Opinión

La Mitomanía

Es una opinión prácticamente unánime que el presidente López Obrador es un gran comunicador

Sixto Duarte
Analista

martes, 21 enero 2020 | 06:00

Es una opinión prácticamente unánime que el presidente López Obrador es un gran comunicador. Estimo que gran parte de su éxito electoral se debió a la manera de poder enviar un mensaje popular y conectar con el elector. Si se analiza el fondo de la mayoría de los mensajes que López Obrador expresa, podremos concluir que son mensajes superficiales, carentes de todo soporte sea este técnico, legal, o financiero, pero con un magnetismo que atrae al ciudadano promedio.

Ejemplos de lo anterior pueden enumerarse varios; como ejemplo podemos citar cuando López Obrador acusaba a los miembros de la “Mafia del Poder” de repartir despensas que traían “frijol con gorgojo”. La palabra “gorgojo” es fonéticamente atractiva, por lo que, además de causar gracia, fue una frase que se alojó en la mente de millones de personas.

En el mismo sentido, cuando López Obrador se expresaba en contra de la compra del avión presidencial (ese que hoy quiere rifar como en una kermés), concretamente manifestaba que un avión de esas características “no lo tiene ni Obama”. Esta frase, alusiva al expresidente norteamericano, conlleva varias falacias. La primera, es que el Dreamliner 787 adquirido (o arrendado) por parte del gobierno mexicano, no es superior en costo, ni en capacidades que cualquier avión que utilice el presidente de Estados Unidos (Air Force One). El segundo tema a destacarse dentro de esta frase es el complejo de inferioridad, derivado de querer seguir viendo a México desde una óptica imperialista, discurso de lamento muy recurrente en Latinoamérica; esto es así porque se asumía que Obama debía de tener a su disposición un mejor avión que el presidente de México. “¿Cómo es posible que el presidente de un país como México viaje en un mejor avión que el presidente de Estados Unidos?” Esta parecía ser la pregunta lanzada por López Obrador. A pesar de ello, el mensaje nuevamente se alojó en la mente de la colectividad.

La expresión utilizada de manera reiterada por el presidente, cuando alude a tener “otros datos”, no es más que una salida por la tangente, para un gobernante que no tiene el mínimo interés en las cifras, o no las conoce. Meter la palabra “corrupción” en cada uno de los temas que le interesa tocar, para que la masa se lance a aplaudirle, tales como “la lucha contra el huachicol” (que en realidad fue desabasto por incapacidad oficial), “la lucha por la austeridad en el Poder Judicial” (que en realidad es una manera de doblegar a uno de sus contrapesos), entre otras cosas, le han dado popularidad en muchos de los temas que ha tocado.

Una técnica utilizada para medir reacciones (y para eludir responsabilidades y costos políticos a su partido) ha sido filtrar determinados planes, tales como las pretendidas reformas en materia penal, mismas que abrogarían el “nuevo” sistema de justicia penal, en vigor desde hace casi una década, y en el que Chihuahua fue punta de lanza.

Siguiendo la misma lógica, y justo en la misma semana en que trascendieron los planes anteriormente referidos, López Obrador sale con el disparate de que quiere rifar el avión presidencial, como si se tratara de una feria de pueblo. La prensa, y las redes sociales pusieron mucha atención y dedicaron mucho espacio a este tema. Fue el tema perfecto para que la masa olvidara los graves problemas que aquejan al país en este momento: la inseguridad, la crisis en el sector salud, y las pretendidas reformas en materia penal.

Igualmente, en su más reciente visita a Juárez, más tardó el presidente en expresar que la extradición del exgobernador César Duarte ya había sido autorizada por el gobierno de Trump, que las propias autoridades americanas en desmentirlo.

López Obrador lleva ya más de un año en el poder. Es momento que el Presidente empiece a actuar de forma responsable, se deje de peroratas y sermones, y asuma y ejerza el poder para cumplir con sus deberes constitucionales, mismos que tiene abandonados (empezando por el más importante, garantizar seguridad).

Todo lo referido anteriormente es muestra de que el Presidente es presa de la mitomanía. El mentir todos los días en todos los temas, si bien le ha permitido mantener un nivel de popularidad alto, lo cierto es que le traerá un efecto adverso en poco tiempo. Estimo oportuno rescatar una frase atribuida a Abraham Lincoln, que aplica perfectamente a este entorno: “Puedes engañar a toda la gente, un poco de tiempo; puedes engañar a un poco de gente todo el tiempo; pero no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo”.

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