PUBLICIDAD

Opinión

Los medios y las campañas electorales

La objetividad, como valor absoluto o como cualidad del observador no existe como tal

Jesús Antonio Camarillo
Académico

sábado, 10 abril 2021 | 06:00

PUBLICIDAD

La objetividad, como valor absoluto o como cualidad del observador no existe como tal. Se puso en crisis desde el siglo XIX la idea de un agente del conocimiento que con plena pulcritud pudiera dar cuenta de los hechos estudiados u observados; sin embargo, podemos mantener una idea modesta de “objetividad”, en el sentido de mantenerla como una idea regulativa, o si se quiere, como una pretensión.

Cuando a los medios de comunicación se les pide ser objetivos, no se está aludiendo a la ingenua idea de que su trabajo informativo y su política editorial se ciñan al modelo ficticio de la cámara fotográfica que toma la realidad tal como esta es –cuestión que ya entraña una seria problemática, dado el problema del conocimiento de una realidad “absoluta”- sino más bien a una exigencia ética mínima, que tiene que ver con la pretensión de no alterar burdamente la descripción de los hechos que se dan a conocer. En ese sentido, la idea modesta de objetividad se torna en una idea regulativa del trabajo periodístico y nunca en un excelso valor universal y absoluto, que simplemente no existe, salvo en la óptica del que se adhiere a una posición ingenua.

El inicio de las campañas en el estado de Chihuahua da pie para empezar a calibrar la forma en que la mayoría de los medios locales desempeñan su importante función. Para empezar, son pocos los medios de comunicación que hacen un espacio en su agitado itinerario para realizar ejercicios de introspección sobre su propio actuar. La agenda del día los absorbe y pocos son los momentos propicios para deliberar, no en el plano de la dimensión cotidiana y técnica de la nota, sino con relación a los mínimos atributos éticos que conlleva su trabajo, presencia e influencia en la entidad.

Cabe acotar que esta reflexión no necesariamente debe partir de concepciones ideales sobre un periodismo que nunca ha existido, salvo en los sueños de los puritos. Porque así como la objetividad a ultranza no existe, tampoco la neutralidad absoluta. Un medio neutral hasta el hartazgo de poco serviría a una sociedad. No es reprochable que los medios tengan ideología y la deslicen implícita o explícitamente por sus páginas. A lo largo de su historia, México es un ejemplo de cómo, especialmente la prensa escrita, ha contribuido al cambio social y democrático. Lo reprochable sería, en todo caso, que a la usanza de cualquier portal barato de internet, se calumnie y se alteren brutalmente las situaciones que se pretenden describir.

La arena pública de las campañas electorales permite, en más de un sentido, calibrar el desempeño de los medios, dada la intensidad del golpeteo que emerge todos los días. Ni son árbitros ni son jueces, pero la pretensión de objetividad aflora, por ejemplo, en aproximarse a la precisión al momento de dar cuenta de los pormenores de las encrucijadas por las que transitan las situaciones particulares de los candidatos frente a los embates de sus oponentes. En ese sentido, muy bien harían los medios en distinguir entre legalidad y legitimidad política, tanto a nivel de los partidos políticos como al de los candidatos en su individualidad.

La objetividad, como idea regulativa, implicaría también una postura relativista, en el sentido de no idealizar a ningún candidato. El manejo de la información y la cascada de notas posteriores a la emisión del auto de vinculación a proceso de la candidata panista al Gobierno del Estado de Chihuahua, es un ejemplo de que los ejercicios de introspección de los medios brillan por su ausencia.  O, simplemente, no interesan.

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search