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Opinión

Maestros hostigadores sexuales, el tabú de las escuelas

No sé si les ha pasado que sienten unas miradas extrañas o alguna clase de vibración de una persona que te genera desconfianza

Ma. Guadalupe Mancha Valenzuela
Abogada

sábado, 19 marzo 2022 | 06:00

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Cuando estaba en la preparatoria y tenía aproximadamente 16 años sufrí hostigamiento sexual por parte de mi profesor de educación física, quien también era mi entrenador del equipo de basquetbol; no sé si les ha pasado que sienten unas miradas extrañas o alguna clase de vibración de una persona que te genera desconfianza, eso me pasaba con él. Cuando fui su estudiante siempre me miraba de una manera lasciva, o buscaba el contacto físico para corregirme movimientos o me hacía comentarios como “que bonitas piernas”, “eres muy madura para tu edad”, entre otras. Por ningún motivo me quedaba a solas con él. 

Dos años viví con la incertidumbre de que me hiciera algo o bien a la defensiva para evitar que la situación escalara; cabe mencionar que jamás se lo conté a nadie, por vergüenza o por la figura de poder que el representaba y que al yo acusarlo pudiera afectarme en mi calificación, o peor aún, expulsarme del equipo. Al fin me gradué y la próxima vez que lo vi me agarró los glúteos manifestándome que era una broma, jamás volví a interactuar con él, pero también jamás se lo dije a alguien.

Les comparto mi experiencia ya que en estos días se han publicado en medios de comunicación las acusaciones de “acoso sexual” que varias alumnas de bachilleres y universidades de esta ciudad han realizado en contra de maestros de sus planteles, donde no han obtenido el apoyo de los directivos de sus escuelas. 

El tema tabú que representa para estas escuelas, tanto de preparatorias y universidades, es el de los maestros hostigadores sexuales; casualmente dichos institutos son liderados por hombres que prefieren guardar silencio o prefieren mirar hacia otro lado, sin dar un posicionamiento contundente en apoyo a sus alumnas, al contrario, las dejan solas o simplemente no les creen, o incluso les piden evidencias de su dicho, como si fueran la figura del Ministerio Público.

Quiero mencionar que acoso sexual no es lo mismo que hostigamiento sexual, siendo este último el tipo penal que estaría sucediendo con las manifestaciones señaladas por las alumnas. El hostigamiento sexual, según nuestro código penal, es la realización de un acto lascivo o de connotación sexual valiéndose de su posición jerárquica o de autoridad derivada de una relación laboral, docente, religiosa, doméstica o que implique subordinación. Y nuestro código penal también tipifica el acoso sexual como realizar en otra persona, sin su consentimiento, algún acto lascivo o de connotación sexual; la diferencia entre ambos es que en el hostigamiento existe una relación de jerarquía y en el acoso no.

Ambos delitos son de realización oculta, es decir, en la mayoría de los casos sólo lo saben la víctima y el hostigador/acosador; también en la mayoría de los casos no se denuncia por vergüenza, miedo a que no te crean o a que se tomen represalias. 

Las aulas deberían ser espacios seguros tanto para alumnas y alumnos, deberían de entrar a ellas con la seguridad de que ahí adentro todo estará bien y que será un espacio de conocimiento y crecimiento personal. 

El hostigamiento y acoso sexual son problemas que han ocurrido desde siempre dentro y fuera de las escuelas, es necesario y urgente que las instituciones educativas pierdan el miedo y dejen a un lado los tabúes del tema y emitan protocolos de prevención, de investigación, de atención y de sanción de dichas conductas realizadas por los docentes, donde la misión sea generar un proceso equitativo para ambas partes y evitar con ello la revictimización, la repetición y la impunidad. Todas las alumnas merecen tener la certeza de que en este tipo de casos siempre se les creerá y se les apoyará. 

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