Opinión

Los retos de la 4T

La desigualdad en México ha sido lacerante

Juan Carlos Loera de la Rosa
Empresario

domingo, 11 agosto 2019 | 06:00

La desigualdad en México ha sido lacerante; mientras la pobreza campea en barracas y casas de cartón, la riqueza se hace palpable oprobiosamente en los automóviles, yates y casas de lujo; el contraste de las escuelas de lámina, sin pizarrón y bancas de tres patas a las que acude la gran mayoría de los niños pobres de México es verdaderamente vergonzoso cuando podemos ver que los hijos de los ricos acuden a escuelas que no solamente tienen un gran edificio, sino que además de los pizarrones necesarios poseen internet, canchas deportivas, comedores, bibliotecas y grandes espacios recreativos; esta es nuestra realidad y combatir la inequidad tan abismal que se deriva de la pobreza es una de las grandes tareas a las que se enfrenta la Cuarta Transformación.

Ampliar oportunidades de estudio, así como laborales, será un trabajo titánico del presidente Andrés Manuel López Obrador; no importa cuán difícil sea, seguramente navegará contra viento y marea y en situaciones tan aparentemente contradictorias como las que actualmente presenta nuestra economía y que ha sido objeto de grandes críticas ya que se ha apartado del patrón económico establecido por las economías neoliberales, finalmente quienes trabajamos con el objetivo de engrandecer a México sabemos que lograremos combatir esta gran brecha de oprobiosa desigualdad entre ricos y pobres.

Entremos en materia:

Hoy los principales críticos de la obra de Gobierno de la Cuarta Transformación, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, tienen la convicción de que su modelo está enfrentando muchos problemas, en muchos ámbitos; pero los más empecinados apuntan al campo de la economía. Postulan una certeza: hay datos duros que dan cuenta de un inminente estancamiento; solazados aseguran que la recesión ha tocado la puerta y sostienen que las cifras son elocuentes: la economía este año difícilmente alcanzará un crecimiento equivalente al uno por ciento, pero sobre todo, el empleo formal ha caído en un bache, dado que sus aumentos mensuales son casi nulos.

Pero, ¿qué tan útiles son estas cifras para sustentar un pronóstico tan catastrófico del modelo económico propuesto por la 4T? ¿Son en realidad estos indicadores de crecimiento, representativos del próximo naufragio de la economía mexicana?

A pesar de que el núcleo más duro de los detractores del Gobierno de AMLO comparte estos razonamientos, lo cierto es que no revelan un fracaso del modelo de la 4T y tampoco la evidencia de trastornos irreparables en el ritmo de la economía; veamos la debilidad de esta crítica, plena de un pesimismo, sin más fundamento que los malos deseos hacia un Gobierno que está en verdad transformando las bases de la economía mexicana.

Para empezar la idea de que un nuevo modelo fracasó porque en sus comienzos no logra un crecimiento superior al dos por ciento, que en los últimos años aparece como una meta deseable, revela una conclusión apresurada, porque puede estar ocurriendo lo contrario: la economía vive un receso como consecuencia de la implantación exitosa justamente de ese nuevo modelo; pues nadie puede negar que en todo cambio de régimen los grandes ajustes a las reglas del juego tienen altos costos y la presencia de los mismos, bajo la forma de un lento crecimiento, lejos de revelar el fracaso del modelo, pueden ser el signo de un afianzamiento exitoso. En cuanto a los supuestos datos duros, el argumento es ingenuo, pero sobre todo carente de un contexto teórico e histórico apropiado.

Al respecto para valorar este argumento conviene revisar un extraordinario artículo de Joseph Stiglitz, publicado en julio de este año en la Revista Nexos, donde revela que 40 años de crecimiento de la economía norteamericana de nada o poco sirvieron al pueblo, pues “el ingreso de un trabajador varón típico es más o menos igual que hace cuarenta años”. En otras palabras: el pastel de la economía norteamericana, probablemente se ha duplicado, o acaso triplicado, desde 1980, pero hoy un trabajador norteamericano recibe rebanadas del mismo tamaño.1. 

¿De qué sirvió esa gran expansión? Sólo para demostrar que el modelo económico centrado en el crecimiento del mercado y carente de toda regulación no está funcionando. En las palabras de este Nobel tan distinguido: “Llevamos 40 años de experimento neoliberal, los resultados están a la vista: según cualquier criterio el experimento fracasó”.

Hablando del empleo formal como indicador del estado de la economía, de la ingenuidad de los críticos pasamos a la ignorancia, dado que nadie que tenga un conocimiento superficial postularía este indicador, como un dato capaz de revelar la verdadera situación del empleo en una economía tan diversa como la mexicana, en la que la porción del sector formal es extraordinariamente reducida y en los últimos 40 años se ha caracterizado por ser un segmento de la demanda de trabajo que no revela signos de bienestar, sino lo contrario: precariedad y pobreza, en no pocos casos extrema.

A propósito del verdadero significado del empleo formal, ¿sabrán estos críticos que, en los 80, debido a la permanente devaluación de nuestro peso, los propietarios de las empresas maquiladoras radicadas en la Frontera Norte contrataron el doble y hasta el triple de trabajadores y trabajadoras formales con el mismo presupuesto para el pago de la nómina en dólares. En esas condiciones, durante la sombría década perdida, ¿de qué sirvió que los trabajadores formales de las ciudades fronterizas, registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, duplicarán, triplicarán e incluso cuadruplicarán su volumen?

Evidentemente los supuestos datos duros son muy líquidos y muy poco pueden hablarnos de la verdadera situación de la economía mexicana, máxime cuando el nuevo modelo que sustenta la 4T desea que la economía crezca; pero no a cualquier precio, pues su centro es la creación de empleos dignos que acaben con la inaceptable desigualdad que carcome a nuestro México y de esto, aún en esta hora temprana, tenemos mucho que presumir en el vasto mundo de los logros de la Cuarta Transformación, pero ese será el tema de nuestra próxima conversación.

 (1) Joseph E. Stiglitz, “Por un capitalismo progresista”, Nexos, Num. 499, Julio de 2019, pp. 47-51.

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