PUBLICIDAD

Opinión

La violencia y el crimen empeoran, sin importar los partidos gobernantes

Ciudad Juárez sigue apareciendo entre las 10 más peligrosas del mundo. El estado de Chihuahua sigue apareciendo entre los cinco más violentos y México empeora

Gerardo Rodríguez Jiménez
Periodista/Académico

domingo, 28 mayo 2023 | 06:00

PUBLICIDAD

Ciudad Juárez sigue apareciendo entre las 10 más peligrosas del mundo. El estado de Chihuahua sigue apareciendo entre los cinco más violentos y México empeora. Solo Celaya y Tijuana -otra frontera- la superan estadísticamente. Además, el índice de impunidad es del 95 por ciento. El Estado y la Ciudad de México siguen encabezando la lista. El país azteca, además, es ya el más violento en la historia reciente.

Estructuras y factores sociales como la delincuencia, la pobreza, la desigualdad, la falta de justicia, las pandillas, la corrupción y el narcotráfico están fuertemente relacionados con las tasas de homicidios. De acuerdo a la oficina contra las drogas y el crimen de las naciones unidas (UNODC por sus siglas en inglés), la delincuencia causa alrededor de cinco veces más muertes que los conflictos armados y el terrorismo a nivel mundial.

En las últimas décadas, el PRI y el PAN -con la excepción de un candidato independiente- han gobernado la ciudad, sin que la diferencia de gobiernos que han administrado Juárez haya sido una variable determinante para frenar la violencia; aunque el período que se percibe como el más violento hasta la fecha, fue durante el mandato del expresidente Felipe Calderón, panista. Época en la que los cárteles de Juárez y de Sinaloa se enfrascaron en una sanguinaria competencia por la plaza. 

En el presente les toca rendir cuentas a un alcalde morenista, a la primera gobernadora mujer del estado, panista, y al presidente, artífice de la ‘Cuarta Transformación’. El Gobierno federal ha mandado más militares, la gobernadora intenta limpiar sus policías en regiones serranas. Mientras tanto, el general Saúl Luna, comandante de la V zona militar, aceptó que las policías del estado de Chihuahua están rebasadas. Aunque la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) presentó datos alternos, basados solo en el pasado mes de abril, en los que se muestra que la violencia, comparada con el mes pasado del año anterior, mejoró la cosa, como para maquillar la realidad. Otro hecho es que en Juárez han aumentado las muertes por sobredosis. Para rematar, las ciudades fronterizas han tenido que lidiar con el súbito aumento de extranjeros en movilidad, que no ayuda mucho a reducir los problemas, y sí ha causado abusos y muertes ya conocidos.

Desafortunadamente, el año empezó muy mal con la fuga de decenas de reos de un penal juarense, muertes violentas casi todos los días, el dominio de la delincuencia organizada en el Valle de Juárez, y de varios pueblos y ciudades pequeñas de Chihuahua, como Casas Grandes. Hay que decirlo, problemas que fueron heredados de anteriores gobiernos. 

A través de los años, hemos visto cómo el discurso de los gobernantes para combatir la violencia se ha enfocado principalmente en soluciones superficiales y en teatros mediáticos. Se han contratado fiscales en teoría duros, o policías legendarios, incluso se han llegado a ligar a policías y expolicías de los tres niveles de gobierno al narcotráfico, así como se ha descubierto en diferentes etapas que las dependencias que debieran ‘proteger y servir’ se ha llegado a infiltrar por la delincuencia organizada. Recientemente, el Gobierno estatal ha promovido el uso de la tecnología inteligente, el sistema de vigilancia centinela -como si se le pudiera ordenar a una computadora resolver los altos índices de crimen-. El Gobierno municipal, por su parte, se ha enfocado en invertir en la reparación del alumbrado, sin que esto sea una idea nueva. Sin embargo, no hace falta ser experto para darse cuenta que sigue siendo relativamente fácil encontrar drogas y giros negros por toda la ciudad, lo que tampoco es nada nuevo. La leyenda negra de Juárez sigue dando de qué hablar a nivel mundial. La facilidad para encontrar drogas ilegales en la avenida Juárez es desde siempre, algo que no sería posible sin la protección de algunos. Los políticos y candidatos se esfuerzan en limpiar su imagen mediática, mientras tanto, las calles siguen siendo caldo de cultivo para todo tipo de vicios sin importar quien gobierne. 

