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Opinión

La ‘invasión' a México

En días recientes trascendió la noticia de que Estados Unidos pudiera preparar una invasión a México para combatir a los cárteles de la droga en México

Sixto Duarte
Analista

domingo, 19 marzo 2023 | 06:00

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En días recientes trascendió la noticia de que Estados Unidos pudiera preparar una invasión a México para combatir a los cárteles de la droga en México. Nada más alejado de la realidad. La noticia se dio entre vaivenes informativos a raíz de una posición fijada por el congresista republicano de Texas, Dan Crenshaw, en la que manifestó que impulsaría una iniciativa en el Congreso norteamericano para declarar como terroristas a los cárteles mexicanos. La consecuencia de la referida declaración, según algunos intérpretes del mensaje, significaría que Estados Unidos pudiera invadir México para combatirlos. Posteriormente, el congresista norteamericano moderó su posición y señaló que nadie había hablado de invasión militar a México, sino de cooperación entre los ejércitos de ambos países. 

Desafortunadamente, este tipo de mensajes se prestan únicamente a la confusión y alarma, además de tensar la ya de por sí tensa relación entre México y Estados Unidos. En pocas palabras, como dirían ahora: “todo mal”.

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Mal por el hecho de que el presidente le respondió a un congresista norteamericano, de un partido que ni siquiera es el que gobierna y que no es el encargado de vigilar la conducción de la política exterior en México (como es el Senado). El Jefe de Estado se ha expuesto y rebajado a un nivel donde se lleva a cabo una discusión de cantina. Es evidente que Crenshaw busca adeptos en su base electoral antiinmigrante, y a partir de estos mensajes, consolida su posición ante ellos. Que el presidente de México le responda le genera rédito político al republicano. No imagino un escenario inverso donde Joe Biden le respondiera a un diputado de oposición mexicano. 

Ahora bien, hay algo en lo que Crenshaw tiene razón, y esto es en que el gobierno mexicano no está haciendo nada para combatir al crimen organizado. Ni siquiera a la delincuencia ordinaria. Desde que asumió el poder en 2018, el presidente capituló ante las estructuras criminales al decir que implementaría una política de “abrazos, no balazos” y que “acusaría” a los criminales “con sus mamitas” porque sus muchachos no se comportan. Es decir, el discurso de seguridad del presidente parecería más bien el consejo de un abuelito a sus nietos, no el de un presidente a sus gobernados. 

El presidente, por más que quiera asumirse como un pontífice o líder espiritual, no lo es; es el presidente de un gobierno que por mandato primigenio y constitucional debe combatir al crimen. No le queda predicar, sino gobernar. No le corresponda invitar a no delinquir, sino combatir a la delincuencia. Si a eso se suma el asesinato de dos ciudadanos norteamericanos en Tamaulipas en días recientes, entonces se actualiza la razón para la grosera intervención del congresista texano, contra la abúlica política de seguridad implementada por el presidente.

Las cifras de incidencia delictiva son alarmantes. México nunca antes había atravesado por una etapa así, excepto quizá en la Revolución. Sin embargo, eso no es razón para avalar una invasión (que en los hechos, ni siquiera está planeada). Menciono esto porque luego hay voces que dicen que, ante la ineptitud o ineficacia del actuar de las autoridades mexicanas, se debe permitir a otro país intervenir. Esto es un absurdo. Estados Unidos a través de su historia ha invadido decenas de países sin que por ello cambien los índices de seguridad en dichas naciones. Es una salida floja y comodina el pretender que una potencia extranjera venga a México a arreglar los problemas que nos corresponde a nosotros arreglar.

Ejemplos como estos son la invasión a Panamá, a Afganistán (de donde recientemente se fueron después de una presencia de dos décadas) donde al retirarse volvieron los mismos problemas de gobernabilidad, o a Irak. 

En el hipotético caso que se diera una intervención (altamente improbable) lo único que pasaría sería que, al retirarse Estados Unidos, las cosas volverían a su cauce. Tiene razón López Obrador cuando dice que hay que atender las causas de la criminalidad. Sin embargo, no por ello se debe dejar de lado el combate frontal.

La delincuencia organizada en México se nutre principalmente del tráfico de drogas a Estados Unidos y de la importación de armas. Estados Unidos tiene también un deber de controlar el consumo desmedido e insalubre que tiene dentro de sus fronteras. Habrá quienes digan que el problema del tráfico de drogas no es un tema de seguridad pública sino de sanidad. Es para mí, sin duda, un problema de seguridad. 

Por otro lado, Estados Unidos sigue enviando armas a México. Es el deber de las autoridades mexicanas vigilar la entrada de armas a México, por encima de vigilar la salida de migrantes o de droga a Estados Unidos. Cada país debe defender su soberanía y sus fronteras. Como siempre se ha planteado, en vez de tener apostados agentes federales cuidando que los migrantes centro y sudamericanos lleguen al puente, se debe controlar la entrada en la frontera sur y destinar recursos a las aduanas para que no ingresen armas por la frontera norte.

En pocas palabras, lo que trato de decir es que existen razones suficientes para amagar con una intervención militar por parte de Estados Unidos, mas no les asiste la razón política, ni la jurídica.

Ahora bien, en seguimiento al chisme sostenido entre López Obrador y Crenshaw, López Obrador amenazó con hacer campaña en Estados Unidos para que los mexicanos allá no voten por el partido republicano. Esto me parece otro absurdo, y voy a exponer por qué. 

Regularmente, los mexicanos que migraron a Estados Unidos no lo hicieron por gusto, sino por necesidad. En gran medida las condiciones económicas o de seguridad de cada una de sus regiones los fue empujando a tomar una decisión de esa naturaleza. La mayoría de los mexicanos que emigraron al norte lo hicieron en la época en que el PRI o Morena gobernaban. Sostengo esto porque durante los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón es cuando menos migrantes cruzaron la frontera norte. Por tanto, políticas adoptadas por gobiernos emanados del PRI o de Morena.

¿Qué le hace pensar a López Obrador que las masas lo siguen en Estados Unidos? Es un error considerar que la base electoral mexicana en Estados Unidos es uniforme y borrega. Estados Unidos es un país mucho menos politizado que el nuestro, donde el abstencionismo es mayor que en México. Si a eso se le agrega que los mexicanos que están allá fueron expulsados por las condiciones económicas del país, y que culpan a gobiernos como el de López Obrador de ello, la verdad es que no tendría lógica alguna lo que plantea López Obrador. 

Además, ir a hacer campaña a Estados Unidos implicaría una intervención a sus asuntos domésticos, situación que el presidente siempre ha criticado para el caso de México. El presidente siempre habla de soberanía y de no intervención. Cuando se le pregunta por dictadores de izquierda, regularmente sostiene que no debe intervenir. Pero cuando se trata de golpear adversarios ideológicos (como es el caso del gobierno de Perú) se le olvida y vocifera. Ahora, anuncia que intervendrá electoralmente en Estados Unidos a pesar de ser un promotor de la no intervención.

Sinceramente, el tema de la referida invasión es algo muy lejano que estoy seguro no ocurrirá. Sin embargo, el hecho de que el debate público se centre en esto, y la discusión pública se sostenga entre un radical republicano de Texas y un Jefe de Estado, se traduce en que el jefe de Estado se ocupa más de la frivolidad y la parafernalia que en atender las necesidades que tiene México. Pura pirotecnia política.

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