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Opinión

La seguridad en Juárez

Nuestra ciudad es parte del estado de Chihuahua, una parte muy importante si nos atenemos a cifras e índices de población, actividad económica, listado nominal electoral, importaciones y exportaciones, empleo y otros similares

Francisco Ortiz Bello
Analista

domingo, 29 enero 2023 | 06:00

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Nuestra ciudad es parte del estado de Chihuahua, una parte muy importante si nos atenemos a cifras e índices de población, actividad económica, listado nominal electoral, importaciones y exportaciones, empleo y otros similares, hay quienes afirman que es la segunda ciudad en importancia de la entidad, la primera lo es Chihuahua y solo por ser la capital.

Es en ese contexto que diversos analistas en materia política, económica, social o periodística, se confunden al afirmar que, siendo parte del estado, Juárez debe recibir un trato igual que el resto de las ciudades o municipios, lo cual, desde luego, es un grave error de apreciación y enfoque.

Lo mismo ocurre cuando, desde el centralismo federal, señalan que nuestra ciudad no puede ni debe recibir tratos especiales o de privilegios, en relación con otras ciudades del centro y sur del país. Qué equivocados están quienes afirman tal cosa, pero lo peor es que lo hacen desde la comodidad del poder de gobierno.

Atender los problemas de Juárez es, en primera instancia, responsabilidad directa de los juarenses, de su Ayuntamiento y de su alcalde, pero la realidad es que son tantos y de tal calado, que muy poco se puede hacer desde lo local. Existe un rezago impresionante en casi todos los ámbitos de la ciudad, problemas no resueltos que se han ido acumulando al paso de los años.

A los juarenses nos preocupan y ocupan muchas cosas, pero sobre todo la tranquilidad e integridad propias y de nuestros seres queridos, que ineludiblemente se traducen en mejores oportunidades de desarrollo profesional o de negocios.

El tema de la seguridad pública es, sin duda alguna, de los más sentidos para los juarenses porque impacta de lleno en la sociedad entera, en la tranquilidad de familias enteras, sin embargo, tiene una vertiente poco explorada y poco discutida públicamente.

Es la actividad delincuencial la que pone en jaque la seguridad y tranquilidad de los juarenses, pero esta actividad se debe separar, dividir, en al menos dos vertientes: la delincuencia común y la del crimen organizado.

En la delincuencia común se pueden agrupar delitos de bajo impacto, tales como robos a negocios, a casa habitación de automóviles, etcétera, y dentro de la del crimen organizado está, primordialmente, la de grupos de narcomenudistas o narcotraficantes, aunque también algunas otras como la de secuestradores, extorsionadores, traficantes de personas etcétera, aunque algunas veces son derivaciones o ramificaciones del narco, no siempre es así, pero aunque lo sean corren en vías paralelas pero por separado.

Se le denomina crimen organizado porque lo integran grupos o bandas que utilizan mecanismos, estructuras, estrategias, equipo, tácticas, armas y objetivos en forma planeada y sistematizada, es decir, igual que como funciona cualquier organización empresarial o de otro tipo, mediante un orden, planes, proyectos, trabajo en equipo, disciplina y demás condiciones que marcadamente establecen todo un sistema y organización para el logro de objetivos.

En nuestra ciudad, desde hace décadas, la actividad de los grupos del crimen organizado en cualquiera de sus variantes, ha sido una constante que amenaza a la sociedad, por varias razones, pero principalmente por nuestra posición geográfica al ser frontera con los EU, resulta un territorio propicio y estratégico para establecer sus centros de operaciones en el trasiego de drogas al vecino país, pero también ya desde hace tiempo como una ciudad de consumo de las mismas. Eso es algo con lo que nos va a tocar lidiar siempre.

Parte de esos “mecanismos de operación” de los grupos del crimen organizado, tienen que ver con severos y drásticos “códigos” de conducta, ya sea para regular su propia operación o para combatir a grupos contrarios y apoderarse de determinado mercado o territorio, entre esos códigos destacan los llamados “ajustes de cuentas” que no son otra cosa más que los cruentos y sumamente violentos asesinatos que vemos en las calles.

¿Por qué diferenciar entre esos dos tipos de actividades delincuenciales? La delincuencia común o el crimen organizado. Porque la violencia que generan los primeros resulta considerablemente menor que la de los segundos, pero, además, porque quienes resultan afectados directamente en las ejecuciones del narco son quienes andan metidos en tales actividades, de alguna forma.