Algo que sí nos sorprendió la semana pasada fue la noticia de que la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Juárez fue reconocida por su colaboración con el FBI. Podemos entenderlo, desde la caída del agente de la DEA en Guadalajara, Enrique Camarena, las agencias de EU redoblaron su intervención en las policías mexicanas, con cierta desconfianza, obviamente. Se han desaparecido organizaciones podridas desde adentro, como la Judicial Federal, pero solo han cambiado de nombre, como se desenmascaró con el reciente arresto y sentencia de Genaro García Luna en los EU. La corrupción ha llegado muy arriba, nada nuevo. En la frontera, siguen apareciendo los encobijados y torturados, igual que hace décadas.

Para variar, a nivel nacional, la administración actual impuso un récord en asesinatos. Los números oficiales más recientes arrojaron 156 mil 136 homicidios de diciembre del 2018 al 24 de mayo del 2023. Lo que hace éste el sexenio más violento de la historia reciente. La administración de Peña Nieto (PRI) tenía antes las peores estadísticas, con 156 mil 66 víctimas. Y estos números van a incrementar, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) gobernará todavía casi por año y medio. Obviamente, en esta ecuación hay que tomar en cuenta el crecimiento poblacional, la migración y otros factores, pero los números cuentan. AMLO ha sido criticado por sus opositores como tibio con el crimen organizado. El expresidente Felipe Calderón (PAN), terminó con 120 mil 463, a pesar de que su hombre de confianza sigue arrestado en EU por nexos al narcotráfico y corrupción. A pesar de ello, el incremento en muertes violentas desde entonces es porcentualmente significativo.

En general, el problema del crimen no es solo de México o Latinoamérica. En las grandes ciudades de Estados Unidos el abasto de drogas y vicios no es menor, la demanda principal está allá, aunque sus políticos gusten de promover la narrativa de que todas las dificultades de aquel país son culpa de México, y sus agencias prioricen el resolver los asesinatos de sus propios policías o diplomáticos amenazados o caídos en México, en el supuesto cumplimiento de su deber. La realidad es otra, la agencia de inteligencia de EU (CIA) ha sido expuesta como socia de narcotraficantes, solo basta recordar el escándalo de la intervención estadounidense en Nicaragüa, y la conspiración de la agencia para introducir drogas por california a EU. En resumidas cuentas, históricamente, las autoridades mexicanas han colaborado con las de EU tan solo para bajar la presión política que ejerce el país más rico del mundo sobre México, que ha desempeñado un papel de piñata pública para los aspirantes políticos de aquel país, que se sienten superiores moralmente de manera hipócrita. 

Pero la violencia en Estados Unidos es una también de las peores en el mundo, múltiples asesinatos masivos se dan cada vez con más frecuencia, indistintamente de si se dan en sitios escolares, iglesias, supermercados o hasta en el mismo capitolio, por lo que sus políticos debieran concentrarse primero en resolver sus propios problemas internos, antes de juzgar tanto a otros países latinoamericanos. 

Inclusive, si comparamos subjetivamente a las dos ciudades hermanas vecinas fronterizas, desde la masacre terrorista a manos de un extremista blanco que dejó 23 víctimas en el Walmart de Cielo Vista en El Paso, la frase política para promover la ciudad del norte cambió. Antes El Paso era “una de las ciudades más seguras de Texas y de EU”. Ahora es “El Paso strong” o “El Paso Fuerte”. Esta ha sido la sexta peor masacre masiva sucedida en la historia de EU, y las cisas no van por buen camino. Apenas la semana anterior hubo otro incidente en el que se detectó a un posible tirador afuera de la preparatoria de Coronado, situada en una de las más ricas zonas de El Paso. Los estudiantes tuvieron que ser resguardados por horas para su propia seguridad. Al parecer fue una falsa alarma esta vez, una broma de mal gusto. Ante este tipo de noticias, los medios de allá callan, el único que lo publicó en el momento fue El Diario. 

