Opinión

La prosperidad en tiempos de inquietud

Hablar de prosperidad en momentos en que hay violencia, sin una infraestructura adecuada para el desarrollo regional

Carlos Irigoyen/
Analista

viernes, 04 octubre 2019 | 06:00

Hablar de prosperidad en momentos en que hay violencia, sin una infraestructura adecuada para el desarrollo regional, con la polarización y el golpeteo político y los recortes al presupuesto por parte del Gobierno federal... todo parece indicar que estamos hablando de comer carne en tiempos de vigilia.

“La prosperidad de las ciudades no es un accidente. Se requieren políticas públicas claras, una visión de largo plazo, liderazgo y compromiso, apoyados por informaciones sólidas y actualizadas, que sustenten y legitimen las decisiones que determinan la aventura histórica y el destino de cada ciudad. Los ingredientes de éxito parecen evidentes. Sin embargo, dos de cada tres ciudades en el mundo (65 por ciento) reconocen que no cuentan con los instrumentos y los mecanismos necesarios para saber cómo y hacia dónde crecen. Metafóricamente hablando se puede decir que estas ciudades navegan un poco a capricho de los vientos, personas, firmas, capitales e intereses que fijan la hoja de ruta sin que siempre medie el interés público”. Esa frase está en el prólogo del reporte de este año escrito por Eduardo López Moreno para el Índice de Ciudades Prósperas, una medición de ONU que incluye más de 300 ciudades del país.

El índice mide seis dimensiones: productividad, infraestructura de desarrollo, calidad de vida, equidad e inclusión social, sostenibilidad ambiental y gobernanza.

El 2018 marca un global de 51.21, con lo que lo establece a la urbe como una prosperidad moderadamente débil. No cambió mucho respecto a 2017, que tuvo un 51.02; en realidad la diferencia es un solo factor: la ciudad ha sido más productiva que el año anterior. Una mejor economía, sin avances significativos en las otras cinco dimensiones. La subcategoría que marca la diferencia es el crecimiento económico compuesto por el producto urbano per cápita, la relación de dependencia de las personas de la tercera edad y el ingreso medio de los hogares. La prosperidad de la ciudad está costando un esfuerzo inconmensurable, pero “pian pianito”, algunos indicadores comienzan a girar la rueda, aunque la inseguridad sigue siendo el mayor reto. El reporte evidencia una sospecha, el trabajo que se desarrolla en nuestra ciudad es de bajo valor agregado y/o hay un gran desarrollo de comercio informal, ambas situaciones no viables para el sostenimiento de la ciudad en el largo plazo, y si se quiere incrementar la competitividad de nuestra ciudad en el clúster industrial-empresarial, habrá que hacer cosas diferentes para la atracción y la retención de colaboradores que den valor al desarrollo empresarial.

De acuerdo con Así Estamos Juárez la línea de pobreza por ingresos está en los 3 mil 095.54 pesos de rescatar el valor del salario mínimo que en los últimos cinco años se triplicó, al pasar de $65.00 en 2013 a $176.72 en 2019. Ahí quizá se puede explicar un poco la fortaleza de la evolución económica, aunque hay que aclarar que la subida de las percepciones no es en automático mayor poder adquisitivo. La prosperidad se ve respaldada en parte por la tasa de inflación que se mantiene en un bajo nivel de alrededor de cuatro puntos, lo que permite maniobrar a los ciudadanos su gasto en el agitado contexto económico fronterizo.

La asignatura de la gobernanza es el área de oportunidad más notoria; es por eso que la decisión de cara al 2021 sobre seleccionar el liderazgo de la región se vuelve trascendental. El horno no está para bollos y los puestos de elección popular no estarán para experimentar con la improvisación de los futuros candidatos.

También hay mucha atención al tema de la sustentabilidad, al de la dispersión urbana; ambas son factores creadores de estrés entre los habitantes de la ciudad y de ahí se derivan otras problemáticas como el transporte urbano y la convivencia de la sociedad. Todos los problemas convergen y cuando se suman crean una severa situación de urgencia que detona en ciudades más que prósperas, insoportables e inhabitables. Lo atestigua el índice de pobreza, que está en un 41.33, y lo sustenta el informe de Así Estamos Juárez, en que el 15 por ciento de la población mayor debió comer menos, quizá por la falta de dinero. Desde trincheras no convencionales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas se lanzan alertas: “Fortalecer la capacidad de los gobiernos locales en la planeación y desarrollo de ciudades sostenibles”. Consideran necesarios programas nacionales y regionales de capacitación, supervisión, evaluación y certificación de tesoreros municipales y planificadores urbanos, el desarrollo y ejecución de una estrategia nacional de ordenamiento territorial, la incorporación de una perspectiva demográfica en la planeación urbana y regional, y la implementación de estrategias regionales que impulsen la formación de autoridades metropolitanas. Los problemas son muchos, ésos no se detendrán en ningún momento; la sociedad, las universidades y las empresas debemos encontrar el rumbo para darle oportunidad a nuestra ciudad de impulsarse de nueva cuenta a los niveles de competitividad que solíamos tener. Resuena la sentencia del tango “Cuesta abajo” de forma colosal: “La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”. Que no pase eso por la rica historia, fuerte presente y próspero futuro de la Heroica Ciudad Juárez.

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