Opinión

Migración, motivos y recepción

El reciente fenómeno migratorio es sólo una de las múltiples expresiones de las violencias de todo tipo que han afectado a la humanidad

Sergio Pacheco González
Analista

martes, 23 abril 2019 | 06:00

La migración que de Centroamérica y el Caribe se ha producido desde el sur hacia el norte de México, impactando a Ciudad Juárez de diversas maneras, es sólo una de las múltiples expresiones de las violencias de todo tipo que han afectado a la humanidad.

Guerras entre países o entre naciones, guerras civiles y/o religiosas, violencia directa ejercida por quienes integran el llamado crimen organizado, violencia estructural y pobreza, son algunos de los factores que motivan a las personas a abandonar sus países, ciudades o comunidades.

Ciudad Juárez, como se sabe, multiplicó su población en la segunda mitad del siglo XX, al crecer 107.7 por ciento de 1960 a 1980, así como 104 por ciento más hacia 1995, con la recepción de miles de mujeres y hombres que, en búsqueda del llamado sueño americano, trataron de internarse a los Estados Unidos de América (EU) o bien lograron emplearse en la Industria Maquiladora de Exportación (IME) o en las diversas actividades de construcción, comerciales y de servicios, que fueron estimuladas por el crecimiento de la primera. Así, en 2015, su población representaba 430.7 por ciento de incremento con respecto a 1960, si bien sólo creció 4.4 por ciento entre 2010 y 2015.

El proceso migratorio estimulado con la IME no fue ordenado, ni siquiera cuando cientos de personas originarias del estado de Veracruz fueron transportadas a esta frontera, para ser contratadas por las maquiladoras deseosas y necesitadas de fuerza de trabajo ya insuficiente en la región.

Y es precisamente en los términos y condiciones en que son recibidas quienes migran, donde las diferencias se hacen patentes. Al respecto, basta con aproximarse a lo que sucede en los países firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y del próximo T-MEC (Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá). 

Mientras que los EU promueven el cierre de su frontera sur, presionan al Gobierno mexicano para evitar el tránsito de las ahora recurrentes caravanas de centroamericanos, mientras se observa el flujo de cubanos, rusos o africanos que arriban a esta frontera, en su frontera norte, se produce un fenómeno similar al que se observa de México hacia EUA. Así, escribe Pablo A. Ortiz en NM Noticias Montreal, 7 mil familias han cruzado a pie y de manera irregular la frontera, en 2016, en busca de asilo. Esta cifra, señala, representa 63 por ciento de incremento con respecto a 2015, citando datos de la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (CBSA, por sus siglas en inglés).

Es decir que los EU no están otorgando a estas personas el asilo que buscan, no impiden su traslado y por tanto permiten su llegada a Canadá, lo que ha motivado que en este último país se esté procurando ajustar su legislación, impidiendo otorgar asilo a personas que hayan recibido una respuesta negativa en otro país, con el que, como EU, se tengan acuerdos migratorios.

No obstante Canadá, que cuenta con 21.5 por ciento de su población de origen migrante, proveniente de China, Reino Unido, India, Filipinas, EU, México, Colombia, Chile o Venezuela, entre otros países, estima recibir 1 millón 80 mil migrantes entre 2019 y 2021. Una razón, 17 por ciento de su población cuenta con más de 64 años, 16 por ciento tiene entre 0 y 14 años y cuenta con una esperanza de vida de 82.3 años.

En contraste, México asiste a la pérdida de las ventajas de su bono demográfico. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, “la edad promedio de la población, que era de 27.4 años en 2015, aumentará a 33.1 años en 2030 y a 40.9 años en 2050. Igualmente, la esperanza de vida al nacer variará de 76.7 años en 2015 a 79.4 años en 2030, y a 83.1 años en 2050”. Esto significa, que se producirá “la disminución del bono demográfico luego de su pico máximo, que sucedería en 2019 y a partir de allí, el bono disminuirá paulatinamente hasta evaporarse alrededor del año 2040”.

Esto significa que cada vez más personas dependerán de la productividad de las y los jóvenes, condición que está lejos de satisfacerse dadas las actuales circunstancias. Se requieren miles de empleos que ahora mismo no se tienen y que estarían en disputa, en caso de generarse, con la incorporación de los inmigrantes que desearan radicar en México. Además, los empleos debieran ser retribuidos de mejor manera, requerimiento que se planteó en las negociaciones del T-MEC.

Sin duda, se presenta un proceso migratorio complejo y sin resolución en el ámbito local e incluso nacional.

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