Aunque los problemas en EU son algo diferentes a los de México, los incidentes mortales son muy frecuentes. Por eso no se explica cómo quieren ellos echarnos toda la culpa a los mexicanos por sus problemas de drogas y violencia, siendo que, por lo general, allá abundan los extremistas blancos o extremistas asimilados que han cometido crímenes de odio. Cabe mencionar que, con tantos veteranos de guerra, también tienen grandes problemas de salud mental, y grandes intereses económicos que apoyan la venta de armas de alto poder. En lo que sí se diferencia EU a México por mucho a EU es en los niveles de impunidad. El Estado de Derecho en México es altamente criticado. Eso sí, en EU, como en Europa, la percepción del funcionamiento del sistema de justicia es mucho más elevada que en Latinoamérica. Si la haces la pagas, dicen. En Texas esta percepción es todavía más marcada. Su frase promocional no es muy invitante, dice en tono amenazante: “No te metas con Texas”, y ya vemos cómo les ha ido con las masacres públicas de inocentes, por lo general latinos.

La decadencia social no es un problema nacional solamente, sino un conflicto de la cultura dominante, como lo es la cultura occidental, basada cada vez más en el consumismo exagerado, la militarización y la proliferación armamentista, el capitalismo salvaje, la individualidad egoísta, y la competencia despiadada. Desafortunadamente, la globalización de estos valores corrompidos sigue expandiéndose por todos los rincones de la tierra, mientras que los valores espirituales tradicionales, como el cristianismo, cada vez encuentran menos adeptos, y los que se aferran demasiado se convierten en fanáticos radicales, siendo fácilmente manipulables por políticos oportunistas, debido a sus prejuicios preestablecidos. Como ejemplo, están los seguidores del expresidente Donald Trump, para no usar muchas palabras. En México, los seguidores del presidente Obrador, que están en el otro extremo de la balanza, y tal vez unos escalones abajo.

En datos más objetivos, México escaló del lugar 133 en el 2010 al 140 en el 2020, en cuanto a países violentos, mientras que Estados Unidos ascendió del lugar 118 al 128; de acuerdo al último censo del índice de Paz Global (IPG). El IPG se elabora en consulta con un panel internacional de expertos de institutos de paz y grupos de reflexión. Este estudio cuenta con el respaldo de la ONU, del Dalai Lama, de varios premios nobel de paz y de reconocidos arzobispos, entre otras personalidades y expertos mundiales

Algunas medidas que el estudio destaca son:

1. Las actividades de consolidación de la paz son mucho más rentables, ya que el costo de intervención es hasta 16 veces mayor.

2. El costo económico mundial de la violencia fue de 14.3 billones de dólares, lo que equivale al 12.6 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial, o casi dos mil dólares por persona; y en la última década, la violencia mundial tiende a aumentar.    

3. En los países y regiones menos violentas, los factores más importantes están relacionados con el buen funcionamiento del gobierno, los bajos niveles de corrupción, la aceptación de los derechos de los demás, y las buenas relaciones con los vecinos.

4. El número de refugiados y desplazados está incrementando debido a conflictos armados y políticos internos.

5. El terrorismo interno aumentó el número de homicidios 

El IPG advierte que la desigualdad está incrementando en los países más violentos, lo mismo que el terrorismo. Según el estudio más reciente, los países nórdicos y los europeos se encuentran entre los más seguros, mientras que los más violentos se encuentran en el medio oriente, Rusia y África. El país con mayor tasa de homicidios en América es Honduras, le siguen El Salvador, Costa de Marfil, Venezuela, Belice y Jamaica, y algunas zonas de Colombia y México. Algunos críticos de la metodología del estudio advierten que el informe no incluye indicadores específicos de violencia contra las mujeres y los niños, lo que lo hace inexacto. Además, la revista El Economista atribuye una elevada puntuación a algunos países que disfrutan de paz porque “otros -frecuentemente Estados Unidos - se ocupan de su defensa”. 

 

Con información de: El Diario, Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Índice de Paz Global, Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad (NVIPE), Organización Mundial de la Salud, Fundación iO e INEGI.

PUBLICIDAD

ENLACES PATROCINADOS

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

close
search