PUBLICIDAD

Opinión

Las señales del gabinete

Los recientes cambios en el gabinete federal pueden leerse como una primera reacción a los resultados electorales, una toma de posición, y un anuncio de lo que nos espera para la segunda mitad de sexenio

Arturo García Portillo
Analista

viernes, 25 junio 2021 | 06:00

PUBLICIDAD

Los recientes cambios en el gabinete federal pueden leerse como una primera reacción a los resultados electorales, una toma de posición, y un anuncio de lo que nos espera para la segunda mitad de sexenio. Y las conclusiones preliminares son más preocupantes que alentadoras. 

Finalmente ocurrió la llegada de Rogelio Ramírez de la O a Hacienda, esperada durante muchos años. Uno de los personajes más influyentes en López Obrador, comenzó formalmente como su asesor cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Y un alivio para Arturo Herrera que nunca estuvo a gusto, literalmente desde la primera foto.

Diría que su arribo fue saludado con entusiasmo por muchos sectores, desde luego el empresarial, sobre la base de sus credenciales como académico. Esto es algo extraño, porque quizá no se tomaron la molestia de rastrear en la biografía del nuevo ministro. Economista egresado de la UNAM, comenzó su vida profesional trabajando en la Coparmex con Rodolfo Guajardo Suárez, pero en una apuesta política ambos lograron incursionar en el equipo económico de José López Portillo, tiempo en el que se adhirió a las ideas del partido socialdemócrata alemán. Por esa época, década de los años 80, comienza una larga relación con el también economista Luis Sánchez Aguilar, fundador luego del Frente Democrático Nacional y posteriormente del Partido Social Demócrata, que nunca logró correr con suerte. Sánchez Aguilar fue un férreo defensor e impulsor de la nacionalización de la banca. 

Ramírez de la O es autor o promotor de muchas de las ideas del presidente en materia económica. No es un loco comunista, pero tampoco un liberal norteamericano. Es partidario del equilibrio fiscal, de reducción del aparato estatal, pero también del fortalecimiento de Pemex, transferencias directas a la gente y del aumento de impuestos. Es socio en una gran cantidad de negocios. Es muy importante no perder de vista su impronta socialdemócrata para entenderlo, pues seguramente en estas líneas nos estaremos moviendo en materia económica. 

Por su parte la llegada de Roberto Salcedo Aquino a la Función Púbica tiene significado más en el orden político. La lectura generalmente aceptada es que el presidente no le perdonó a Irma Eréndira Sandoval haber puesto en la picota al impresentable Félix Salgado Macedonio. De cualquier manera, tampoco tenía muchos logros para presumir, y fue más afecta a la reyerta partidaria que a someter al yugo de la ley y el orden a los funcionarios, de hoy y de antes. 

Salcedo Aquino es además un ejemplo acabado de las contradicciones de López Obrador, en las que se reitera cada corto tiempo. Es, por ejemplo, sumamente conservador. Es un burócrata de toda la vida, incubado en el salinismo. Colaborador muy cercano de Manuel Camacho Solís, artífice de muchas de las operaciones para conciliar con AMLO durante su estancia en la Ciudad de México cuando hizo su primer plantón en el zócalo derivado de la invocación de fraude en las elecciones a gobernador de Tabasco en 1994.  Colaborador también de gobiernos panistas y priistas, y sin embargo no le hace compartir todos los males que el tabasqueño suele adjudicar a estos períodos. Y finalmente, la contradicción de la austeridad que pregona, y que prácticamente ninguno de sus colaboradores comparte, pues posee una de las mansiones más lujosas de la Ciudad de México, en San Jerónimo, rivalizando con la de varios otros del gabinete. Será interesante observar las maromas para justificarlo cuando salgan a la luz las fotografías. Y desde luego, nada que esperar de sus tareas fundamentales

Aún faltan otros, seguramente en las próximas semanas. Previsible, y en mi opinión ominoso, Leonel Cota Montaño a gobernación. Y justo me estoy enterando de la renuncia de Gabriel García Hernández, como coordinador General para los Programas de Desarrollo de la Presidencia de la República. Un personaje de muy alto nivel, jefe de los superdelegados, operador de la estructura territorial morenista. 

El dicho popular “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, parece también “como anillo al dedo” para el primer mandatario. Los cambios son derivados de no haber cumplido con las expectativas de votación y de legisladores, y la necesidad por consecuencia de redefinirse con miras a la conclusión del mandato si, como es su sueño, aspira a la trascendencia de ser contado entre los grandes de la historia. 

Por desgaste y falta de resultados es previsible un deterioro de la imagen presidencial. Puede aguantar una base social, una reserva de votos, pero no le dará para regresar a su lado a las ahora enemigas clases medias aspiracionistas. Este es su mayor riesgo y no puede sino enfrentarlo con golpes de timón cuya consecuencia sea seguir polarizando este maltrecho país. 

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search