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Opinión

OPINIÓN

Los 71 muertos y la lección olvidada

El lunes fue de pesadilla brutal para el personal de servicios periciales, forenses y agentes del Ministerio Público

LA COLUMNA
de El Diario

domingo, 25 octubre 2020 | 06:00

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El lunes fue de pesadilla brutal para el personal de servicios periciales, forenses y agentes del Ministerio Público. Debieron movilizar a 71 personas fallecidas. Algunas por accidentes, otras por armas de fuego; y las más, arriba del 80 por ciento, por coronavirus.

Ese fue el reporte que ofreció la Fiscalía de Justicia en la Zona Norte a la mesa de coordinación de seguridad. 71 víctimas para un lunes negro que no encuentra antecedente ni en la época de mayor violencia inscrita entre el 2007 y el 2011.

Es el invierno crudo anticipado para las familias enlutadas no solo de esas cinco docenas de personas que perdieron la vida tan solo durante el tiempo que las manecillas de un reloj giran la vuelta completa, sino para la sociedad chihuahuense que ha sufrido casi dos mil muertes en ocho meses de pandemia.

Pudo El Diario constatar para sus lectores el desastre ocurrido mediante videos tomados por personal médico en una clínica del IMSS en Ciudad Juárez y el Hospital Central (estatal) en Chihuahua, desbordados por personas fallecidas y contagiadas.

También fueron capturadas fotografías de ambulancias y conductores de vehículos particulares tratando infructuosamente de abrirse paso hacia las áreas de urgencias de distintos hospitales. Los alcanzó la muerte antes que un médico.

La temida víspera de calamidad por tremendo infortunio se convirtió en realidad. Los distintos hospitales del ISSSTE, IMSS, Servicios de Salud del estado... todos quedaron abajo de su capacidad para atender infectados de Covid-19.

El escenario de apocalipsis hizo reaparecer al gobernador, Javier Corral, no para paliar la crisis al menos llevando un bocado de alimento al agotado personal de salud en los hospitales, o para anunciar la entrega de millones de cubrebocas en favor de miles de sus gobernados que ni para eso tienen, o para prevenir mayor daño a la economía del estado, sino para decretar un desesperado semáforo rojo que él mismo debió evitar desde principios de año.

En los nosocomios particulares deben ser realizados depósitos inalcanzables para una familia convencional por el orden de los 500 mil pesos hacia arriba solo para ingresar a un enfermo del virus letal.

Ha quedado la pandemia fuera de control. El domingo 21 de junio hicimos la siguiente reflexión en este mismo espacio: “La lección para los juarenses hasta esta etapa del Covid, una lección más, es que no habrá gobernador para entrar en su auxilio al menos de aquí a septiembre del año próximo si los juarenses no lo obligan a cumplir con sus respectivas tareas”.

“Evitará más dolor atender la lección”, fue titulada aquella Columna de El Diario, publicada al pasar la frontera norte del estado de semáforo rojo a naranja. El análisis invitaba a todo en materia preventiva, pero no a lanzar vivas ni aplausos desbordados.

Otro párrafo de aquella columna: “Voluntariamente no moverá (Corral) un dedo por sí solo aunque tenga residencia aquí y cuna en El Paso. Su desapego es como si hubiera nacido en Dubai y no conociera los burritos de El Centenario ni el menudo de El Bombero”.

Ocupado de tiempo completo en su supervivencia política y no en la supervivencia de los chihuahuenses, Javier Corral, desatendió y sigue desatendiendo la histórica tarea de velar por la salud de los chihuahuenses.

No creyó en la letalidad del virus igual que Trump. En diciembre del 2019, enero y febrero del 2020, las noticias de contagios y muerte parecían lejanas porque ocurrían en la cuna del Covid, China. Nada que ver con Chihuahua. ¿Y el intercambio comercial con el país asiático? ¿Y las maquilas chinas acá?

Cuando el virus hizo su aparición siniestra en el estado no hubo una sola defensa que lo preocupara. Los municipios llevaron a cabo modestos esfuerzos preventivos, superados en mucho por la aplastante diseminación del bicho. Marzo, abril, mayo y la mitad de junio fueron de devastación en materia de salud y en el renglón económico. 500 muertos y más de 14 mil empleos perdidos. La frontera cerrada para el comercio regional Juárez-El Paso-Nuevo México. Ahora es el doble de fallecidos.

