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Opinión

¿Mostaza?

Ayer cambió el semáforo de vuelta, pero esta vez no es a un color. Como ha sucedido durante cinco años, se trata de una improvisación

Carlos Murillo
Abogado

domingo, 17 enero 2021 | 06:00

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Ayer cambió el semáforo de vuelta, pero esta vez no es a un color. Como ha sucedido durante cinco años, se trata de una improvisación. Mostaza. Ni amarillo, ni naranja. Pero no es una simple ocurrencia aislada, es una constante del gobernador Javier Corral que ha hecho malabares con las políticas públicas durante cinco años.

De nueva cuenta, en el tema es la administración de la pandemia, los errores de la administración estatal han cobrado la vida de miles. No es una sorpresa. Se trata de una serie de eventos desafortunados que han puesto en una encrucijada a los chihuahuenses. 

No se nos olvida que el semáforo se ha usado con fines eminentemente políticos, donde lo menos que importa es el tema de salud. Sin embargo, ahora el discurso está matizado -igual que el color amarillo-, no se trata de un avance en los temas sustanciales, al contrario, seguimos con hospitales que trabajan con las uñas y personal de salud mal pagado.

Ahora, no se habla de incrementar las camas Covid, ni de más pruebas, ni siquiera de vacunas para la población o de pagar los bonos que todavía se adeudan en el sector salud. Esa agenda requiere de dinero y lo menos que tiene el gobierno estatal son recursos. 

Estamos a unos días de que el congreso estatal ceda para el préstamo de casi mil 700 mdp, lo que pondría de manifiesto dos hechos, el primero es que Javier Corral incumplió una de las más importantes promesas de campaña de reducir la deuda y la pésima administración de las finanzas estatales. Ambas premisas son verdaderas y los diputados están a punto de convertirse en cómplices.

El daño colateral de la deficiencia en la administración, son los grandes temas que nos aquejan. Por la coyuntura, el primer lugar en la opinión pública es la pandemia por el Covid; el segundo lugar es la seguridad que no ha cedido -en 2020 hubo mil 600 asesinatos dolosos solamente en Juárez; y, el tercero, es la economía, porque los negocios más afectados por las restricciones de la pandemia, han dejado a miles de personas sin ningún ingreso, principalmente restaurantes, bares, gimnasios y las plazas comerciales. Esto ha obligado a iniciar con un mercado ilegal de servicios tan elementales como un corte de cabello.

El semáforo rojo y naranja han matado a cientos de negocios en Chihuahua. Mientras que la pandemia se recrudece entre la población más vulnerable, el gobierno ha impuesto decretos para intentar contener la problemática. 

Pero podemos olvidar el 2020 y la responsabilidad de los gobiernos en el desorden con el que se administró la pandemia, porque ya están en la calle los candidatos y candidatas ofreciendo cambiar, pero pocos creen que las cosas puedan mejorar.

Hoy, las elecciones están en puerta y los políticos han invisibilizado el Covid. Parece como si no existiera la emergencia sanitaria, todos van a las calles en busca de las candidaturas como si no hubiera riesgo de contario. No cabe duda que la peor versión de la humanidad surge en estos momentos de crisis sanitaria y lo peor de la política también.

Pero la realidad supera a cualquier semáforo. Desde hace meses que todos los negocios prohibidos funcionan en la clandestinidad, porque eso produce la prohibición. Y, como sucede en estos casos, el mercado ilegal no tiene ningún límite. 

Imagine usted un negocio clandestino, donde no se cumple con ninguna norma, ni un decreto del gobierno estatal, mucho menos una recomendación. Es ingenuo pensar que se puede mantener el control social con decretos.

En ese escenario, el bajo mundo funciona sin ninguna restricción. Los límites que impone el Estado quedan solamente en las empresas formales, que son los más golpeados por los semáforos.

Por el contrario, las medidas -en la clandestinidad- quedan al arbitrio de quien comete la ilegalidad. Pero las necesidades humanas no cambian y encuentran la forma de satisfacerse siempre. Eso sucedió con la venta de cerveza, con los bares e, inclusive, con otras actividades más comunes como un simple corte de pelo, que se siguió haciendo pero en las casas de quienes contrataban los servicios. 

Entonces, de poco sirve un decreto, una ley o un semáforo, si la gente no le hace ningún caso. Puede ser rojo, naranja o rosa, pero no servirá. Solamente castigará los comercios y los aforos de los comercios locales.

La declaración de un semáforo mostaza no es más que un referente para algunos comercios formales. Pero en la realidad, las actividades clandestinas continúan sin que ninguna autoridad pueda detenerlas. Eso refleja el ingenio de un gobierno estatal que ingenuamente pretende incidir en la pandemia, pero en realidad es solamente una apariencia. De nueva cuenta observamos que la pandemia se administra sola.

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