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Opinión

Narcocultura entre Juárez y El Paso

Ciudad Juárez, se encuentra inmersa en esta problemática social, su vecindad con El Paso, Texas, la colocan como un punto estratégico y necesario para las actividades del crimen organizado

Óscar David Hidalgo Ávalos
Analista

martes, 26 octubre 2021 | 06:00

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Para Sayak Valencia, investigadora del Colegio de la Frontera Norte, la narcocultura es “una forma de vida y socialización cotidiana que cuenta elementos de distribución de sentido y pertenencia basados en una indumentaria abigarrada y costosa, un género musical popular, un subgénero cinematográfico, unas prácticas de hiperconsumo ostentoso y un estatus social característico”.

Ciudad Juárez, se encuentra inmersa en esta problemática social, su vecindad con El Paso, Texas, la colocan como un punto estratégico y necesario para las actividades del crimen organizado. 

Juárez y El Paso, han sido señaladas por sus habitantes como ciudades hermanas, no obstante, esta frontera se ha visto golpeada por la inseguridad con la que los fronterizos conviven diariamente, y que lleva implícita la relación con una serie de actos que pareciera, generan cierto proselitismo hacía las actividades del crimen organizado.

Dicho proselitismo, se muestra a través de una serie de actos que cotidianamente se realizan en las calles de Ciudad Juárez, tales como la exposición musical que impulsa la cultura del narco y que se reproduce a todo volumen en las calles de la ciudad, mientras se entonan, a una sola voz, las notas de los llamados narcocorridos, exteriorizando un lenguaje corporal que denota cierta satisfacción y aprobación por parte de quienes escuchan, música que, además, ocupa los primeros lugares de venta en México y Estados Unidos.

De la misma manera, ocurre con las series que sin censura alguna y lucrando con la violencia, se reproducen a través de las diferentes plataformas de video, generando en el auditorio el sentido de pertenencia a que hace alusión Sayak Valencia, lo que llega a mostrar que, en las calles tanto de Juárez, como El Paso, se observen a diferentes personas utilizando vestimenta a la usanza de aquellos actores de televisión que evocan a los grandes capos del crimen organizado.

No obstante, el gobierno ha sido por demás benevolente con este tipo de industria, ya que los pasos que ha llevado a cabo para controlar y censurar la transmisión de la narcocultura, solo han sido intentos malogrados, pues la información presuntamente prohibida, se esboza diariamente -y sin censura alguna- a través de páginas de internet, plataformas de streaming, videojuegos, discotecas, entre muchos otros medios de comunicación y centros de esparcimiento que fascinados por las ganancias que se generan, impulsan creativamente esta narcocultura.

Con tristeza podemos analizar que este fenómeno se encuentra arraigado en la población y como se refiere en el párrafo que antecede, los intentos del gobierno seguirán siendo infructuosos, pues las grandes fortunas de los políticos mexicanos denotan el nivel de corrupción que impera en los actores políticos, lo que evidentemente evoca el patrocinio del estado y la negativa de este, para asumir un papel regulatorio al proselitismo de la cultura del narco, buscando amparo bajo el derecho humano de la libre expresión, así como al derecho a la inviolabilidad de las nuevas tecnologías de la información, derecho que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, impone al Estado la obligación de que “las nuevas tecnologías de la información sean protegidas de cualquier intromisión o ataque cibernético, con el objeto de que su libertad de expresión sea salvaguardada por el Estado.” 

Se puede concluir que Juárez y El Paso, son una misma ciudad, comparten sus trabajos, sus tradiciones, sus recursos e incluso sus problemas y esto no es del todo malo, pues así se convive el día de acción de gracias, en la navidad, entre muchas otras festividades que nos permiten acrecentar la relación existente entre los habitantes de ambas comunidades, por desgracia, entre estas costumbres se encuentra la narcocultura, insisto, cada vez más arraigada entre los fronterizos. 

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