Javier Corral ha transitado antes y durante la pandemia como si la misma no existiera. Ha dejado toda la carga sobre los hombros del personal de salud y sobre la misma sociedad.

Del rojo al naranja casi tres meses, casi un mes de amarillo... vuelta al naranja y ahora de nuevo al rojo. Ausente el mandatario más allá de conferencias de prensa virtuales para estadísticas y el dictado de medidas coercitivas.

En medio de la contingencia usó las 24 horas de los días de casi dos meses para “cabildear” en el Congreso del Estado una reforma electoral que lo pusiera en condiciones de manipular la sucesión por la gubernatura en la elección de julio del año entrante. El intento fue derrotado no sin escándalo mayúsculo y lágrimas de impotencia a mares.

En un afán meramente publicitario, ahora anda metido Corral también de tiempo completo en una alianza llamada federalista con otros nueve gobernadores del país en busca de una equidad fiscal que olvidaron los últimos tres años.

Ahora, de salida de sus administraciones y urgidos de caer parados en otros cargos después del 2021, concentran sus esfuerzos en ello.

Apenas se ha dado tiempo Corral para dos homenajes que debieron llamarlo a la reflexión y a la acción de lleno contra el Covid: la muerte por contagio de su secretario de Salud, Enrique Grajeda Herrera, (ocurrida el 26 de julio); y la de su escolta José Luis Orozco Montes, “Pipen”, acontecida el domingo en el Hospital Militar de la ciudad de Chihuahua.

Apenas unas palabras de aparente duelo en ambos casos. El olvido, después. El olvido por completo de los más de 20 mil chihuahuenses que han sufrido contagios en la entidad desde marzo; de los casi dos mil fallecidos... de sus familias; de los hospitales desbordados, del personal de salud que ha clamado una y otra vez por una hora de genuino descanso, que ha pedido sin cesar insumos suficientes en los centros hospitalarios.

En una situación extrema como la sufrida, si las arcas del estado tenían mil millones de pesos “extras”, estos debieron ser para contener el Covid con la difusión de medidas preventivas, adquisición de pruebas PCR, pruebas rápidas, medicamentos... en herramientas para salvar vidas, no en una ruta troncal que tiene más aroma de corrupción inclusive que de necesidad para aliviar el tráfico de la ciudad. Es un absurdo que solo se explica porque se trata de grandes negocios particulares con dinero público.

También está el olvido del motor que mueve a toda sociedad, el económico. Las inversiones anunciadas hace cuatro meses se quedaron en casi nada y en propaganda.

Los negocios siguen quebrando porque no han sido adoptadas acciones auténticas de respaldo financiero ni mucho menos crediticio. Los lineamientos a rajatabla en cada cambio de semáforo han ido exterminando a los más débiles, sin líder al frente que los rescate. Los desangran con impuestos pero no sacan la cara por ellos.

“Esta vez no hay recursos para apoyar”, dijo Corral el jueves en tono inaceptablemente lastimero.

No quiso hacer compromisos que no podrá cumplir. Esta vez al menos tuvo esa decencia, pero no la de admitir su fracaso al frente de una crisis histórica como el reto Covid, ni menos reconocer que su concepción idílica de gobernar es diametralmente distinta entre la campaña electoral y las riendas del poder en la mano.

Un par de días después de la muerte de 71 personas en Juárez, la sintonía de Corral andaba insólitamente en otra frecuencia y no la del Covid. Aventaba golpes a la cara de Olga Sánchez Cordero por el conflicto del agua:

“Rechazamos categóricamente lo expresado por la secretaria de Gobernación, de que, si el Tratado es revisado por los Estados Unidos, la culpa será del Gobierno de Chihuahua”.

“No solo es una declaración irresponsable, sino que además demuestra una ignorancia supina, primero porque México puede cumplir en tiempo y forma antes del 24 de octubre; y segundo, porque ninguna autoridad de los Estados Unidos, ha planteado su revisión”.

Su especialidad son los disparates y las peleas retóricas, no la gobernabilidad, en toda la extensión de la palabra.

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