PUBLICIDAD

Opinión

Madero, el enano mezquino que no inventó Tolkien

Hace cosa de veinte años, poca cosa había oído yo hablar de la poca cosa de Gustavo Madero

Luis Villegas Montes
Analista

lunes, 18 enero 2021 | 06:00

PUBLICIDAD

Hace cosa de veinte años, poca cosa había oído yo hablar de la poca cosa de Gustavo Madero. La recordación viene a cuento porque, el pasado sábado, me llamaron de parte de su precampaña para invitarme a votar por él.

Me habló una persona de quien, por el timbre de voz, colegí que se trataba de un joven que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Quiero decir, llamarme a mí para decirme que había ido a buscarme a mi casa para intentar persuadirme de la posibilidad de votar por Madero es no saber, por decir lo menos, de qué lado masca la iguana.

Total, este joven me llamó por teléfono y empezó a detallar los supuestos méritos de Gustavo. En ese punto, para serles franco, lo dejé de escuchar. Su voz, como una máquina del tiempo, me trasladó a las épocas en que, por primera vez, oí hablar del fulano.

Corría el año de 1996 y Gustavo fungía como Director General de Planeación y Evaluación del Gobierno del Estado durante el gobierno de Pancho Barrio. En 2001, Madero pretendió incursionar en política y le partieron el hocico cuando, como candidato a la Presidencia Municipal, Jorge Barousse le dio hasta por debajo de la lengua.

En el 2003, Madero contendió por una Diputación federal y ahí sí ya tuve la oportunidad de tratar con él; de conocerlo de cuerpo entero… lo que no es mucho decir porque es un simple enano política, intelectual, espiritual y físicamente hablando.

Ese año, Madero, milagrosamente, llegó a ser Diputado federal por el Sexto Distrito. Lo recuerdo bien por dos razones: primero, porque el miserable me robó unos cuantos miles de pesos; segundo, porque ese año, el 2003, en plena Navidad, también se robó el aguinaldo de la gente que trabajaba para él en su oficina de enlace legislativo.

Me explico.

El 2003, y en caridad de Dios, dejé de ser Diputado federal. Sin futuro político en puerta (ni en portal, ni en porche, ni en zaguán ni en nada) lo mejor era hacer mutis de la escena política y me fui a refugiar a la Cámara de Diputados como asesor del Coordinador de la bancada panista. Así las cosas, el mobiliario de mi propia oficina de enlace se lo ofrecí a Madero y pactamos una cantidad la cual tardó seis meses en pagarme a la mitad. Como anécdota queda que le hablaba yo al actual Senador Carlos Olson (Pinky) para decirle: “Mira, te dejo de llamar si me dices que Madero (Cerebro) se va a robar lo que me debe. Si lo admites, te dejo de dar lata; si no, te voy a seguir llamando hasta que me pague o reconozcas el hurto”. Primero me cansé yo que él.

Sin embargo, el homúnculo no perduró —ni se destacó— en los entresijos de mi memoria por ese lance, no. A Madero lo recuerdo por esa mezquindad memorable de quedarse malamente con el aguinaldo de su gente. Además del ingreso ordinario para sostener las oficinas de enlace, los diputados del PAN percibían en aquel entonces, en el mes de diciembre, un ingreso extraordinario como estímulo navideño. Ese año de 2003, pese a haberlo recibido, simplemente Madero se hizo pato y se quedó con el dinero adicional que, en principio, estaba destinado al pago de dicha prestación laboral de SU gente. ¡Perro!... bueno, perrito.

Ya en México ambos, yo asesor, él Diputado, Madero pasaría a la historia del GPPAN —en voz de los choferes— como el pobre infeliz que se bajaba de la camioneta para comerse unos tacos de canasta a media calle, mientras dejaba al conductor de turno cocinándose al sol inclemente del mediodía, sin ofrecerle, siquiera, un botellín con agua.

De su paso por el PAN, mejor ni hablar. Antes de su gestión, jamás en la historia del Partido habían corrido rumores de “moches” descarados para asignar presupuestos. Es más, el horror imbécil se hizo presente cuando, en la contienda interna para elegir a su sucesor, la ahora flamante Presidenta del CDE del PAN en Chihuahua, la educada, culta, instruida, enterada, capacitada y lúcida (ya, es broma), Rocío Reza, decidió apoyar a Ricardo Anaya y no a su paisano —ahora jefazo— Javier Corral.

Ese mequetrefe (me refiero a Madero) busca ahora contender por la Gubernatura. Ni en los sueños de opio más intensos es posible que ese liliputiense cicatero pueda sobreponerse —no ya a Loera— sino a su propia negra historia de egoísmo y ruindad. Quien lo conoce de cerca, lo sabe.

Desde aquí, Senador con licencia Gustavo Enrique Madero Muñoz —suspirante envilecido, parado de puntitas, vestido con el fru-frú de la trampa y el sombrerote del engaño, enano crecido del circo del “Don” (Mamma mía), Javier Corral—, cuando quiera, donde quiera y de lo que usted quiera, lo invito a debatir. Si rehúsa, quedará usted como lo que verdaderamente es: una entelequia, un conato de artificio, un don nadie, una mala copia escapado del mundo de Tolkien.

Contácteme a través de mi correo electrónico o sígame en los medios que gentilmente me publican, en Facebook o también en mi blog: http://unareflexionpersonal.wordpress.com/

Luis Villegas Montes.

luvimo6608@gmail.com, luvimo6614@hotmail.com

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search