A los juarenses no debería extrañarnos ni sorprendernos lo que ocurre en nuestras calles, con la venta de drogas y las actividades de los delincuentes, porque las hemos tolerado por mucho tiempo.

Cuando alguien se mete a la delincuencia, sea la de poca monta o la de altos vuelos, inevitablemente terminará mal. Eso todos lo sabemos, sin embargo parece que se nos olvida esta máxima y creemos que si un hijo, un sobrino, un nieto, un amigo o un conocido, andan en malos pasos nada les ocurrirá. Pero, sí, tarde que temprano sí ocurre.

Los delincuentes que asolan nuestras calles, sean del tipo que sean, los estamos produciendo en esta misma sociedad, en las familias, en las escuelas, en los grupos sociales, porque hemos relajado al extremo la educación y formación en valores de nuestros jóvenes, y disculpamos o pasamos por alto cuando alguien cercano anda en malos pasos, por eso, después tenemos que pagar la factura social por esa permisividad.

Incluso, desde el gobierno y desde movimientos sociales recientes, hoy se privilegia un aparente respeto a niños y jóvenes, aun por encima de la autoridad que deberían tener los maestros o los padres para lograr que tengamos mejores ciudadanos, respetuosos de las leyes y de la autoridad.

Un niño, un adolescente, un joven, que crecen y se forman en ambientes donde la figura de autoridad (padres, maestros, entrenadores, sacerdotes) está completamente debilitada y menospreciada, tendrá muchas más posibilidades de convertirse en infractor de la ley, precisamente porque existen valoraciones previas en su formación que lo alejaron del respeto a la Ley y a la autoridad.

Pero luego, los adultos “responsables” le exigimos a la autoridad y hasta la señalamos de omisa y culpable del clima de violencia que se vive, cuando todos sabemos que se trata de células del crimen organizado, en las que muchos juarenses participan, y volteamos la mirada hacia otro lado cuando de asumir responsabilidades se trata.

En efecto, la autoridad, el gobierno, debe hacer lo que le corresponde y eso es no solamente contratar más policías, comprar más armas y patrullas, y combatir frontalmente la corrupción en los organismos de procuración y administración de justicia, no, también se requieren políticas públicas de gran alcance social para combatir las adicciones, para incluir programas de educación en valores y principios, y sobre todo, programas y acciones que fortalezcan el tan debilitado tejido social. También es necesario agilizar y combatir el rezago en carpetas de investigación.

En fechas recientes hemos sido testigos de un buen trabajo de las corporaciones policiacas, particularmente de la policía municipal. Han estado atentos a los hechos de violencia y han respondido con entereza, valentía y fuerza para contenerlos.

Pero, de nada nos sirve, o de muy poco, si los elementos de las distintas corporaciones policiacas realizan su trabajo adecuadamente, si los delincuentes tardan más en ingresar en un Cereso, que en obtener su libertad.

En la próxima entrega entraremos a analizar con detalle y profundidad algunas cifras presentadas por la Mesa de Seguridad, y por las distintas corporaciones policiacas, en las que claramente se puede distinguir una notable reducción en los índices de criminalidad con lo que cerramos 2022, pero que no han abonado mucho a la percepción social en ese tema.

La seguridad pública es un asunto de todos, de gobierno y ciudadanos, es una delicada construcción de acuerdos y consensos, pero sobre todo el consenso más grande que debe prevalecer es sobre el respeto a las leyes y a la autoridad, ninguna persona, ninguna, por encima de la Ley, de otra manera no se podrá avanzar en el tema.

Hoy, a escasos 30 días de la fuga en el Cereso, hay nuevo Fiscal General, se limpió y cateó el Cereso, se han recapturado a 16 de los reos evadidos, se recapturó y eliminó al principal generador de violencia en el estado, pero lo más importante, pese a todo eso, la ciudad está en paz, no ha habido reacciones violentas del crimen organizado. 

La autoridad está haciendo su trabajo, una buena coordinación entre niveles de gobierno, encabezada por la administración estatal está dando buenos resultados, eso también hay que decirlo, y aportar la parte que nos corresponde como ciudadanos. La seguridad pública es responsabilidad de todos.

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