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Opinión

Mujeres y los procesos de transformación

Los avances en materia de igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres, o mejor dicho, la lucha por lograr la equidad, en lo teórico y en lo acordado ante la ley han sido muy relevantes en los últimos años

Juan Carlos Loera de la Rosa
Político

sábado, 06 marzo 2021 | 20:12

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Los avances en materia de igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres, o mejor dicho, la lucha por lograr la equidad, en lo teórico y en lo acordado ante la ley han sido muy relevantes en los últimos años. Sin embargo, por la vía de los hechos aún existe un buen trecho por recorrer para poder hacer efectiva la igualdad, el libre acceso a las oportunidades tanto en el medio laboral, como en la percepción de salarios; actividades políticas, derecho a la educación; acceso igualitario a la salud y otros servicios, sin dejar de lado, ser un ente activo en la toma y el ejercicio de las decisiones que se toman en la vida pública.

Fue en 1981 cuando el Estado Mexicano suscribió formalmente el compromiso internacional para combatir las desigualdades entre hombres y mujeres, dicho acuerdo fue declarado dos años antes en la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación. Son ya más de cuarenta años de haber suscrito este pacto, principalmente con las mujeres que en sus primeros treinta años avanzó a cuenta gotas, y de no haber sido por la lucha constante, movilizaciones y posturas evidentemente justas e innegablemente valerosas de muchas agrupaciones femeninas (sin soslayar desde luego, algunos esfuerzos individuales) que no claudicaron nunca por lograr la verdadera igualdad, la sustantiva, definida como “el acceso al mismo trato y oportunidades para el reconocimiento-, goce o ejercicio de los derechos humanos y de las libertades fundamentales inherentes al ser humano”.

Hablando de libertades, el año pasado fue decretado el año de Leona Vicario, Benemérita Madre de la Patria, reivindicando a una mujer que fue clave en la lucha por la Independencia de México. Leona Vicario dijo alguna vez que las mujeres “son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de gloria y de libertad no les son extraños”. Y nada más cierto, les pertenecen.

En el marco del Día Internacional de la Mujer no sólo quiero destacar y agradecer la enorme contribución de las mujeres en las distintas etapas de la construcción de nuestro país, sino también admitir y asumir el compromiso que me representa trabajar para ellas y con ellas, con la finalidad de construir un entorno seguro y justo para su libre desarrollo, en el que terminen las injusticias, empezando por eliminar la desigualdad que en muchos aspectos de la sociedad todavía se inflige a las mujeres.

Esta conmemoración importa para, en primer lugar, recordar la lucha continua e incontenible de las mujeres, en segundo lugar, para generar sinergias y que nuestro trabajo redunde en esa igualdad que tanto anhelamos y que habrá de incidir en el desarrollo de México.

Vale la pena refrescar la memoria y resaltar la enorme aportación de las mujeres en los procesos de transformación de nuestro querido país, las enseñanzas y su legado. Aprendimos de Josefa Ortiz de Domínguez la inteligencia y determinación con la que participó de forma estratégica en la Independencia de México; del movimiento de Reforma, la generosidad de Margarita Maza de Juárez, columna vertebral de la familia del Benemérito de las Américas; del periodo revolucionario, la sagacidad de Carmen Serdán y aquí en Chihuahua el patriotismo de Elisa Griensen; por cierto, huérfana desde los cuatro años y criada por otra mujer, su hermana Virginia quien desde su oficio como costurera logró sacar adelante a sus hermanos. 

No puedo dejar de mencionar la persistencia de Matilde Montoya, primera médica de México, quien se tuvo que disfrazar de hombre para que la aceptaran en la Escuela de Medicina, ni el coraje de Rosario Castellanos en su lucha por los derechos de las mujeres, su libro: Mujer que sabe latín... -ni tiene marido ni tiene buen fin, reza un viejo refrán- en el que expresa la enorme brecha en la desigualdad de la mujer ante el hombre y sus desventajas dentro de la sociedad. 

A lo largo de mi trayectoria he sido asesorado por mujeres a quienes les debo grandes ideas, surgidas muchas de ellas en acalorados debates y también como compañeras trabajando arduamente, hombro con hombro en cada recorrido por nuestro estado. Debo reconocer que las mejores ideas que he recogido cuando consulto a la gente, casa por casa, para escuchar cuáles son sus propuestas para las soluciones a nuestros grandes problemas, surgen regularmente de mujeres, adultas mayores, que nos comparten su ancestral sabiduría, por cierto. Su acompañamiento ha aportado un ingrediente indispensable para nuestra interacción con el pueblo. 

Aprecio el trabajo de cada militante de Morena, mi partido; porque son quienes sostienen este gran proyecto. Admiro a las funcionarias del gabinete de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, quien atinadamente ha sido incluyente y ha valorado la relevancia de la participación de las mujeres en las decisiones trascendentales del gobierno, hay que resaltar que es en este sexenio cuando más mujeres participan en funciones de primer nivel, le menciono algunas de ellas: Educación Pública, SAT, Economía, Bienestar, Cultura, Gobernación, Trabajo y Seguridad. 

Pero, sobre todo, agradezco y aspiro a aprender de las mujeres mexicanas, chihuahuenses; su valentía al salir a trabajar dentro de entornos frecuentemente inseguros; su nobleza y determinación para sacar adelante a una familia, muchas veces con salarios más bajos que los hombres realizando las mismas funciones; su honestidad como profesionistas; la persistencia al buscar una vida mejor para su familia; el compañerismo con el que contribuyen a mejorar su relación de pareja, familiar y laboral. Y esto no es exclusivo de mujeres de cierta edad, son todas las mujeres de todas las edades, las que hacen funcionar este engranaje que es nuestro estado y nuestro país. A ellas que tanto nos dan, les debemos mucho.

Es por ello que invito a que sigamos luchando por los derechos y por la

justicia a favor de todas las mujeres, para que, como lo dijo algún día Leona Vicario, suya sea la gloria y la libertad

No quiero finalizar, sin antes hacer un merecido reconocimiento a mi madre, mi abuela materna y mi hermana quienes influyeron enormemente en mi formación como ser humano, de ellas aprendí la dedicación y la entrega a los objetivos que me he trazado en la vida, para ellas mi amor eterno.

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