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Opinión

Otro que se empacha con plomo

Lo que sucede en la sierra, se queda en la sierra

Manuel Narváez
Analista

lunes, 27 marzo 2023 | 06:00

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Lo que sucede en la sierra, se queda en la sierra.

Sin lugar a dudas el tema de la inseguridad y la violencia que tiene a México en los primeros lugares a nivel mundial nos sigue preocupando.

Por desgracia, desde hace 15 años los índices de muertes relacionadas con la delincuencia organizada ocupan los titulares de medios locales, nacionales e internacionales.

Las muertes violentas de civiles y periodistas en México superan por mucho a los países inmersos en una conflagración internacional o sumidos en una guerra civil.

Los cárteles de la mafia en este país son tan diversos que, pese al demagogo discurso del combate a la corrupción, se expanden como la humedad. 

Vergonzosamente, imperan en tierra tricolor mafias del poder político absoluto (AMLO, 4T, Morena), el cártel inmobiliario (PAN), el cártel casinero (HANK), el cártel electoral (INE) y el cártel judicial (PJF)

No es de extrañar entonces que, en Norteamérica, Europa, Asía y Oceanía señalen a México como exportador de calamidades por parte del CJNG y el de Sinaloa, los dos grupos criminales más temibles y poderosos, según la DEA.

Consecuencia de esta cultura mexicana de la transa, la delincuencia organizada se enseñorea en vastas regiones del territorio nacional bajo su control, haciendo y deshaciendo a su antojo.

El más reciente capítulo de esta vorágine de sangre en suelo mexicano fue el hallazgo en Choix, Sinaloa, del cuerpo de uno de los criminales más buscados, “El Chueco”, quien sembró el terror en Urique por casi una década.

El asedio de las agencias policíacas de Chihuahua que andaban tras de él, concluyó con la muerte del multiasesino despiadado. No se sabe si cayó en un enfrentamiento o fue ejecutado, porque eso sucedió en la sierra, y lo que allá sucede, allá se queda.  

Tal y como sucedió con el otro criminal, “El Neto”, las circunstancias de su muerte inspiran hartas suspicacias, pero dada la peligrosidad y el terrible daño que le causan a la sociedad, ni sus familiares y los escasos dolientes van ahondar en los detalles.

Son tantas las víctimas de esta nueva camada de criminales sanguinarios -con corta expectativa de vida- que nadie en su sano juicio abogaría por pedir claridad sobre la forma en que muere esta fauna nociva para la sociedad.

El problema se presenta cuando son apresados vivos, porque el juicio se convierte en pura simulación, ya sea por temor de los juzgadores, porque suelten la sopa y embarren a Tirios y Troyanos, o bien, porque su capacidad operativa y financiera les permiten burlar la ley y escapar de ella.

Ahora bien, muerto el perro no significa aplacada la rabia. Es predecible que desde hace mucho “El Chueco” ya tuviera sustituto. Solamente un ingenuo se tragaría el embuste de que la plaza sería recuperada para la sociedad.

La jerarquía criminal es tan eficiente y efectiva que no deja cabos sueltos, habida cuenta de que son valores entendidos con el statu quo. Si “El Chueco” era el objetivo, pues se arregle el problema, pero la estructura prevalece y el negocio se continúa. Arriba, todos ganan.

Más allá del grotesco espectáculo político por obtener el mérito y levantar el trofeo, la despresurización social traerá, con sentimientos encontrados, sí, cierto alivio a la región, algo a la entidad y, quizás, otro elemento de distracción para el ejecutivo federal.

En lo que va del año las autoridades han sido puestas a prueba. Desde la fuga letal del Cereso 3 de Juárez, hasta la persecución de “El Chueco”, agentes de Loya y ministeriales de Jáuregui se la han rifado para hacer pagar al que la hace. No es mucho, pero tampoco es cualquier cosa.

Y como dijo el fiscal general, falta el CEO de Aras y saber qué pasó con los 13 que desaparecieron rumbo a Ojinaga. 

Cierto es también que falta dar respuestas y resultados a las mujeres que esperan justicia del CEJUM; los chihuahuenses que el exgobernador pague por las que hizo y la sociedad rescatar a sus hijos de las garras del cristal y el fentanilo, ¿no es así Juanca, Gertz, AMLO?

Es cuanto

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