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Opinión

Ley General de la Cultura para la Paz y la Reconciliación

En las 2 entregas anteriores hemos descrito para usted las bases y principios por los que se sugiere queden establecidos en la Ley para la Cultura de la Paz y Reconciliación

Norberto López Garza

lunes, 28 septiembre 2020 | 06:00

Tercera parte de cuatro

En las 2 entregas anteriores hemos descrito para usted las bases y principios por los que se sugiere queden establecidos en la Ley para la Cultura de la Paz y Reconciliación que por el momento se encuentra en análisis y discusión en las Comisiones de Seguridad Pública, así como en la de Programación y Presupuesto de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión.

Por nuestra parte hemos socializado la iniciativa con organizaciones de alto renombre en nuestra región como FICOSEC Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana del Estado de Chihuahua, así como a Plan Estratégico de Ciudad Juárez, la cual hemos recibido buenos comentarios de ella.

Es importante destacar que es cierto que ya existen programas federales en materia de Cultura de la Paz que el Gobierno de México está trabajando y llevando a cabo en diferentes latitudes de la República, nos consta, pero también lo que hace falta es un andamiaje legal que le de mayor soporte a dichas actividades, es decir, que las autoridades sientan el peso constitucional y que además se convierta en un plan intemporal en beneficio de toda la población mexicana.

El presidente de México se ha comprometido a trabajar temas de la paz y salud mental, esta coyuntura permite que se convierta en realidad esta legislación, muchos de los problemas que padecemos como sociedad tiene como raíz la falta o poca comunicación asertiva, mediar conflictos, restablecer valores universales, erradicar la narco-cultura y por supuesto trabajar el perdón y reconciliación.

Tan poco avance tenemos en este tema que al momento de expresar la palabra “perdón” viene a nuestra psique: olvido, impunidad; así algunos lo han hecho saber públicamente, cuando en realidad se trata de un regalo que se otorga a sí mismo para aceptar el hecho, aprender a vivir con el dolor y en su momento convertirlo en una fortaleza para beneficio de la comunidad.

Tantas historias de resiliencia tenemos que recordamos aquella mujer que asesinaron a su hijo en un puesto de hamburguesas y juró ante el ataúd de su hijo con un puñado de tierra en su mano que habría venganza y ordenó a sus otros 2 hijos matar a quien lo hizo, era tanto el pesar que hubo quien la orientara para que acudiera a CFIC y los terapeutas la ayudaron a salir de ese transe que hacía imposible su diario vivir; ella encontró la paz y finalmente pidió perdón de rodillas a sus otros 2 hijos para que no cometieran un acto que lamentarían toda su vida, les dijo: “Ya mataron a uno, no quiero perder a otro de ustedes… o a los 2”.

Así funciona la paz y reconciliación en nuestras vidas, no es asunto de dinero, se trata de reencontrarnos, retomar nuestra esencia cultural y avanzar con las vicisitudes que nos presenta la vida, creemos que sólo así se puede romper con el círculo de la venganza y odio. ¿Se imagina usted lector si tuviéramos una educación de ese nivel?

Básicamente de eso se trata, reivindicar lo que un momento de nuestra historia fue útil, de ser posible traerla al presente con las adecuaciones necesarias, ahora es muy importante ampliar el apoyo a víctimas y victimarios con sus respectivas familias para clausurar el ciclo de vicios que nos han lastimado en lo personal, en nuestro núcleo familiar y por supuesto en lo social.

En la próxima y última entrega de este trabajo le presentaremos a manera de rayos X la estadística pre-criminal de jóvenes y adultos sobre temas de la salud mental y la importancia de atenderlos.

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