que ya hasta son parte del inventario en el Congreso del Estado no dejan de analizar algunos puntos en común que tienen las nuevas adquisiciones de Morena para su bancada, la exnaranja Ilse América García y la expetista Jael Argüelles. Lo principal que las une es que les gusta y disfrutan del escándalo, aseguran.
El comentario llegó a cuento por la rueda de prensa que dio la bancada morenista al comenzar el fin de semana pasado, con Cuauhtémoc Estrada Sotelo a la cabeza, para denunciar que había sido vandalizada la casa y vehículo de su compañera Ilse América en Nuevo Casas Grandes.
Ni al caso hacer eco de los atrevidos y vulgares insultos que le pusieron a la legisladora en sus propiedades, son por demás conocidos; lo que sí resalta es que haya aprovechado un conflicto que apunta a lo personal, muy personal, llevado al extremo, para acusar un supuesto ataque político en su contra.
Más allá de la política doméstica de su tierra natal, ni quién la haga en el escenario estatal, pero siempre ha tenido inclinación a jugar con la idea de que está rodeada de envidiosos y “haters” que pretenden hacerle daño a su carrera política.
Como prueba de su inclinación al conflicto también está su salida de Movimiento Ciudadano, luego de muchos coqueteos con el grupo de Estrada Sotelo, quien desde antes de su renuncia aseguraba que ya la tenía en la bolsa para hacer más amplia la bancada morenista.
Situación similar es la de la diputada Argüelles que, a sabiendas de cómo se las gastan en el Partido del Trabajo, aceptó suplir a Deyanira Ozaeta cuando la legisladora titular decidió separarse por razones de salud y para no tener que lidiar con el clan Aguilar que maneja el PT como negocio familiar.
Su salida también fue en medio del escándalo cuando decidió desconocer en público las reglas del juego que había aceptado jugar en privado. El escándalo por delante, como si la política fuera igual que la farándula; que sí lo es, pero muchos hasta hacen esfuerzos por disimularlo.
Habrá que esperar a ver si esas adquisiciones morenistas, del año pasado y el actual, son verdaderos activos o terminan siendo pasivos.
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