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Opinión

Los riesgos de la desocupación

Una de las víctimas de la austeridad en el espacio de la generación de información estadística a cargo del Inegi ha sido el levantamiento de la ENOE

Armando Sepúlveda Sáenz
Analista

viernes, 05 junio 2020 | 06:00

Una de las víctimas de la austeridad en el espacio de la generación  de información estadística a cargo del Inegi ha sido el levantamiento de la Encuesta Nacional sobre Ocupación y Empleo (ENOE), cuya muestra se levantaba en los hogares, relacionando las personas del encuestador y el encuestado. Para el mes de abril, se le ha sustituido por la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE). La misma institución ha indicado que las características de un instrumento y otro le restan precisión  y relevancia comparativa. No obstante es un buen indicador de ocupación.

Esta columna previamente señalaba que a partir de los datos proporcionados para abril del registro de asegurados permanentes y eventuales en el IMSS, usada como indicador base del empleo en el sector formal de la economía, la merma del registro era de 550 mil puestos de trabajo, en el sector informal serían de al menos el doble. Aún con el margen de error que se le pueda atribuir a la ETOE los datos son simplemente espeluznantes. Dicho sea de paso, algunos comentarios sobretodo de reporteros caen en el lugar común de atribuir la recesión a la pandemia y a las consecuentes medidas de aislamiento; la economía ya estaba en recesión y la profundidad de fenómeno aumentó con las medidas de paro establecidas por la política sanitaria.

En breve la ETOE informa que en el mes de abril 12.5 millones de mexicanos perdieron su empleo o su ocupación. Como era de esperarse los más afectados serían los ocupados en el sector informal, ya que del total, 82.4 por ciento se incorporó a la población económicamente inactiva. Los restantes 17.2 por ciento correspondieron al sector formal (2.2 millones de trabajadores).

En el ámbito de la PEA la población ocupada, que representa a las personas que trabajaron en la semana previa a la entrevista o que no trabajaron, pero mantenían un vínculo laboral con la unidad económica para la que trabajan, representaron el 95.3 por ciento de la población económicamente activa (43.3 millones de personas). En tanto que la PEA desocupada -aquella que no contaba con trabajo y buscó uno en el último mes-, fue del 4.7 por ciento de la población económicamente activa en el mes de abril de 2020 (2.2 millones de trabajadores).

De la reducción por 12.2 millones de la suma de PEA ocupada y PEA desocupada entre marzo y abril de 2020, nos da cuenta su incorporación al grupo de la  población no activa económicamente (PNEA), que llega a representar el 52.5 por ciento de la población mayor de 15 años (50.2 millones de personas), mientras que en marzo la PNEA fue de 38.7 millones). Este aumento se dio principalmente en la población no ocupada con disponibilidad para trabajar, sin buscar activamente un empleo, al pasar de 5.9 millones de personas en marzo de 2020, a 20 millones de personas en abril de 2020.

Para los propósitos de esta nota, estos son los datos que interesa destacar. Sin embargo usted puede realizar un análisis más detallado, recurriendo al sitio de internet del Inegi, y obtener el comunicado de prensa 264/20 del pasado 1 de junio relativo a: los resultados de la primera Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) que fue levantada en abril de 2020.

La asimilación de la fuerza de trabajo desocupada de la PEA como la no ocupada pero disponible en la PNEA, es a la luz de los pronósticos de crecimiento del PIB para 2020, una posibilidad, pero en su mayor parte improbable su absorción.  El Banco Central, Banxico estima que el PIB sufrirá un decremento acumulado en el año en curso de  -8.8 por ciento, considerando el fin del aislamiento por la Covid-19.

Los datos de desocupación indican que necesariamente hay mortandad de centenares de miles de micro y pequeñas empresas, que eran y son la principal fuente de ocupación y de empleo. En una situación recesiva como la esperada, no hay elementos para imaginar  que resuciten.

Los índices de confianza del consumidor y de las empresas, indican que además de la incertidumbre y la capacidad instalada disponible en exceso respecto de la demanda esperada, no existen en las medianas y grandes empresas incentivos para aumentar la inversión, salvo la encaminada a automatizar los procesos productivos.

La vía aparente para acelerar el crecimiento  a finales de 2020 y todo 2021 estriba en que economía de los Estados Unidos salga de la recesión en que se encuentra, y en consecuencia se dinamice el sector externo de la economía. Esta posibilidad se ve remota en lo que resta del año, salvo marginalmente,.

Creo que ha llegado el momento en que las políticas públicas, económica, fiscal y laboral pongan en el centro a las personas desocupadas (su derecho al trabajo, al ingreso y la salud), no sólo la recuperación de los puestos de trabajo. Las personas no son sólo fuerza de trabajo, son consumidores, padres de familia con obligaciones, son agentes sociales y políticos.

 

 

 

 

 

 

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