Opinión

Menos plástico

Nos encontramos a unos cuantos días de una prueba mayor sobre conciencia ecológica colectiva

Cecilia Ester Castañeda
Escritora

jueves, 22 agosto 2019 | 06:00

Nos encontramos a unos cuantos días de una prueba mayor sobre conciencia ecológica colectiva. El 29 de agosto, un año después de su publicación, entrará en vigor el decreto estatal que prohíbe a los establecimientos comerciales entregar mercancía en bolsas de polietileno.

La medida anunciada con el fin de eliminar una de las fuentes más visibles de desechos contaminantes se da en Chihuahua luego de disposiciones similares implementadas a nivel local, regional o nacional en diversas partes del mundo, en algunas desde hace decenios. En México, ya han actuado contra el uso de las denominadas comúnmente “bolsas de plástico” el Distrito Federal y entidades como San Luis Potosí, Querétaro y Nuevo León —por cierto que la capital de este último, Monterrey, es el mayor productor de polietileno en el país—.

En cambio, Ciudad Juárez se encuentra rezagada en la protección del medio ambiente. Sólo hace falta ver el poco cuidado a los espacios de vegetación, el tamaño del parque vehicular o las fugas de agua para constatarlo.

¿Cuál será entonces ahora aquí el impacto de la modificación a la Ley de Prevención y Gestión Integral de Residuos del Estado de Chihuahua?  

Es difícil saberlo con certeza, pues existen demasiados aspectos por definir. Hace apenas un mes, informó El Diario, los empresarios se quejaban por la falta de proveedores de bolsas biodegradables y la escasa orientación oficial en torno al nuevo programa cuyo cumplimiento será vigilado por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. Este medio añadió que las autoridades todavía no han impuesto sanciones por desacatar la prohibición de popotes de plástico desechables establecida en el 2018, a pesar de aún no descontinuarse su uso.

Por lo tanto está por verse el grado de cumplimiento de la disposición relativa a las bolsas en las cuales se entrega la mercancía. Hasta ahora se ha reportado que una cadena de tiendas de autoservicio ya emplea modelos biodegradables y, cuando se le terminaron las bolsas de polietileno, por lo menos una firma de minisúperes decidió sin previo aviso no resurtirlas… ni sustituirlas.

Que yo sepa, ante esto último las respuestas del público han sido encontradas. Algunos clientes contrariados han cancelado sus compras al toparse con los productos sueltos, se reportó, mientras que he sido testigo de otros compradores felicitando a los establecimientos por la nueva medida.

Es hora de cambiar hábitos. 

Cuando hace años se anunció que en las cajas de los supermercados se cambiarían las grandes bolsas de papel de fondo reforzado por unas más pequeñas de plástico, mi reacción fue de incredulidad. ¿Cómo iba a aguantar una bolsita tan delgada el peso del mandado? ¿Cómo podría cargar la gente todas sus compras semanales? Hoy me pregunto si volverán a popularizarse las redes de coloridos cuadritos o los alcatraces de periódico.  

Probablemente no. Pero considerando, según estudio gubernamental británico reportado por el New York Times, que fabricar una bolsa de papel consume tres veces más energía que hacer una de plástico y el impacto ambiental ocasionado por la manufactura de una bolsa de algodón es 131 veces mayor a comparación de una de polietileno, entonces no resulta tan sencillo contaminar menos.

Y luego está el efecto en el paisaje urbano. ¿Qué producto ocupará el lugar de esos ubicuos y flexibles recipientes gratuitos donde gran número de hogares juarenses sacan la basura? ¿Acaso se apuntalará el reinado de los muchas veces tóxicos contenedores tirados por las maquilas? Tal vez proliferen los botes que se meten a los domicilios, o las canastas fijas de herrería.

En las banquetas, creo yo, el cambio no será drástico. La prohibición de entregar mercancía en bolsas de un solo uso no significa que las bolsas desechables no vayan a estar a la venta. Además en El Paso, Texas, la gran mayoría de los establecimientos continúan empleándolas —garantizando sin duda su presencia en Ciudad Juárez para tranquilidad de los zapateros y amas de casa fronterizos que las reutilizan—. 

A final de cuentas, la desaparición de las bolsas de plástico atoradas en algún arbusto u obstruyendo el tracto digestivo de un animal depende de los ciudadanos. Cuando vivamos en armonía con un mundo que no es desechable, lo notaremos en nuestro entorno y en nuestra salud.

Notas de Interés

close
search