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Opinión

Madres en olvido

Hay un dicho que dice 'madre no es la que engendra, sino la que cría'

Erasto L. López
Académico

viernes, 14 mayo 2021 | 06:00

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La señora María Guadalupe tenía 58 años cuando su hija Valentina de 25 se embarazó de un chico que había conocido apenas hace poco tiempo. Casi nueve meses después y con algunas complicaciones, nació del vientre de Valentina el pequeño Esteban. Al pasar de los años, Valentina se fue desatendiendo de Esteban, los desayunos se hacían cada vez más raquíticos o a veces nulos, no había apoyo para orientarlo a empezar a caminar, hablar y comer por su cuenta. Ante tal situación, María Guadalupe o Doña Lupe, como le llamaban de cariño los vecinos del barrio, comenzó a hacerse cargo de su nieto; le daba desayuno, jugaba con él, le ponía ejercicios para ejercitar su mente y su cuerpo. Al ver que su madre, Doña Lupe, se empezaba a hacer cargo de su nieto, Valentina aprovechó el momento y utilizó su tiempo libre para seguir frecuentando a sus amistades y conocer chicos nuevos. Con el pasar de los años, fue evidente que el desarrollo físico y mental, así como la educación de Esteban eran el resultado del esfuerzo de Doña Lupe, quien para seguir solventando algunos gastos comenzó a lavar y planchar ajeno. Cuando Esteban cumplió siete años, su madre Valentina estaba por casarse con un pretendiente con el que tenía saliendo más de un año. Posterior a la boda, Esteban rechazó irse a vivir con su madre Valentina a casa de Roberto, su ahora esposo, quedándose a vivir con su abuela, quien era evidente se había convertido en su verdadera madre. 

Jimena y Gloria eran dos hermanas originarias de Veracruz, pero al morir sus padres tomaron la decisión de venirse a vivir a Ciudad Juárez en busca de nuevas oportunidades. Jimena con 32 años era la mayor y Gloria con 29 la menor. Desde temprana edad, Gloria había manifestado su deseo de no tener hijos, pues ella contemplaba hacer varios proyectos personales donde destacaba no tener tiempo para criar niños. En cambio, Jimena a sus 32 años se encontraba casada y con dos niños, Antonio de cinco años y Jazmín de tres. Cuando Jimena estaba por cumplir 33 años, su esposo le propuso un viaje a la playa donde acudieran solo ellos dos como pareja, a lo cual ella aceptó. Por lo tanto, Jimena, pidió a su hermana menor hacerse cargo de sus sobrinos los días que estaría de viaje. Lamentablemente, Jimena y su esposo tuvieron un accidente automovilístico y ambos fallecieron. Ante la ausencia de familia en esta ciudad, Gloria decidió hacerse cargo de sus sobrinos, dándoles todo lo necesario para criarlos como propios. Gloria sacrificó sus proyectos, y emprendió otros nuevos que empataran con su nuevo rol como madre de sus sobrinos. 

Abuelas, tías, hermanas, amigas, y madres adoptivas, todas ellas mujeres que por azares del destino terminan criando a los hijos de otras personas. Teniendo en cuenta que hace algunos días se celebró a las madres, este artículo es un reconocimiento para todas aquellas mujeres que, sin dar a luz a sus hijos, se han comportado como todas unas madres, y en muchas ocasiones se han convertido en madres en olvido. Hay un dicho que dice “madre no es la que engendra, sino la que cría”, y estos dos casos relatados con anterioridad son ejemplos claros de situaciones que abundan cada vez más en nuestros tiempos, por ello, no me queda más que decirles a todas aquellas mujeres que no fueron debidamente felicitadas: ¡Feliz día de las Madres! 

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